Su afición se convirtió en profesión y Aranda como activista se volcó en la protección de las tortugas marinas en su país, una especie en peligro de extinción protegida por el Gobierno mexicano que pese a ello son atrapadas por redes de narcotraficantes y otras esferas de poder por tratarse de un lucrativo negocio que según ciertas creencias actúa de afrodisiaco y alimenta el ego de los estratos más ricos de la sociedad. Su defensa de las tortugas le llevó a ser seriamente amenazado de muerte y tuvo que refugiares en España para salvar su vida.
Siete años después, desde Alicante, donde reside junto a su familia, acaba de publicar ‘El lenguaje secreto de la Naturaleza’ (Plaza & Janés), un libro ameno, didáctico y divertido que nos desvela los sentimientos, las emociones y la inteligencia que albergan plantas y animales; un mundo fascinante y desconocido que abrirá los ojos de quienes lo lean hacia otros seres vivos que merecen el mismo respeto y derecho a la vida que los humanos.
Óscar Aranda presentará su primer libro el próximo sábado 7 de septiembre, a las 12:00 horas en Casa Mediterráneo. Días antes de la cita, el autor nos concedió una entrevista a la revista online de la institución diplomática.
¿Cómo comenzó su estrecha relación con las plantas y los animales?
Me viene desde niño. Tuve la suerte de que mi familia era amante de la naturaleza y desde pequeño viajábamos mucho, al menos dos veces al año, y mi padre tenía la costumbre de llevarnos a zonas inhóspitas, donde no había nadie, no había luz, absolutamente nada. En aquel entonces, México era un país más seguro y podíamos adentrarnos en los bosques y las selvas sin ningún problema. Gracias a ellos pude tener ese contacto tan profundo con la naturaleza.
En ‘El lenguaje secreto de la Naturaleza’ descubre aspectos desconocidos como por ejemplo que los árboles se comunican entre sí y utilizan a ciertos animales para su mutuo beneficio, que hay animales dotados de gran inteligencia… Este libro, ¿qué es lo que pretende transmitir?
Precisamente pretende abrirnos los ojos y descubrirnos que no somos tan distintos de otros seres, tanto plantas, como árboles y animales tan sencillos como un tijereta, una mosca o una avispa. Todos tenemos mucho que compartir en nuestro comportamiento. Ellos igual que nosotros tienen emociones, familia, momentos de ocio, crean alianzas, tienen que luchar, defenderse, se comunican y tienen que crear soluciones a los problemas a los que se enfrentan. No podríamos distinguir actitudes ni comportamientos en acciones que no hayamos hecho los humanos. Estamos mucho más ligados de lo que pudiera parecer.
Los árboles y las plantas, a los que históricamente se ha visto como un ser que está ahí, que no hace nada, mientras que en sus vidas, en sus raíces hay un entramado de comunicación entre unos y otros, transmiten mensajes y se pueden ayudar entre ellos. Pueden transmitir nutrientes, son capaces de emitir señales químicas para avisar a una avispa para que venga y les defienda de una oruga que está comiéndose sus hojas. Son capaces de crear una alianza súper compleja, por ejemplo, con hormigas para que éstas les defiendan. Es para su propio beneficio, aunque las hormigas también lo obtienen: un hogar, comida… Nos olvidamos de que existe esa relación tan compleja.
Al no utilizar nuestro lenguaje, quizás demos por hecho que no se comunican, cuando realmente lo que ocurre es que lo desconocemos.
Sí, cuento por ejemplo en el libro que con una mirada te puedes dar cuenta de que un animal te está transmitiendo la inteligencia que hay atrapada en ese ser. Su forma de comunicarse no la entendemos, es más compleja. Aunque hay animales que sí pueden darnos pistas de lo que intentar decir, pero es verdad que al final es un lenguaje y si tenemos la paciencia y la voluntad de entenderlos podríamos conocer mejor nuestros propios orígenes como animales que somos y entender que en este planeta podríamos convivir y coexistir de una manera mucho menos agresiva.
De hecho, los seres humanos matan animales sin necesidad, no por obtener alimento, sino sin motivo alguno. ¿La lectura de este libro puede despertar la empatía de las personas para que no acaben con la vida de otros seres vivos gratuitamente, reconociendo que tienen el mismo derecho a vivir que nosotros?
Absolutamente, de hecho hablo de que hay un déficit muy profundo en nosotros, una carencia de la Naturaleza; nos hemos olvidado totalmente de ella. En el libro, siempre de una manera divertida, positiva y sencilla para dejar a un lado los aspectos técnicos de la ciencia, intento transmitir que en nuestra vida cotidiana podemos divertirnos, ser felices y convivir de una forma pacífica con otros seres, incluso dentro de nuestro propio hogar. Entender por qué están ahí, cómo han llegado ahí y saber que tienen sus vidas y merecen esa oportunidad. Nosotros, por desconocimiento hacemos muchas cosas, pero cuando tenemos la voluntad de entender un poquito más qué es lo que pasa en sus vidas y por qué hacen lo que hacen podríamos cambiar nuestra forma de actuar, sin necesidad de sufrir ningún cambio.
