Por Francisco Alcaraz Albero.-
Corría junio de 2021 y poco antes de ser operado de una dolencia, adquiría en una extinta librería de ejemplares usados una de las obras más famosas del célebre periodista Manuel Ángel Leguineche Bollar (1941-2014): El Camino más corto. Transcurridos dos días de la intervención y entre fuertes molestias, fue este libro y todo lo relativo a él, lo que me acompañó y me ayudó a recuperarme. A lo largo de las semanas siguientes, casi me obsesioné en hacer acopio de toda su obra. Volvía de esta forma Manu a mis pensamientos, a mis lecturas. A mediados de los noventa, siendo un joven universitario, compraba los lunes “El País” para obtener un fascículo de la “Crónica del Siglo XX” por el artículo que él publicaba en la contraportada.
En esa primera semana postrado en cama, leyendo el libro, descubrí también la obra Diario de viaje de un filósofo, del aristócrata, nacido en Livonia (Estonia), el conde Hermann Graf Keyserling (1880-1946). Y, coincidencias de la vida, hacía un mes que había sido rescatado del olvido gracias a Hermida Editores. A veces uno piensa en eso que dicen: “¿y si las casualidades no fueran casualidades?”. Obviamente, en mi primera salida de casa fui a comprarlo, andando muy despacio, pagando dicho esfuerzo al tener casi que pedir ayuda para regresar. Esas cosas que tenemos los locos curiosos por saber cada día más y por los libros.
Llevo tiempo queriendo escribir sobre Manu Leguineche. Rendir un sincero homenaje al “jefe de la Tribu”, como le llamaban sus compañeros de profesión. No podemos olvidarlo, me niego a ello. Manu nunca dejó de sorprendernos. Uno no sabe qué libro de tantos que publicó era mejor. Como bien señaló el reconocido fotoperiodista Gervasio Sánchez, “toda su obra podría servir para relatar una crónica de la segunda mitad del siglo XX y principios del XXI”. Doy fe de ello. Lamentablemente, nos dejó en 2014. Una grandísima pena, ya que su verdadero premio a esa vida tan azarosa habría sido alcanzar la inmortalidad.
En las décadas donde mandaban el télex, el fax y la máquina de escribir, donde se buscaban teléfonos en los hoteles o cabinas telefónicas, Manu era capaz de todo y lo hacía mejor que muchos. Podía hablarte del hijo de Errol Flynn desde la guerra de Vietnam, estar bajo las bombas en cualquier conflicto, contarte el desastre de Annual, hablarte de Gibraltar y Palestina o dar una vuelta a Europa a través de los hoteles míticos en Hotel Nirvana, lectura muy recomendable para los que viajen o quieran hacerlo desde el sillón de casa. A buen seguro les deleitará.
Manu fue un pionero del periodismo, de saber buscar, encontrar y dar noticias. Me entristece que no se le lea más y que sus obras no sean casi lecturas obligadas para las futuras generaciones del ramo. Fue padre de agencias de noticias (Colpisa y Fax Press), corresponsales y reporteros de guerra, además de trotamundos.
En la España de los años sesenta, dio la vuelta al mundo empotrado en un todoterreno japonés con un grupo de norteamericanos y un suizo, tal y como nos narró en El camino más corto. Años más tarde, volvería a muchos de esos países ya enzarzados en guerras para contarnos lo que sucedía de primera mano. En 1965, el objetivo de esa expedición, la “Trans World Record”, era batir la distancia realizada por un coche. La previsión inicial del viaje era de siete meses y al final duró dos años con infinidad de paradas y anécdotas difíciles de olvidar.
Leer casi seis décadas después el trazado del Toyota a su paso por los países mediterráneos es apasionante. Poco o mucho hemos cambiado, según se mire, y es en esta obra donde entra en juego otro protagonista de estas líneas, el ya mencionado conde Keyserling. Quizás Manu, a sus veintitrés años, lo leyó antes del viaje y pudo inspirarle en su empresa y en su vida. En las primeras páginas de El Camino más corto, Leguineche hace referencia al libro, Diario de viaje de un filósofo, publicado en la primavera de 1918. Por aquel entonces, el noble nos decía:
“El camino más corto para encontrarse a sí mismo da la vuelta al mundo. Me dispongo, pues, a dar la vuelta al mundo. Europa ya no me produce efecto. Harto familiar me resulta este mundo para obligar mi alma a nuevas configuraciones. Además, es un mundo demasiado limitado. Toda Europa tiene en lo esencial un solo espíritu. Quiero anchura, dilataciones donde mi vida tenga que transformarse por completo para subsistir, donde la intelección requiera una radical renovación de los recursos intelectuales, donde tenga que olvidar mucho -cuanto más, mejor- de lo que supe y fui. Quiero que el clima de los trópicos y otros muchos aspectos imprevisibles envuelvan mi ser y actúen sobre mi alma, para ver lo que será entonces de mí. Ya están cortadas las relaciones con lo que me sujeta. Siento en mí la beatitud de la libertad conquistada. De seguro que no hay nadie ahora más independiente que yo. No tengo profesión externa; no tengo familia que me preocupe; no tengo obligaciones que llenen mi tiempo; puedo hacer u omitir lo que me plazca”.
