El director italiano Bernardo Bertolucci, tras el gigantesco éxito de la negrísima “El último tango en París”, reunió un elenco técnico (Vittorio Storaro en la fotografía, Ennio Morricone como responsable de la banda sonora) y artístico de primer nivel para lanzarse, casi sin red, a filmar un gran fresco histórico de la primera mitad del siglo XX en Italia. Por Luis López Belda.
‘Novecento’ no es una obra perfecta (ni falta que hace), pero sí una película franca, directa y apasionada como los granjeros cuya historia cuenta. La epopeya de la gente pobre y común (incluso, “los ricos” de esta historia, los Berlinghieri, ciertamente no son una familia poderosa en el contexto nacional transalpino de ese momento) que logra deshacerse de sus amos, se narra con poderío y sentido de comunidad. Como contrapartida, y como solía ser habitual en el cine militante de la época, la película se deja arrastrar por la retórica, idealiza los personajes y los reduce a caracteres “buenos” y “malos”, sin lugar para los matices.
Sin embargo, ciertas deficiencias de guión y dirección son ampliamente compensadas por los actores, que ofrecen recitales extraordinarios. Si el estadounidense Robert De Niro y el francés Gérard Depardieu están perfectos, el inconmensurable actor canadiense Donald Sutherland resulta superlativo como representante del fascismo: malo, violento, frío, poderoso y odioso.

Robert De Niro y Gérard Depardieu en un fotograma del film
La historia de la nación italiana se combina con la historia de las posesiones de Berlinghieri. Todas las transformaciones que están ocurriendo en las grandes ciudades de la tierra que vio nacer a Leonardo Da Vinci se reflejan en el pueblo y los campos de Bassa.
La duración excesiva (más de 5 horas), que sólo pesa en la primera parte cuando la historia se centra en las vidas de los niños o en las relaciones amorosas de los protagonistas, es una pequeña rémora ampliamente compensada por el cuidado en la caracterización de los personajes (la relación entre el viejo Dalcò y el viejo Berlinghieri está filmado de una manera excelente) y por algunas escenas de un lirismo extraordinario. A destacar la más importante de las escenas protagonizadas por otro grande de la interpretación cinematográfica: Burt Lancaster.
Sin embargo, y de manera paradójica (pues ya llevamos unas horas de película a nuestras espaldas), en la segunda parte, más puramente política, la narración se acelera y es más fácil de abordar por el espectador, mucho más amena. Sobre todo porque nos alejamos de la “tierra”, de la vida cotidiana del campo que sólo algunos directores de cine, entre los que no se incluye Bertolucci, han conseguido que resulte fascinante.
Por ello, es precisamente en la segunda parte, cuando la historia entra abrumadoramente en lo particular, que la película despega. El discurso político de Bertolucci no es totalmente lúcido (porque es parcial) pero es vigoroso: una vez que se eliminan los personajes “secundarios” de los campesinos, la historia colectiva desaparece y la mirada del director pasa a enfocarse en unos pocos personajes que ya no necesitan presentación, pues los conocimos en la primera parte y así seguimos sus eventos durante los años de fascismo y liberación por parte de las tropas aliadas durante la segunda Guerra Mundial.
En la liberación final, el tema de “la tierra” regresa, los granjeros retornan orgullosos para celebrar la nueva era bajo una gran bandera roja, el sol vuelve a salir y los protagonistas descansan durante un instante de sus disputas… que, a buen seguro, retomarán a más no tardar.
La película gozó de poco éxito en Estados Unidos, especialmente por la duración (y por la cantidad de banderas rojas presentes, que, en medio de la Guerra Fría, probablemente no gustaron mucho a los ciudadanos estadounidenses), pero tuvo una respuesta positiva en Italia y en gran parte de Europa y lanzó definitivamente a Bertolucci que, menos de diez años después, se “vengó” de la indiferencia estadounidense al recoger nueve Oscar por una de sus obras mayores, ‘El último emperador’.

Fotograma de ‘Novecento’
Vista hoy, ‘Novecento’ es una película del más alto interés histórico, un testimonio (parcial, pero no por ello menos imaginativo) de cómo Italia cambió entre el comienzo del siglo y el final de la Segunda Guerra Mundial. Las luchas de clases, el fin del poder absoluto de los patrones o caciques, el nacimiento de movimientos sindicales, la conciencia política de las clases bajas, el advenimiento y el fin del fascismo, son eventos que hoy estamos acostumbrados a leer en los libros de historia como figuras de un museo de cera, pero Bertolucci se las arregla para fusionarlos en una historia épica y orgánica y entregarlos vivos y palpitantes, incluso más de cuarenta años después de su realización.
Desde un punto de vista técnico y artístico, se mantienen incólumes los grandes trabajos de profesionales destinados a carreras muy brillantes a partir de este film, así como una película que en su conjunto resulta poderosa, influyente e importante, adjetivos que, desgraciadamente, se pueden aplicar a pocas películas italianas producidas con posterioridad al estreno de este monumento cinematográfico que todo cinéfilo debe ver. Son más de cinco horas, lo sé, pero ¿cuándo volveremos a tener tiempo para verla como ahora? Intentemos encontrar algo bueno en este confinamiento. Tener tiempo para ver “Novecento” es una de ellas.
Ficha artística:Año: 1976.
Dirección: Bernardo Bertolucci.
Duración: 314 minutos.
Género: Drama histórico.
Guión: Franco Arcalli, Giuseppe Bertolucci y Bernardo Bertolucci. Música: Ennio Morricone.
Fotografía: Vittorio Storaro.
Intérpretes: Gérard Depardieu, Robert De Niro, Dominique Sanda, Stefania Sandrelli, Donald Sutherland, Burt Lancaster, Sterling Hayden, Francesca Bertini, Laura Betti, Werner Bruhns, Stefania Casini, Anna Henkel, Ellen Schwiers, Alida Valli, Romolo Valli.
Premios National Society of Film Critics (NSFC): nominada a mejor fotografía.
Bodil Awards (Dinamarca): Mejor Película Europea.
Sindicato Italiano de Periodistas de Cine: Nominadas Actrices Secundarias (Valli & Betti).
Premios Sant Jordi: Mejor Interpretación en Película Extranjera (De Niro).
Festival de Cannes: Sección Oficial (fuera de concurso).
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Luis López Belda