Revista Casa Mediterráneo

“Chevalier”, o la competitividad masculina

en mayo 14, 2020

Comienza, casi como una película de James Bond: El mar, una costa escarpada, enorme y rocosa. Un hombre emerge lentamente del agua. Luego, otro y otro, todos con un traje de buceo, casi de la nada e indistinguibles, intercambiables. No hablan. Sólo puedes escuchar el graznido de las gaviotas, luego el ruido del motor y la música techno. Una extraña atmósfera paranoica, y un comienzo atmosférico muy especial y maravilloso para esta película.

Después de unos minutos, se comprende la situación, lo difuso se aclara. Hay seis hombres, amigos durante años, que están de vacaciones, juntos, en un lujoso yate que navega de isla en isla a través de la parte griega del Mediterráneo, atendidos por el capitán, un cocinero y un mayordomo.

Todos son de mediana edad, todos parecen tener una posición acomodada: uno es médico, uno hace publicidad, otro “algo con los medios”. A las mujeres las dejaron en casa, algunos hicieron llamadas o se besaron en el iPad, otros se  alegraron de no tener noticias de la esposa.

Los seis pasan sus días bañándose, buceando, pescando, navegando, practicando deportes, yoga y cuidando su higiene personal. Por la noche cenan juntos, y también beben mucho vino blanco, y hablan mucho, así que los lugares comunes se suceden, al igual que las pequeñas luchas territoriales, que parecen inevitables en una reunión de hombres.

Todo ello aparece extremadamente bien observado en una comedia extraña y absurda que surge de esta observación y que, a veces, se ve reforzada por un giro inteligente de guión, un cambio en el punto de vista o un corte de cámara.

Fotograma de ‘Chevalier’

Y luego, una de esas noches, la cosa realmente se pone en marcha: una conversación se intensifica y, mitad por aburrimiento, mitad por seguir las leyes eternas de las peleas de gallos, los seis amigos deciden pasar el resto del tiempo en el barco jugando a una competición absurda: Básicamente, ¿quién es el mejor? ¿Quién es el caballero?

Todos pueden, entonces, establecer tareas completamente arbitrarias para los demás. Quien gane al final es un “caballero” y portador de un anillo de triunfador. Todo está en juego, todo se evalúa: “Cómo se ríen, cómo sonríen, cómo se ven, huelen, hablan entre ellos”. 

El juego rápidamente se vuelve serio, muy pronto todo se intensifica, las debilidades y fortalezas, la arrogancia y el llanto se vuelven más claros que nunca, el juego se convierte en un catalizador para los rasgos definitorios de los personajes.

Con ‘Chevalier’, Athina Rachel Tsangari logra salir airosa de una extraña comedia; una comedia de lo humano, llena de profunda y extraña ironía. Un astuto juego de competición y masculinidad. Una mujer se atrevió a hacer lo que ningún director masculino parece atreverse hoy en día: hacer una película exclusivamente con personajes masculinos.

Tsangari es una de las líderes de la “nueva ola griega”. Tsangari es actriz, autora, productora y, sobre todo, directora. Las películas de este pequeño grupo (encabezado por el mundialmente conocido, gracias a “La favorita”, Yorgos Lanthimos) son altamente conceptuales e hiperrealistas. Precisamente por su rigidez estructural y el rasgo autoritario que les es inherente, y sus escenarios a menudo extremadamente brutales, también se han entendido como la respuesta artística griega al capitalismo financiero y sus crisis, como reflejo de la autoridad de las garras de hierro de la administración financiera de la UE y sus directrices. 

Las películas de Tsangari muestran a personas que están sujetas a reglas y rituales, pero también muestran las pequeñas válvulas de escape que aún nos quedan en la gran sociedad de control.

Fotograma de ‘Chevalier’

En su tercer largometraje, Tsangari presenta de nuevo todas las peculiaridades de este movimiento de autor del cine griego: la directora muestra un sistema social estructurado de acuerdo con reglas absurdamente arbitrarias, pero aplicadas consistentemente, controladas en un Estado orwelliano.

‘Chevalier’ es una robusta sátira sobre la comparación permanente a la que nos conducen las redes sociales pero, sobre todo, es una ingeniosa comedia sobre la masculinidad y su abismo en el siglo XXI. Trata sobre el hombre occidental actual, no sólo el mediterráneo. Pero es también una visión profunda y emblemática de Grecia y sus estrategias de supervivencia como país en el tsunami de las crisis bancarias y financieras.

Una de las escenas más bellas pertenece a la canción intemporal de Minnie Riperton: “Lovin ‘you”. Muestra que ésta también es una película de amor: El amor entre seis amigos que aprenden lo que los conecta, a pesar de estar empeñados en ver sólo lo que les separa.

 Ficha artística: 

Nacionalidad: Grecia. Director y Guión: Athina Rachel Tsangari. 99 minutos. Género: Tragicomedia absurda. Música: No tiene. Fotografía: Christos Karamanis. Intérpretes: Tihana Lazovic, Goran Markovic, Nives Ivankovic, Mira Banjac, Slavko Sobin, Dado Cosic, Trpimir Jurkic, Lukrecija Tudor, Stipe Radojan.

 Principales premios: 

Premios Independent Spirit: Nominada a mejor película extranjera.
Festival de Locarno: Competición Internacional.

 Plataforma de streaming donde puede verse el film: 

Filmin.

Luis López Belda

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