Revista Casa Mediterráneo

Carma Casulá: “La sensación de pertenencia a un lugar, el arraigo, está muy presente en todos mis proyectos”

en septiembre 17, 2020

La antropización del territorio, el paisaje y la huella que el individuo deja en él son temas que centran especialmente la atención de la artista visual y fotógrafa Carma Casulá, nacida en Barcelona y actualmente afincada en Madrid, con una amplia trayectoria internacional. Entre los lugares que más le atraen se encuentra el Mediterráneo, un mar “de infinitas evocaciones” y cruce de culturas. El rastro de los españoles por las diversas culturas del Mediterráneo es el objeto de uno de sus proyectos, denominado ‘Mediterráneo. Mare Nostrum’, que la ha llevado a recorrer espacios donde la impronta hispana sigue tangible pese al paso de los años. Este tema también está presente en su proyecto ‘Madriterráneos’, que fija su mirada en personas de diferentes orígenes que residen en Madrid, así como en otras propuestas de la artista.

Doctora en Bellas Artes por la Universidad Complutense de Madrid, con estudios Superiores de Fotografía en Istituto Europeo di Design/IED de Milano (IT), ampliados en el International Center of Photography/ICP de New York (U.S.A.), Casulá compagina sus proyectos culturales, exposiciones y trabajos de fotodocumentalismo con la fotografía freelance, la investigación y la docencia universitaria. 

Como investigadora, forma parte del equipo interdisciplinar I+D+i sobre Humanidades Ambientales. Estrategias para la empatía ecológica y la transición hacia sociedades sostenibles bajo el Ministerio de Economía y Competitividad SP (2016-2018), y anteriormente en I+D Arte y Ecología. Estrategias de Protección del Medio Natural y Recuperación de Territorios Degradados bajo el Ministerio de Ciencia e Innovación que alía un equipo interdisciplinar que une a artistas, arquitectos, paisajistas, filósofos y literatos de varias universidades españolas. Además, colabora con arquitectos y urbanistas en la lectura y tratamiento del territorio.

Su trabajo ha sido expuesto desde 1993 en prestigiosos espacios culturales de España, de numerosos países de Europa, Estados Unidos y Centroamérica, y ha sido objeto de becas y premios como la Beca Proyectos FotoPres de la Fundaciò La Caixa, beca Artes Plásticas/Colegio de España en París y de Promoción Arte Español Ministerio Cultura. Además, ha sido incluida en el Diccionario de Fotógrafos Españoles. Del siglo XIX al XXI, editado por La Fábrica en colaboración con AC/E Acción Cultural Española.

Carma Casulá participará el jueves 17 de septiembre a las 19:00 horas en un encuentro virtual enmarcado en el ciclo ‘Objetivo Mediterráneo’, moderado por la galerista Gertrud Gómez a través de la web de Casa Mediterráneo. Como preámbulo a la cita, Carma Casulá nos concedió una entrevista telefónica en la que nos habló de la importancia del Mediterráneo en sus fotografías, la presencia humana en el paisaje y el valor del arraigo.

Varios de sus proyectos fotográficos están dedicados al Mediterráneo, como el titulado ‘Mediterráneo. Mare Nostrum’, en busca de la huella española dejada en los países de la región a lo largo de los siglos; y ‘Madriterráneos’, centrada en las gentes de diversa procedencia asentadas en Madrid.

‘Madriterráneos’ fue un encargo de La Fábrica para PhotoEspaña, lo que me pareció un guiño de la vida. Lo que hice fue abordar a personas originarias de puertos del Mediterráneo: Palermo, Venecia, Korčula (Croacia), Estambul, Marsella… El nombre “Madriterráneos” me encanta, fue un invento mío que delimita mucho la idea del proyecto.

Además de los que has citado, tengo un tercer proyecto sobre esta región. Participé en una actuación colectiva como artista invitada en la Fundación Canal en Madrid en la Plaza de Castilla que se denomina ‘Ocultos’, sobre el culo anatómico de la persona. Inicialmente se nos invitó a esta exhibición bajo el título ‘Culos’, pero como era malsonante se cambió por ‘Ocultos’. Presenté una foto que está cien por cien relacionada con mi proyecto. El Museo Arqueológico de Nápoles, que es una maravilla, fue construido por los Borbones. Además, Carlos III cuando era virrey de las dos Sicilias, con sede Nápoles, fue quien descubrió Pompeya. Hay una escultura, a la que llamé ‘Pompeyana’, que se encuentra dentro del Museo Arqueológico, y que muestra un culo mirando al público. Unía todo. Y sigo trabajando en la huella española en el Mediterráneo.

Con ‘Pompeyana’ participé en ese proyecto de exposición colectiva, en un gran lugar como ‘Ocultos’, con un libro sibarita, maravilloso, y una instalación que incitaba en cierto modo al vouyerismo a través de mirillas para ver las fotos, siguiendo el juego de la mirada y el cuerpo.

