Con el propósito de estudiar los horizontes en la nueva era del desarrollo tecnológico, disruptiva, la de la Cuarta Revolución Industrial (4RI o 4.0) y su implicación directa sobre la Seguridad y Defensa nacional e internacional nacen las “I Jornadas Universitarias de Seguridad y Defensa: La Cuarta Revolución Industrial”. Durante los días 15 y 16 de diciembre, la Universidad de Alicante (UA) acogerá estas jornadas multidisciplinares de divulgación científica enfocadas a acercar la cultura de la seguridad y la defensa a la sociedad civil y en especial a los jóvenes universitarios, que contarán con la experiencia de ponentes del más alto nivel, tanto de la esfera civil como de la militar.
El evento, que tuvo que posponerse a causa de la pandemia, se desarrollará en un formato híbrido, permitiendo la asistencia presencial, en la UA y virtual por streaming. Las jornadas están organizadas por la asociación Eurodefense Joven España y el Vicerrectorado de Infraestructuras Sostenibilidad y Seguridad Laboral de la Universidad de Alicante, con el apoyo principal de Casa Mediterráneo y la Subdelegación de Defensa de Alicante.
Con el fin de profundizar en algunos de los temas que se tratarán en el encuentro entrevistamos a uno de sus ponentes, el Coronel José Luis Calvo Albero (DICOES), quien abordará los nuevos conflictos en la era 4.0: las amenazas híbridas en la jornada del jueves 16 de diciembre dentro del panel titulado “Retos y oportunidades de la industria 4.0 en su aplicación a la seguridad y la defensa”.
José Luis Calvo Albero es Coronel de Infantería del Ejército de Tierra, diplomado en Estado Mayor. Destinado actualmente en la División de Coordinación y Estudios en la Secretaría General de Política de Defensa, en Madrid, ha sido profesor de Estrategia y Seguridad Nacional en la Escuela de Guerra del Ejército norteamericano (USAWC) en Carlisle (Pensilvania). Sus destinos anteriores incluyen la Escuela de Guerra del Ejército como profesor de Estrategia, el Mando de Adiestramiento y Doctrina, el Cuartel General de Despliegue Rápido italiano en la OTAN, el Estado Mayor Conjunto (División de Estrategia y Planes) y el Estado Mayor Militar de la Unión Europea en Bruselas. Ha participado en operaciones en el exterior en Bosnia-Herzegovina (1995, 2002 y 2010) y Afganistán (2005-2006).
Colaborador en publicaciones, cursos y seminarios relacionados con estrategia y defensa con las universidades de Granada, Barcelona y Carlos III de Madrid. Colabora también habitualmente con la revista Ejército de Tierra, el Instituto Español de Estudios Estratégicos y el Real Instituto Elcano.
Es autor de La doctrina militar terrestre norteamericana (Publicaciones de Defensa, 2003) que obtuvo el Premio Hernán Pérez del Pulgar 2002 y de 1809. La Campaña del Tajo (Biblioteca GESI 2014). También es coautor con Javier Jordán de El nuevo rostro de la guerra (EUNSA, 2005) y con Félix Vacas Fernández de El conflicto de Chechenia (Instituto Francisco de Vitoria, 2003) que recibió el Premio Defensa 2004. Fue también colaborador en la Enciclopedia del Arte de la Guerra (Planeta, 2001) dirigida por Antonio Martínez Teixidó y en el Manual de Estudios Estratégicos y Seguridad Internacional (Plaza y Valdés, 2013) coordinado por Javier Jordán. Ha escrito numerosos artículos en publicaciones militares (primer premio Revista Ejército de Tierra en 1999, 2006 y 2010) y en obras colectivas. Actualmente es profesor del Máster en Estudios Estratégicos y Seguridad Internacional de la Universidad de Granada.
En su intervención va a hablar sobre los nuevos conflictos en la era 4.0: las amenazas híbridas. ¿Qué son las guerras híbridas y cuándo se acuñó el término?
