Revista Casa Mediterráneo

Begoña Valero: “En el siglo XVI los libros crecían, se multiplicaban y se trasladaban de un lugar a otro como bandadas de pájaros desde la imprenta de Christophe Plantin”

on August 5, 2020

El siglo XVI, la época de mayor esplendor del Imperio español bajo el reinado de Felipe II, fue un periodo convulso de la historia de Europa, marcado por las guerras de poder y de religión. En este contexto, la imprenta desempeñó un papel decisivo a la hora de hacer accesible la cultura a todas las capas sociales y de difundir ideas de todo signo. En esta profesión fue especialmente brillante Christophe Plantin, un personaje de origen humilde que logró convertirse en impresor de Felipe II, pese a su origen francés y la rivalidad existente entre Francia y España, y llegó a ser considerado el mejor en su oficio. Pese a la importancia de su figura, Plantin apenas es conocido más allá de los círculos de los impresores y las artes gráficas.

Con el fin de acabar con este ominoso silencio, Begoña Valero (Banyeres de Mariola), licenciada en Medicina y Cirugía por la Universidad de Valencia, tejió una trepidante novela que recrea la asombrosa vida de Christophe Plantin, La casa del Compás de Oro (Grijalbo, 2017). Fascinada por personajes que han dejado una impronta en el devenir de la humanidad, previamente la autora se adentró en el terreno literario con una novela dedicada a Gutenberg, titulada El trabajo de los libros (Editorial Denes, 2012). Y como reconocimiento a su labor en la difusión de la historia de la imprenta a través de la literatura, en 2018 fue nombrada Senadora del Museo de la Imprenta y de las Artes Gráficas de Valencia, que este año, junto a Paris y Amberes, dos ciudades clave en la trayectoria del impresor, celebrará el 500 aniversario del nacimiento de Christophe Plantin.

Miembro de la Red de Escritoras del Mediterráneo puesta en marcha por Casa Mediterráneo, la autora pasó por el ciclo Escritores y el Mediterráneo el pasado 3 de julio para hablar con la editora Marina Vicente de La casa del Compás de Oro y de la importancia del trabajo de impresor, un oficio no exento de riesgos en una época en la que la herejía era castigada con la muerte.

Christophe Plantin, quien fuera el impresor de Felipe II, está considerado el mejor del siglo XVI en su oficio. Sin embargo, es un personaje bastante desconocido. ¿Cómo dio con su historia y cómo decidió convertirlo en el protagonista de su segunda novela?

En ese momento ya se había publicado mi novela El trabajo de los libros, sobre la vida de Gutenberg, y un librero bibliófilo amigo mío, entusiasmado con el libro, fue quien me sugirió el personaje. Tan solo conocía algún trabajo de Plantin, pero no la vida tan apasionante que llegué a descubrir en cuanto rebusqué entre la bibliografía existente. Sobre todo, me sedujo averiguar cómo un francés nacido en la pobreza, a base de esfuerzo, trabajo y sacrificio, pudo llegar a convertirse en el impresor de Felipe II. Este hecho me pareció un mérito extraordinario.

El nacimiento de la imprenta es para mí uno de los inventos más trascendentales de la humanidad, porque permitió que la cultura llegara al pueblo al abaratar el precio prohibitivo de los libros.

¿Qué importancia tuvo para la humanidad la llegada de la imprenta?

El nacimiento de la imprenta es para mí uno de los inventos más trascendentales de la humanidad, porque permitió que la cultura llegara al pueblo al abaratar el precio prohibitivo de los libros. A partir de la imprenta de Gutenberg, en Europa se consiguió que, incluso, agricultores o mercaderes pudiesen aprender a leer y, al mismo tiempo, adquirir los conocimientos científicos de la época para poder llevar adelante sus negocios y con ellos el progreso de las ciudades. De hecho, una de las causas por las que Christophe Plantin, el protagonista de mi novela, se instaló en Amberes fue porque en aquel momento era el centro neurálgico de la economía de Flandes y del continente, donde estaban establecidos los más afamados banqueros que prestaban dinero incluso al rey. A través de La Casa del Compás de Oro se puede pasear por el siglo XVI, un siglo lleno de dificultades y, a la vez, de esperanza, donde los libros crecían, se multiplicaban y se trasladaban de un lugar a otro como bandadas de pájaros desde la imprenta de Christophe Plantin.