Acerca de su proyecto ‘Mediterráneo. Mare Nostrum’, éste sigue la huella española en esta región del mundo, un espacio no sólo geográfico, sino también mental, por donde han pasado numerosas civilizaciones que se han influido mutuamente y retroalimentado. ¿Qué lugares de los que ha fotografiado destacaría en cuanto a los rastros españoles que ha hallado en ellos?

La escala de presencia es muy diferente. Hay algunos que son vestigios ya arqueológicos, de memoria, y hay otros lugares donde esos vestigios tienen vida absoluta, que están muy integrados en la vida de la gente. Yo, además, he vivido cuatro años en Italia, es como mi segunda patria, donde procuro ir bastante en busca de proyectos y de visita. Es el primer país que abordé e, imagínate, en Italia lo que hay es infinito. Tienes Nápoles, Sicilia y Cerdeña… Lo más peculiar me pareció Cerdeña, que es donde más hay que buscar; allí además hay huellas de la cultura catalana sobre todo. Pero Nápoles no tiene fin, es muy divertida y todo está mezclado con la gente, un sitio interesantísimo, teniendo en cuenta que todos lo son.

Vista del Golfo de Nápoles con el volcán Vesubio al fondo – © Carma Casulá

Túnez es una maravilla. Y dentro de las maravillas, si tengo aún más curiosidad es por una isla que está cerca de Libia, Djerba.

Djerba Hara Sghira sinagoga La Ghriba – © Carma Casulá

Y luego, yo tengo debilidad por Túnez, que es apasionante, desde el periodo catalán con los Consulados del Mar, que era puro concepto mercantil, el periodo de Carlos V en adelante… Es muy interesante la acogida que hubo de sefardíes y moriscos, porque siempre se habla de la expulsión por parte de los Reyes Católicos, pero la contundente fue con Felipe III a principios del siglo XVII. Entonces, llegaron cerca de 100.000 moriscos o andalusíes, como los llaman en Túnez, y se establecieron cinco colonias donde se les ubicó. Eran clase alta, en el sentido de que eran muy apreciados porque llegaban muy preparados y con mucha cultura, eran buenos ingenieros, constructores, tenían conocimientos de regadío, implantaron la noria…

Túnez es una maravilla. Y dentro de las maravillas, si tengo aún más curiosidad es por una isla que está cerca de Libia, Djerba. Allí hay una sinagoga, porque a la isla básicamente los que llegaron fueron los sefardíes, de origen judío. Se instalaron allí; hay una fortaleza española, construcciones sefardíes y una sinagoga, la de Ghriba, que tiene la tercera biblioteca más importante de la cultura hebrea. Allí ves, por ejemplo, a los judíos con la chéchia, un casquete rojo que nosotros relacionamos mucho con los musulmanes y que es de origen morisco toledano. Los judíos entran a una sinagoga de tipología arquitectónica morisca, con arcos más propios de una mezquita, y van en vez de con el casquete judío, con el morisco. Ahí te das cuenta de lo realmente bonita que es esa mezcla, la cohesión y el mestizaje de culturas.

Volviendo a su otro proyecto, ‘Madriterráneos’, que retrata a personas de diversas nacionalidades del Mediterráneo que residen en Madrid, les pidió a los protagonistas que escogieran un lugar para ser retratados donde se sintieran como en casa, en su lugar de origen. 

Tradicionalmente, me interesan mucho los lugares, la memoria. Mi tesis doctoral trata sobre la evocación de las imágenes mentales. Es un recurso muy mío, la sensación de lugar y la sensación de pertenencia a un lugar, el arraigo, que está muy presente en prácticamente todos mis proyectos. Yo he experimentado mucho esa sensación, he vivido años fuera en varios sitios y hay veces en las que tienes puntos de un lugar que no es tuyo que los acabas haciendo un poco tuyos, sobre todo porque te evocan a tu lugar de origen o a un sitio al que quieres.

‘Madriterráneos’ está formado por una serie de dípticos en los que muestro un espacio privado y otro público. En el primer lugar, en el privado, en las casas les fotografío con los objetos que todo el mundo tiene de su lugar de origen, como el libro de Pinocchio, cuadros de óleos con naranjas como temática en las paredes, muy mediterráneo… Por ejemplo, en el espacio público, el chico de Palermo eligió El Retiro de Madrid un paseo concreto porque le evocaba a La Favorita, un espacio verde que hay a las afueras de la ciudad siciliana.

Objetos con los que vamos seriando nuestro rastro. Y como segunda imagen está ese espacio, esa evocación al lugar origen, el arraigo. Por ejemplo, al chico de Venecia le interesaba mucho un sitio en Madrid que está al lado del Centro Cultural Conde Duque, porque son calles peatonales, se oye el sonido de los pasos de las personas, no hay tráfico… Y a las personas a las que iba a fotografiar les preguntaba si su sensación mental era más de día o de noche, y si prefieren lugares solitarios o con gente, porque además de que te digan un lugar, también quiero saber cuál es el momento que más les evoca; entonces les buscaba esa imagen. Es una forma de entrar más en la mente de las personas, dialogando e intercambiando impresiones.

Territorio más cultura, cuando está el remanente de la persona, eso es paisaje.