El término de “guerra híbrida” empieza a utilizarse a finales de los años 90 y principios de los 2000 porque en algunos conflictos se ve que está surgiendo un fenómeno nuevo: Hay grupos que son capaces de combinar la actuación convencional de un ejército regular con prácticas que normalmente se consideraban propias de guerrillas, de movimientos irregulares. Esto ocurre por ejemplo en Chechenia, en el Líbano con Hezbolá… Y los norteamericanos, especialmente el Cuerpo de Marines, empiezan a hablar de este término, de “guerras híbridas” para referirse a aquéllas en las cuales el adversario es una combinación de convencional e irregular.
De la misma manera puede utilizar tácticas convencionales que cometer atentados terroristas o el tipo de acción de las guerrillas, con una característica muy común a todos estos conflictos: se utiliza mucho la información. En aquella época Internet todavía estaba en mantillas, pero se empiezan a utilizar páginas web en las que se explican las narrativas, el conflicto desde un punto de vista, se usan mucho los medios de comunicación (televisiones, radios…), hay una gran utilización de la información. Ése es el origen del término.
El uso masivo de la desinformación, ¿hasta qué punto puede desestabilizar a un gobierno, especialmente a uno democrático?
Efectivamente, la desinformación se ha utilizado siempre. Yo suelo poner el ejemplo de un consejero real de un monarca indio hace dos mil trescientos años, Kautilya, que recomendaba esto: aconsejaba que antes de ir a la guerra con alguien primero tienes que intentar desestructurar a la sociedad enemiga y para eso has de que introducir bulos, rumores, desacreditar al poder… Realmente, se ha utilizado siempre. Lo que pasa es que actualmente, debido a los avances tecnológicos, estamos todos conectados casi 24 horas. Nos hemos convertido en terminales receptores y emisores de información, de manea que la vulnerabilidad ante estas campañas de desinformación ha aumentado.
No creo que la desinformación como tal tenga efectos decisivos, es decir que puedas conseguir un objetivo estratégico simplemente utilizándola, pero sí que es verdad que puedes debilitar a la población adversaria, desestructurarla, desacreditar a sus gobernantes y de alguna manera hacerla más vulnerable a otro tipo de ataques. La desinformación la veo como una preparación de la población a la que ves como adversaria para que no sea capaz de responder a otro tipo de ataques.
En las guerras convencionales el enemigo estaba identificado y localizado en un territorio determinado. Las amenazas híbridas constituyen por contra un enemigo invisible, más difícil de localizar y, por tanto, de repeler. ¿Qué herramientas se están utilizando para hacer frente a este tipo de amenazas difusas, técnicas novedosas o una mezcla de herramientas nuevas y convencionales?
Efectivamente, una de las características de estas amenazas híbridas es que muchas veces son de difícil atribución. Es difícil saber de quién proviene un ciberataque o quién ha iniciado una campaña de desinformación. Se utiliza sobre todo la inteligencia contra ellas aunque, como ya digo, es difícil. Y aunque llegues a saber que un ciberataque se ha producido desde el territorio de un país determinado otra cosa es saber si realmente el gobierno de ese país está detrás o no. Es un problema bastante grave. Lo que pasa es que como dije antes, estas acciones, ciberataques o campañas de desinformación, no son aisladas ni decisivas en sí mismas. Se utilizan para ir preparando el terreno para después combinarlas con otro tipo de acciones, que pueden ser económicas, de terrorismo u operaciones convencionales.
Entonces, hay que estar preparado en todos los aspectos. Por un lado, hay que ser capaz de enfrentarse a estas campañas de desinformación, ciberataques, etc., pero sin descuidar la parte más convencional de la defensa, porque sabes que en un momento o en otro se van a utilizar también medios más convencionales. Pero en cualquier caso la inteligencia es fundamental. La capacidad de desentrañar de dónde vienen los ciberataques y las campañas de desinformación resulta esencial. Aunque resulta difícil es algo en lo que hay que reforzar nuestras capacidades.