En esa época de guerras de religión ser impresor era un oficio de alto riesgo, ya que la impresión de un libro considerado herético podía conducir a su responsable a la hoguera.

Así es, los impresores tenían muchas dificultades, sobre todo porque en el siglo XVI, a raíz de la Reforma protestante de Lutero, se empiezan a remover las conciencias europeas respecto a la religión. Pero es en 1566, tras el «Asalto a las imágenes o Furia iconoclasta» cuando se inicia una etapa que dará lugar a la guerra de Flandes, entre católicos y protestantes, que pronto se trasladará a Francia. 

En Flandes es donde se desarrolla gran parte de la novela, también en Francia, de donde era natural Christophe Plantin. Para un francés instalado en Flandes, y más siendo impresor, era muy difícil sobrevivir cuando la guerra entre católicos y calvinistas se hizo efectiva, porque si vencía la facción contraria en un territorio, al impresor no le quedaba más remedio que abandonar el negocio y huir, si quería salvar la vida. 

Creo que el siglo XVI es un momento muy complejo y, a la vez, muy interesante de la historia de Europa. A través de La casa del Compás de Oro se puede revivir ese periodo histórico y las circunstancias que propiciaron la importancia de la imprenta.

En aquel periodo no sólo era peligroso imprimir libros contrarios a la religión que se profesara en cada territorio, sino que además la mera acusación de herejía o brujería podía acarrear una condena a muerte.

Así es. De hecho, Christophe Plantin tuvo que huir de Francia por la presión que se ejercía sobre los impresores, especialmente por los propios competidores, mediante denuncias falsas. Estos intentaban introducir libros considerados heréticos entre los impresos y distribuidos por Plantin, lo que podía costarle la vida. Por este motivo, trató de encontrar estabilidad en Amberes. Un lugar donde huir para resolver el problema de inseguridad que le obsesionaba, sin llegar a conseguirlo, pues allí también tuvo que sufrir los avatares de las guerras entre católicos y protestantes que arrasaron Europa en el siglo XVI.

¿Qué rasgos de la personalidad de Plantin cree que le hicieron llegar tan lejos, pese a su origen humilde y las dificultades de esa época para ascender socialmente?

He profundizado bastante en su personalidad, a través de las innumerables cartas que escribió a los amigos y a la familia, para tratar de plasmar cómo fue en verdad Plantin. En definitiva, era un hombre paciente, educado, trabajador, inteligente y con una gran capacidad para sobreponerse a las dificultades. Uno de sus secretos fue rodearse de buenos amigos. No le resultó difícil, pues los trabajos que realizaba, primero como encuadernador y después como impresor, asombraban por su calidad. Así consiguió, poco a poco, ganarse la confianza de sus clientes, que luego se transformaban en amigos. Y ésta fue, creo yo, su principal baza para ascender socialmente. 

Sin embargo, en el ámbito familiar tuvo un peso específico Jeanne, su esposa. Hemos de tener en cuenta que las mujeres en el siglo XVI estaban en un segundo plano social, pero a nivel familiar Jeanne supuso un inestimable apoyo para que él consiguiera sus objetivos. Gracias a la capacidad de trabajo e inteligencia de Jeanne, a pesar de su analfabetismo, fue el sustento de la familia en los peores momentos, mediante la venta de los maravillosos encajes que ella misma producía. Es muy posible que sin el apoyo emocional de esta gran mujer Christophe Plantin no habría llegado a ser lo que fue.

