Cultura y mecenazgo en la Nápoles española
Detalles del evento
Nápoles ha ejercido y ejerce una gran atracción para los españoles,
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Nápoles ha ejercido y ejerce una gran atracción para los españoles, desde que, Alfonso V de Aragón venciera a Renato de Angiò, en 1442. En el arco labrado de Castilnuovo puede verse, en la actualidad, la huella indeleble de esa entrada regia en la ciudad. A partir de ese momento, la historia de ambos territorios estaría ligada a la Corona de Aragón y a la Monarquía de España. Fue Fernando el Católico el que estableció la fórmula del virreinato en Nápoles, que duró de 1503 hasta 1707. Los argumentos de legitimidad dinástica, la conquista y la diplomacia fueron los tres cauces a través de los cuales el rey católico incorporó Nápoles a su Corona. Carlos I heredó Nápoles y otros vastos territorios europeos. Este hecho dinástico contribuyó a la hegemonía de una Monarquía compuesta o plural inaugurada por sus abuelos maternos, en la que el escenario italiano, como bien sabía Gattinara, fue esencial para mantener el liderazgo durante largo tiempo. En este marco histórico, se fueron sucediendo en el reino de Nápoles una serie de virreyes que tuvieron, muchos de ellos, inquietudes culturales y que promocionaron el arte, las fiestas y el ceremonial en una ciudad que iba creciendo de forma desproporcionada respecto al resto de provincias. Nápoles poseía una nobleza de fuerte autonomía con la que los virreyes tuvieron que colaborar e intentar influir para ganar lealtades; una nobleza arraigada en el gobierno de la ciudad y de gran cultura y refinamiento, como los Carafa, Caracciolo, Ávalos, Guevara, Aquino o del Balzo. La transformación de la ciudad y la política cultural fueron en muchas ocasiones piezas claves de ese engranaje, ya que la creación de una cultura cortesana provincial, como dijera X. Gil Pujol, permitió crear espacios comunes en una corte, que fue reflejo áulico de la corte de Madrid, con su peculiaridad. En ese sentido, la ficción de poseer un altro re, un vicerè, no siempre concitó adhesión. Por ello, la cultura jugó un papel político y simbólico primordial para los virreyes y para la Monarquía. En el siglo XVI, los virreyes que permanecieron más tiempo en el cargo, Pero Afán de Ribera, duque de Alcalá, y Pedro de Toledo, marqués de Villafranca, fueron ejemplos de la importancia de la promoción artística, las alianzas con las elites italianas, no exenta de discrepancias, y fueron canales de comunicación entre el gusto italiano y España. Como ellos, en el siglo XVII, los virreyes mantuvieron una activa política cultural de distinto signo, según el titular y las circunstancias, e impulsaron fiestas y cambios ceremoniales para garantizar la lealtad a la Corona y engrandecer su linaje. Muchos de ellos fueron grandes coleccionistas y se relacionaron con los artistas y arquitectos e ingenieros napolitanos. Los Lemos, el conde de Benavente, el duque de Osuna, el conde de Monterrey, el conde de Oñate, el marqués del Carpio, el duque de Medinaceli y el marqués de Villena son algunos casos paradigmáticos de cómo la cultura tenía una importancia política y simbólica, además de estamental, que marcó una de las directrices de gobierno más productivas y eficaces, donde la cultura era esencial, especialmente, en el XVII, cuando ese canal de comunicación se intensificó, gracias al gusto coleccionista del Rey Planeta y el desarrollo del barroco.
Hora
(Lunes) 19:00
Lugar
Evento online