¿Qué papel desempeña la prevención para evitar que un conflicto asimétrico de naturaleza hídrica degenere en otro convencional, anticipándose a nuevas amenazas?
Como la mayoría de estas acciones van orientadas contra la población, porque la desinformación, los ciberataques y las acciones económicas al final buscan alarmar a la sociedad, romper su relación con los gobernantes, desacreditar a las instituciones, etcétera, la prevención en muchos casos se basa en prepararla contra este tipo de amenazas, por eso una palabra que se ha puesto muy de moda es la resiliencia. Ésta consiste en que las sociedades, aunque sufran daños a raíz de estos ataques, sean capaces de aguantar y de recuperarse.
La resiliencia se basa mucho en la educación, en la formación del ciudadano, en la creación de un pensamiento crítico que de alguna manera, aunque sea difícil, le permita distinguir entre una información veraz y confiable y lo que es desinformación, que va dirigido a crear miedo, tensión o angustia. Entonces, la prevención se basa mucho en la educación ciudadana. Realmente, cuando decimos: ¿Cuál es la mejor defensa frente a este tipo de amenazas híbridas? Una de las mayores defensas está en las escuelas, en las universidades, en la formación que permita al ciudadano discriminar entre el tipo de información que está intentando atacarle a él o a la sociedad y la veraz y confiable.
Las redes sociales y las aplicaciones de mensajería, con su potencial para propagar rápidamente todo tipo de mensajes, pueden ser un aliado de la desinformación, si la sociedad no está lo suficientemente preparada para distinguir las fuentes de información fiables de las que difunden noticias falsas…
Sí, uno de los grandes problemas es cómo discriminar y esto es más difícil en tiempos de crisis. Si ahora estuviéramos en un tiempo normal de estabilidad y prosperidad la gente sería menos proclive a creerse este tipo de desinformación, estos bulos. Sin embargo, cuando nos hallamos en tiempos de crisis, actualmente la acumulación de la crisis económica de 2008, la pandemia, el cambio climático… la gente está de alguna manera inquieta. Y en esa situación de inquietud y ansiedad, incluso gente preparada, con una buena educación, se vuelve más vulnerable a ese tipo de desinformación. Pero, en fin, es algo que se puede mejorar mediante la educación y la propia acción institucional, proporcionando a los ciudadanos una información que sea clara, comprensible, veraz, oportuna y amena, que pueda entender. Por una parte hay que trabajar la educación del ciudadano y por otra la información que el propio Estado le proporciona.
Las Fuerzas Armadas españolas destacan por su preparación y desempeñan importantes tareas en misiones fuera de nuestras fronteras. ¿Cree que la sociedad española es consciente del papel que nuestros ejércitos llevan a cabo en el exterior?
Por las encuestas que hacemos y el contacto que tenemos con diferentes sectores de la sociedad creemos que sí son conscientes, pero hasta cierto punto. Es decir, hay mucha información sobre la actuación de las Fuerzas Armadas en el interior de nuestro país, por ejemplo en caso de desastres naturales, la pandemia y actuaciones en apoyo al ciudadano. Sin embargo, hay menos consciencia de la actuación exterior. Si preguntas a los ciudadanos dónde hay fuerzas españolas desplegadas no son capaces de nombrar algún país en el que se encuentren. Es una tarea pendiente para nosotros: explicarles a los ciudadanos que no solamente las Fuerzas Armadas están para apoyarles cuando ocurre algún problema en España en el que los mecanismos normales de seguridad se ven un poco desbordados, sino que también hay una parte fundamental de su actividad que no se ve, al producirse en países lejanos o incluso en nuestro territorio nacional pero en zonas que no son visibles. La Armada, por ejemplo, está patrullando en nuestras aguas territoriales, en nuestra zona económica exclusiva marítima; el Ejército del Aire está patrullando constantemente en nuestro espacio aéreo… Eso los ciudadanos no lo ven y es una asignatura pendiente para nosotros explicarles su importancia.