De hecho, al final de su vida, Plantin escribió un soneto resumiendo lo que ésta había sido. Por casualidad, el soneto llegó a mis manos después de haber terminado la novela. Cuando lo leí quedé impresionada, ya que reflejaba con exactitud la personalidad que yo había descrito en las páginas de La Casa del Compás de Oro. Me resultó conmovedor imaginar que él pudiera reconocerse en mi novela.

Este año 2020 se celebra el 500 aniversario del nacimiento de Christophe Plantin. ¿Cómo se va a celebrar esta efeméride?

Ya se han venido produciendo una serie de actos conmemorativos en la Casa Museo Plantin-Moretus de Amberes, declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. En otros lugares de Europa, había programadas varias acciones por su aniversario, pero debido a la COVID-19 todavía no han podido celebrarse. También, el Museo de la Imprenta de Valencia, del que soy senadora, ha querido hacer un homenaje a Christophe Plantin. Este homenaje iba a celebrarse en el Día del Libro el pasado mes de abril, pero a consecuencia del periodo de confinamiento se ha trasladado al mes de octubre. Entonces se expondrá un ejemplar de mi novela La casa del Compás de Oro, de forma permanente, en el museo junto a la fotografía de Plantin, lo cual supone una gran satisfacción para mí. Será un instante muy emotivo donde dedicaré unas palabras para hablar de la vida del protagonista de mi novela ante impresores y profesionales de las artes gráficas para quienes Plantin es un personaje muy conocido y apreciado. También los entendidos consideran a Chistophe Plantin el mejor impresor del humanismo.


¿Pueden encontrarse ejemplares de sus libros en El Escorial?

Por supuesto. ¡Dónde mejor que en la biblioteca del Real Monasterio de San Lorenzo de El Escorial para encontrar la mayoría de sus espléndidos trabajos! Ser el prototipógrafo de Felipe II suponía que el rey recibía los libros impresos por Christophe Plantin, que ahora se atesoran en El Escorial. Allí existe una extraordinaria colección en la que se puede apreciar perfectamente la calidad de sus trabajos. Muestra de ello es la magnífica Biblia Políglota dirigida por Arias Montano en Amberes en 11 volúmenes, impresa en vitela, y dedicada a Felipe II.

Además de por la calidad de sus impresiones, los libros de Plantin eran reconocibles por un sello personal.

Así es. Su lema era «Labore et Constantia» y ese lema fue el que guio sus pasos a lo largo de su vida. También se denominaba «El Compás de Oro» a la vivienda en la que se hallaba su imprenta. Por eso, me pareció perfecto titular mi novela La Casa del Compás de Oro, la casa de la imprenta de Christophe Plantin, donde ubicó la Officina Plantiniana. En la actualidad puede visitarse transformada en el Museo Plantin-Moretus. Considero una excelente idea hacerlo, tras leer el libro, para oler y saborear el aroma a otros tiempos que permanece atrapado entre sus paredes.

De igual manera debemos valorar la imprenta que estuvo gestionando Plantin en el siglo XVI, pues era el equivalente a lo que hoy podríamos considerar una multinacional. Tenía más de 150 personas trabajando para él, directa e indirectamente, entre impresores, correctores, traductores, encuadernadores… y además mantenía un sistema de distribución muy efectivo a través de mercaderes y religiosos que llegaban a cualquier lugar. A muchos de los traductores los alojaba en la propia casa, por este motivo fue añadiendo más viviendas. Luego, Moretus, el esposo de una de sus hijas, porque su único heredero varón murió, modernizó las instalaciones. Tras sucesivas generaciones, llegaron a convertirse en una familia burguesa muy adinerada. 

Museo Plantin-Moretus Amberes – Tourism Antwerp & Congres

A lo largo de su vida, Christophe Plantin tuvo constantes periodos de prosperidad seguidos de otros de dificultades económicas, como se puede apreciar en la novela, a consecuencia de las guerras entre católicos y protestantes. No obstante, logró mantener una posición social significativa, sobre todo al conseguir la protección de Felipe II. En la novela hay sucesos que parecen ficción y en realidad son ciertos. Todo lo que ocurre en torno al cofrecillo para las joyas que le encarga Gabriel de Zayas [el secretario de Estado de Felipe II], así como la muerte del hijo de Plantin, es real, aunque no se sepa exactamente cómo sucedieron. El libro se sirve de estos hechos reales y los recrea para animar la trama, ya que no se trata de un ensayo ni de una biografía, sino de una novela histórica, pero con una base muy sólida sobre la que se sustenta la narración.