En este pequeño punto azul, como describía Carl Sagan al planeta que habitamos, hay un lugar especial, cuna de grandes civilizaciones: el Mediterráneo. Hoy, en este mundo tan singular que hemos creado y que estamos destruyendo, es difícil encontrarse a sí mismo, aunque nuestro Mare Nostrum sea un lugar ideal para ello. Manu lo sabía. También Keyserling, que organizó en 1931 la “Semana de la Sabiduría” en el hotel Formentor de Mallorca. Un evento en el que un grupo de intelectuales, entre ellos Ramón Gómez de la Serna, reflexionaron sobre la erudición y el humanismo, entre otros temas. El conde además quería anchura, abandonar una Europa convulsa, y quiso viajar más allá del Mediterráneo y dar la vuelta al mundo. En este punto les diré que el estonio consideró hace cien años a España como la nación que podría realizar el milagro de salvar a Europa de su entonces estancamiento. ¡Qué cosas!
Les escribo estos párrafos veraniegos también para que se animen a viajar. No olviden hacer una parada en nuestras fabulosas orillas, llenas de mitos y leyendas, de sueños y aventuras. Una España mágica y maravillosa, bañada con gracia por el Mediterráneo, que tiene mucho aún por descubrir. Un país siempre capaz de sorprendernos. Hagamos patria y turismo en casa, una actividad que siempre nos beneficia a todos.
Para concluir, no puedo dejar de mencionar de nuevo a otro personaje icónico, de actualidad, que también ha dado varias vueltas al globo: Indiana Jones. Él cazaba reliquias y Leguineche noticias. Con su gorro, látigo y pistola viajaba sin cesar y casi siempre pasaba cerca de nosotros. En esta ocasión, los creadores de la quinta entrega, “Indiana Jones y el dial del destino”, han elegido el legado de Arquímedes de Siracusa como hilo conductor de la trama. Además, Indi visita varios escenarios de nuestro mar. Ya de entrada, la película invita a investigar y redescubrir nuestro pasado, nuestros orígenes mediterráneos.

Fotograma de Indiana Jones y el dial del destino – Harrison Ford y Phoebe Waller-Bridge – Filmaffinity.
Este verano se despide el héroe legendario, un mito convertido en patrimonio de todos, con una película que no defrauda. El profesor y más afamado arqueólogo se nos va de las pantallas, pero siempre estará en nuestros corazones. Por su parte, Manu nos ha legado sus fabulosas crónicas, allí donde no había nadie para contarlo, y un sinfín de libros de regalo como impagable legado. ¡Vaya par de aventureros!
Disfruten la obra de Manu y no dejen de rendirle un sentido homenaje al Dr. Jones. Lean, vayan al cine, mojen los pies en nuestras costas y disfruten de la vida, que sólo tenemos una, ya que el misterio de la eternidad creo que todavía nadie lo ha descifrado.
Espero que estas líneas hayan servido para que el “jefe de la Tribu” no caiga en el olvido. Muchas gracias por todo Señor Leguineche. Hasta siempre.
Para saber más:Hermann, Keyserling. Diario de viaje de un filósofo, Hermida Editores, 2020.
Leguineche, Manuel. Hotel Nirvana, El País Aguilar, 1999.
Leguineche, Manuel. El camino más corto, Plaza & Janes, 1997.
Leguineche, Manuel. Annual 1921, Alfaguara, 1996.
Leguineche, Manuel. La guerra de todos nosotros. Vietnam y Camboya (1948-1985), Plaza & Janes, 1985.
López, Víctor. Manu Leguineche. El jefe de la Tribu, Ediciones del Viento, 2019.
Película: Indiana Jones y el dial del destino (2023).
https://www.diariodealmeria.es/opinion/articulos/Despertar-mediterraneo_0_837816276.html
https://almeria.fape.es/muere-manu-leguineche-almeriense-de-adopcion-leyenda-del-periodismo-espanol/
https://www.biografiasyvidas.com/biografia/a/arquimedes.htm
https://www.ultimahora.es/opinion/tribuna/2021/10/23/1311979/conde-keyserling-mallorca.html
Francisco Alcaraz Albero es doctor en Historia y responsable de Proyectos de Casa Mediterráneo.
Fotografía superior destacada: Manu Leguineche y Gervasio Sánchez – © Carlos Moncín.