Ante la amenaza del terrorismo islámico en lugares como el Sahel, las Fuerzas Armadas españolas también están llevando a cabo misiones de contención de un fenómeno que nos afecta tanto a nosotros como a nivel global. Noticias como las derivadas de la pandemia, que acaparan la atención de los medios de comunicación en los últimos años, parecen haber apartado este tema de la agenda, pero ¿sigue activo?
Sí, efectivamente fenómenos como el terrorismo están activos todavía. En el Sahel en concreto la situación es preocupante, los ataques son periódicos y de gran magnitud. Es un tipo de terrorismo que se focaliza mucho más en las zonas en donde actúa y es menos internacional quizás -los atentados en Estados Unidos y Europa se han reducido en número y en intensidad-, pero si en algún momento llega a tener éxito en el Sahel, en Oriente Medio o en otros lugares aumentarán los atentados en nuestro suelo.
Entonces es algo que hay que explicarle también al ciudadano, porque no es consciente de que en Mali o en Níger hay combates prácticamente todos los días y atentados, y si al final eso acaba en una victoria o una ventaja de los terroristas puede perjudicar a nuestra propia seguridad. Hay fuerzas españolas en Mali o en Somalia porque ahí hay fenómenos terroristas que si en un momento dado llegan a hacerse con el poder en esa zona acabarán repercutiendo negativamente en nuestra propia seguridad.
Por último, me gustaría preguntarle por los efectos geopolíticos que están teniendo y puede tener la pandemia de Covid-19.
Tiene muchos. De hecho, ha sido un revulsivo tremendo, por ejemplo, en cuanto al papel de China, que fue el origen del Covid, pero también ha llevado a cabo un tipo de gestión que se percibe como un éxito. Realmente ha tenido pocos casos y relativamente pocas muertes. Actualmente sigue siendo uno de los países donde apenas hay infecciones, pero también al cerrarse al economía de muchos países se ha visto la importancia de China en las cadenas de producción, que muchos consideran excesiva. Estados Unidos se ha alarmado al darse cuenta de que depende de China en muchos aspectos.
La pandemia en algunos lugares de Latinoamérica y África lo que ha hecho es empeorar situaciones que son ya de por sí bastante problemáticas. En Europa ha aumentado la situación, que ya teníamos previamente por la crisis, de angustia, de tensión, la sensación de que el sistema está fallando. Ahora vivimos más atemorizados que antes y eso nos hace más vulnerables. En fin, creo que está aumentando, y espero que acabe pronto, la vulnerabilidad de muchas sociedades, psicológica o física.
Además el hecho de que la vacunación no esté llegando por igual a todas las regiones del mundo puede afectar a la estabilidad, al tiempo que por una cuestión de humanidad debería haber un reparto más equitativo de las vacunas.
Una de las sorpresas desagradables de la pandemia, aunque también ha habido episodios de colaboración y de solidaridad, es que efectivamente cuando nos ocurre algo realmente grave muchos países se cierran sobre sí mismos. Hay algo de lógica en eso, que primero quieras atender a los tuyos y después al resto. Pero en algunas ocasiones la cerrazón es excesiva y hay que tener en cuenta que ante este tipo de amenazas globales como pueden ser las pandemias o el cambio climático realmente no hay una solución en particular, es decir, un país no va a solucionar este tipo de problemáticas él solo, tiene que colaborar con los otros. Sin colaboración, la pandemia se va a seguir desarrollando en el resto del mundo y va a seguir siendo una amenaza. Tenemos que aprender de esto que necesitamos mayor cooperación internacional, más solidaridad y visión estratégica, porque ya no sólo es una cuestión de humanidad, sino de que la pandemia se acabará cuando de acabe en todos los países. Mientras la pandemia siga activa en algún país nos seguirá afectando.