El Imperio español, en su mayor apogeo bajo el reinado de Felipe II, fue objeto de libelos que propagaron su leyenda negra. ¿Qué papel desempeñó la imprenta en la difusión de esta imagen? ¿Felipe II trató de contrarrestar este tipo de propaganda?

Quizás uno de los momentos cruciales en los que se fragua la leyenda negra es precisamente durante la guerra de Flandes. Uno de sus mayores impulsores fue el Príncipe de Orange, quien utilizó, al igual que los ingleses y los franceses, la imprenta para difundir falsedades y difamar al rey. Desconozco por qué motivo despreció Felipe II esta magnífica arma para defenderse. Tal vez infravaloró su importancia.

Incluso desaprovechó la oportunidad de publicar su biografía. En general, era frecuente que los autores las escribiesen teniendo la suficiente habilidad de ensalzar las cualidades del rey, aunque no fueran ciertas. En caso contrario, se corría el riesgo de encolerizar al monarca y acabar muerto. Sin embargo, Felipe II nunca permitió que nadie la escribiera. Fueron necesarios treinta años, tras su muerte, para ver publicada en 1619 la primera biografía por Luis Cabrera de Córdoba. 

Considero que fue un error por su parte no utilizar el papel impreso para defenderse, porque sus enemigos sí lo hicieron para mancillar su buen nombre, como ocurrió en Flandes, donde el Príncipe de Orange y sus seguidores los calvinistas supieron sacarle provecho a la imprenta y forjar la leyenda negra española. No obstante, estas campañas de descrédito no solo se llevaron a cabo por extranjeros, sino que incluso Antonio Pérez, Secretario de Estado de Felipe II, se encargó de difamar al rey en Europa tras huir de España para evitar que lo mataran por traición, al haber vendido secretos de Estado a los enemigos del Imperio español.

Tras sus dos primeras novelas, dedicadas al mundo de los libros, ¿tiene algún nuevo libro entre manos?

Acabo de finalizar una novela, atendiendo al entusiasmo manifestado por los lectores de La casa del Compás de Oro. En ella hay un personaje de ficción que ha seducido por igual a hombres y a mujeres: el soldado del tercio. Es un personaje atractivo, entrañable y valiente y he decidido proseguir con él. Esta vez, la historia se desarrolla en España y fundamentalmente está relacionada con los entresijos que se tejen alrededor de la Corte de Felipe II. Es una novela de intrigas, de espionaje… y conclusiones que pueden resultar sorprendentes. 

Como no podía ser de otra manera, un libro impreso es el conductor de la trama. También he ahondado en la personalidad de Felipe II, plasmada desde un punto de vista distinto al que se ha mostrado hasta ahora, aunque procurando mantenerme fiel a las descripciones históricas contrastadas se han hecho de él. De momento, a consecuencia de la pandemia, es difícil prever cuándo verá la luz. Esta nueva situación me está obligando a reinventarme con acciones online al eliminarse los actos presenciales que tenía previstos. Lo cierto, es que no me importa esperar, porque estoy muy satisfecha con el resultado. Ojalá tenga tan buena aceptación entre los lectores como La Casa del Compás de Oro.  

Más información, en la web begonavalero.com

El encuentro virtual con Begoña Valero celebrado el pasado 3 de julio dentro del ciclo Escritores y el Mediterráneo, moderador por Marina Vicente, puede verse aquí:

mariagialma@gmail.comBegoña Valero: “En el siglo XVI los libros crecían, se multiplicaban y se trasladaban de un lugar a otro como bandadas de pájaros desde la imprenta de Christophe Plantin”