Por Luis López Belda.
“A los hombres no les gustan las mujeres que alzan la voz”, dice una matriarca mientras levanta las piernas de una mujer más joven y llorosa en la escena de apertura del film del israelí Maysaloun Hamoud, distribuido internacionalmente con la acertada traducción de ‘In Between’ (“En el medio”).
Ella continúa con su letanía de equivocada sabiduría popular: “En la cama, haz lo que él te diga”. A continuación, el cineasta corta inmediatamente a un grupo de jóvenes árabes modernos en medio de una palpitante y frenética fiesta de bodas. Las mujeres alzaron sus voces mientras brindaban por el final de la soltería de una amiga.
Como sugiere el título, los personajes de la película de Hamoud viven en algún lugar entre los extremos de su sociedad: entre tradición e independencia, obligación y abandono. También están en el medio geográficamente. La película sigue a tres jóvenes palestinas que viven juntas en un apartamento en Tel Aviv: la abogada y fiestera Laila (Mouna Hawa) y la DJ-chef-camarera Salma (Sana Jammelieh) son amigas cercanas, cuyos gustos y actitudes se parecen. Entonces, llega a sus vidas Nur (Shaden Kanboura), una estudiante modesta que usa hijab y que proviene de una familia conservadora. Sus miradas tímidas y nerviosas al estilo de vida de sus nuevas y liberadas amigas no son tanto de juicio moral como de curiosidad. Juntas, el trío comienza a unirse de maneras poco probables e inesperadas.
En sus trazos generales, el film ofrece un conjunto de tramas algo predecible: el novio de Nur, que menosprecia a Laila y Salma, rápidamente resulta ser un tipo repelente. La misma Laila encuentra el romance con un hombre musulmán algo más abierto, que demuestra sus defectos de manera más lenta y sutil. Mientras tanto, Salma aprende los límites de la supuesta tolerancia de su familia cristiana liberal y rica. Pero las tres brillantes actrices aportan tal sentido de autenticidad a sus roles que todo esto se siente como algo nuevo. Con demasiada frecuencia, las películas sobre este tipo de enfrentamientos culturales presentan situaciones que exageran el espíritu libre de sus personajes, como si aquellos que desafían algunas expectativas de la sociedad debieran vivir en un estado de perpetuo hedonismo de confrontación. Pero aquí, todo es discreto, mundano. Las vidas de Laila y Salma son sus vidas, vidas creíbles… su comportamiento no es polémico o espectacular por capricho del guionista o director.

Fotograma de ‘Bar Bahar’
Esta calidad de las actuaciones y el notable uso del entorno sirven bien a la película. Eso, combinado con el estilo visual moderado y pausado de Hamoud, permite que la tensión, la emoción y el significado se desarrollen como un todo armónico. En cierto modo, “Bar Bahar” es más notable por lo que no es: Se hace poca mención del omnipresente conflicto israelo-palestino (un gerente de un restaurante regaña a los chefs árabes y trabajadores de la cocina por hablar su propio idioma, señalando que incomoda a los clientes ) y la poca política que surge existe en gran medida en la esfera personal. Eso se siente familiar y verdadero. La gran mayoría de la gente habla de política en tanto en cuanto ésta afecta a la vida personal y las personas tienen otras preocupaciones por mucho que vivan en un lugar marcado, en lo macro, por el conflicto político.
Estamos ante una película que no trata tanto del sufrimiento como de la realidad difícil y hermosa de la simple existencia. Éstas son mujeres comunes que viven sus vidas ordinarias, tratando de hacerse un lugar para ellas mismas mientras navegan por las expectativas de diferentes mundos. Son mujeres que podrían vivir en tu calle y no sólo en las páginas brillantes de las revistas de moda. Además, su solidaridad no es nacional ni cultural, sino íntima y, por tanto, universal.
Sí, hablan una lengua que no conocemos, pero las acciones de estas compañeras de cuarto se traducen fácilmente en un patrón familiar, uno que suele atrapar al espectador: tres o cuatro mujeres con personalidades distintivas que comparten sus vidas entrelazadas. La diferencia con la plantilla habitual de este cine es que lo que está en juego es rebelarse contra las normas culturales y que elegir un estilo de vida liberal significa para ellas avergonzar a sus seres queridos y ser excluidas de su comunidad.
Hamoud también hace todo lo posible para retratar la vida nocturna subterránea de una manera contemporánea aunque étnica. La banda sonora presenta un adictivo estilo de música electrónica exótica y la fotografía de Itai Gross hace mucho para contrastar el día y la noche, los negocios y el placer y las diferencias entre las zonas metropolitanas y los pueblos pequeños.
En definitiva, estamos ante una pequeña pero notable película que intenta alejarse de los grandes titulares sobre el tema recurrente del conflicto árabe-israelí y centrarse en las personas, en las mujeres que intentan tener vidas lo más plenas posibles a pesar de las circunstancias y teniendo que luchar contra viento y marea.
Ficha artística:Título original: Bar Bahar. Año: 2016. Dirección y Guión: Maysaloun Hamoud. Duración: 96 minutos. Género: Drama. Música: Mg Saad. Fotografía: Itay Gross. Intérpretes: Mouna Hawa, Shaden Kanboura, Sana Jammalieh
Principales premios:Festival de Toronto: Premio NETPAC.
Festival de San Sebastián: Premio de la Juventud, Premio TVE ‘Otra mirada’.
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