Antes comentaba que su trabajo está muy enfocado en la antropización del territorio, el paisaje y el arraigo. ¿Su fotografía trata de captar la impronta que el ser humano deja en su entorno y la huella que el medio natural deja en la persona?

Sí, es eso, porque “antropización” es humanización y dejar huella en la manipulación del territorio por el ser humano, básicamente. Y territorio más cultura es paisaje. Realmente, estamos hablando de temas técnicos. Además, estoy involucrada en proyectos de I+D+i de Arte, Ecología y Empatía y trabajo con arquitectos y urbanistas.

Hablo de fotografía de autor, lo que pasa es que una parte va más direccionada al mundo del arte, la otra más hacia la vertiente profesional, pero siempre debes ser tú o al menos intentar serlo. Lo que pasa es que el lenguaje es un poco diferente. Territorio más cultura, cuando está el remanente de la persona, eso es paisaje. Hay un tratado para definir qué es el paisaje. Por eso me refiero mucho a la antropización, porque lo que me interesa es cómo tratamos los lugares. Abogo por el arte, la ecología y la empatía donde de media trabajo más sobre lo feo, sobre intentar mejorar las cosas.. En este proyecto mas documentalista que presento miro más el lado positivo o sociocultural del Mediterráneo, aunque hay muchos problemas y conflictos. Una cosa son los intereses que yo tenga, y otra cómo focalizas la atención. No puedes hablar en una misma frase de todo, tienes que ir regulándolo.

Nueva Tabarca, La Cantera – © Carma Casulá

Otro tema que me ha parecido interesante es el hecho de que en España el 80% de la población viva en tan solo el 20% del territorio. Ahora se habla mucho del abandono del mundo rural, en busca de oportunidades en las grandes ciudades y, al mismo tiempo, debido a la pandemia, se está produciendo el fenómeno de retorno a los pueblos, donde la sensación de aislamiento y seguridad parece mayor, cuando el teletrabajo así lo permite. El abandono del mundo rural usted lo refleja en su fotografías.

Sí, en varios proyectos, porque es un tema muy importante. Cómo nos aglutinamos y somos urbanitas, lo que al mismo tiempo crea desnaturalizaciones totales. Y perder el objetivo. Muchos problemas vienen porque no somos conscientes, por ejemplo, del extremado consumo de plástico, que se acentúa más en el mundo urbano.

En su proyecto ‘Piel ibérica’ afirma que “nuestro paisaje es reflejo de nuestra cultura” y que “nuestra actividad transcurre en lugares que apenas contemplamos, que prácticamente invadimos con nuestra presencia”. ¿Cómo muestra esas ideas en su trabajo?

Al Natural trata sobre usos y arquitecturas en espacios naturales protegidos, fuera de las ciudades, es a donde van los urbanistas. Y Al Natural PRS (Parque Regional del Sureste) es una subserie en la que desarrollo sólo un Parque Natural, un espacio protegido que está cerca de Madrid, que trata el mundo urbano, las grandes ciudades, la zona periurbana, el área de transición entre campo y ciudad, que es donde sobre todo están las líneas de alta velocidad, son las circunvalaciones de las ciudades, etc. y luego está la autovía -sobre todo con el Tratado de Maastricht, ya por todos lados tenemos carreteras y eso, en parte, lo que hace es invisibilidar zonas. Hay zonas que también quedan ocultas por la velocidad física que llevamos dentro de nuestros vehículos y luego, zonas un poco feas, vertederos, y zonas invisibles, porque las autovías y todo lo que se va creando en torno a las infraestructuras urbanas periféricas al final genera muchísimos sitios que son “los no lugares”, como se les llama, tierra de nadie.

Por último, su proyecto TIEMPOs’ consta en una serie de imágenes tomadas durante el periodo de confinamiento desde su casa. ¿En qué consiste?

Empecé el mismo día en el que se decretó el estado de alarma, el pasado 14 de marzo, y lo cerré a los 60 días, cuando se decretó el fin del confinamiento. Hice las fotos todos los días a la misma hora, de 11:30 a 12:00 del mediodía, con las dos miradas que hay desde mi casa. Una desde unos balcones y otra desde el otro lado. Por eso son TIEMPOs, porque hay varios tiempos, el temporal del reloj, el atmosférico, el vegetal, el humano, el social y el histórico, ya que esto es historia cien por cien. Esa sensación de cómo entramos en invierno, pasamos por la primavera y el verano y ahora estamos entrando en el otoño casi en una situación parecida… Es impresionante cómo evoluciona todo. Amén que, primero por interés, esto lo hubiera hecho siempre, pero tampoco podía salir mucho por razones de salud debido anteriores neumonías que había tenido, con lo cual me la jugaba, entonces me dediqué a hacer lo que sentía y para empezar hice esto. Además, cada vez veía menos al vecindario y algo que se vio como positivo durante el periodo del gran confinamiento fue cómo la Naturaleza se renovaba, el aire estaba más limpio, los animales reocupaban espacios de los que les habíamos expulsado… Y al mismo tiempo, que se cubriera todo de verde estaba muy relacionado con lo que nos parecía noticia todos esos días.

Más información, en la web de Carma Casulá.

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