Algo que me ha llamado la atención en el libro es que los pulpos tienen una gran inteligencia, a pesar de que sus madres no les pueden enseñar a sobrevivir porque mueren en el parto; o que las mariposas se posan en las lágrimas de los cocodrilos para obtener un regalo nupcial.
La gente se emociona mucho cuando va al bosque o a la selva, donde un montón de mariposas se posan en su cara y están notoriamente chupando con su lengua. La gente no sabe por qué, aunque sea un momento muy íntimo en el que se disfruta. La explicación es que las sales de nuestro sudor, los minerales que hay en los excrementos del ganado, así como en las lágrimas de las aves y los cocodrilos, que también chupan las mariposas, son elementos esenciales para incubar los huevos.
Los machos han desarrollado una fórmula para acumular esos nutrientes y empaquetarlos y es como un regalo que le hacen a la hembra cuando se aparean. El regalo nupcial consiste en ofrecerle un paquete de nutrientes para que ella no tenga la necesidad de desperdiciar ese tiempo valioso en buscarlos, de manera que se dedica a poner los huevos. Detrás de ese comportamiento tan curioso se encuentra un propósito de ayudar a la hembra.
Y en el caso de los pulpos, en el libro cuento que la hembra está tan segura de la capacidad que tienen sus hijos de aprender, que ella no necesita preocuparse por enseñarles. Ellos no son como nosotros, que tenemos un conocimiento heredado, vamos aprendiendo cosas y las transmitimos de generación en generación. Los pulpos, no; ellos empiezan de cero. Pero son seres muy inteligentes, con esos nueve cerebros que tienen, uno en cada brazo que se comunica con el cerebro principal. Cada brazo tiene cierta autonomía, de modo que tiene una habilidad para absorber información nunca antes vista, ni comprendida todavía. Los pulpos aprenden muy rápido, solucionan problemas y se buscan la vida de una manera que deberíamos admirar.
Su activismo en la protección de ciertos animales le ha costado caro a nivel personal. Por proteger a las tortugas en México fue amenazado de muerte por redes de narcos que creen que la ingesta de los huevos aumenta la virilidad, lo que le obligó a abandonar su país y establecerse en España. Cuéntenos qué pasó.
Sí, hay todo un tráfico ilegal del huevo de tortuga, que se considera afrodisiaco, pero también su carne, que cada vez se consume más en las esferas de la gente rica, como una forma de demostrar poder. A pesar de que es una especie que está protegida por la ley, y cuya vulneración supone un delito federal con penas de cárcel, es una manera de desafiar al sistema. Entonces, los más ricos tienen jaguares en su jardín y estofado de tortuga.
Lo que pasa es que descubres que hay una red muy compleja de tráfico de huevos y de carne y te encuentras en la tesitura de que la misma policía con la que estás trabajando muchísimos años, la formación que le has dado la está utilizando para su propio beneficio. Había varios implicados en una red de tráfico que yo denuncié, con muchos intereses ocultos, por lo que me amenazaron de muerte y tuve que dejarlo. Iban a por mí esa noche y tuve la suerte de que tenía a amigos en el Gobierno, que se enteraron e inmediatamente me dijeron: “Óscar, esta noche sal que van a por ti”. Me lo tomé en serio, porque me lo dijeron un amigo que trabaja en el Ejército y otro en el Ayuntamiento, así que con dos llamadas distintas que te dicen lo mismo… saltaron las alarmas. Yo estaba acostumbrado, en este tipo de trabajo a sufrir ciertas amenazas y cierto grado de riesgo, pero cuando vi que mi vida estaba realmente amenazada, siempre digo que un activista o un naturalista dedicado a la conservación, muerto no hace nada.
Fue una etapa de mi vida, la tuve que cerrar, pero ahora tengo la oportunidad de estar en España y siete años después escribir y contar ésta y otras muchas historias que viví.
Éste es su primer libro. ¿Tiene previsto continuar escribiendo otros sobre esta temática?
Sí, es mi primer libro publicado, pero están en la mesa varios sobre Naturaleza, tortugas marinas… poco a poco veremos cómo avanzan las cosas y esperemos que vayan muy bien.
Lugar: Casa Mediterráneo (antigua Estación de Benalúa).
Participantes: Óscar Aranda (autor) y diversos expertos en la materia.
Entrada libre, limitada al aforo.
Parking gratuito hasta la finalización del evento.