La bailarina italiana Federica Espósito trajo el pasado 20 de abril al espacio azul de Casa Mediterráneo su pieza de danza contemporánea titulada “This must be the place”, en el marco del festival Abril en Danza 2022. La coreógrafa e intérprete puso en escena una performance inspirada en el concepto de utopía, un término acuñado por Tomás Moro en 1516 que significa “lugar que no existe”. Un lugar ideal al que muchos aspiran y que en ocasiones sirve de motor de la vida aunque nunca llegue a encontrarse.
Federica Espósito convierte esta aspiración atemporal y universal en gesto, expresión y movimiento con aires surrealistas magistralmente interpretados. En el trayecto, esta búsqueda se ve abocada al naufragio, una idea recurrente en abundantes textos del género utópico en su vertiente positiva, como muestra el viaje al que nos invita la joven bailarina. De forma previa a su actuación, Alicia Soto y Ricardo Gassent presentaron las publicaciones “Poéticas de creación en danza” y “Trabajo de Sísifo. Las Artes escénicas en la educación”.
Con el fin de indagar en los entresijos de “This must be the place” mantuvimos una entrevista con Federica Espósito. Artista de danza freelance, se formó profesionalmente en Modem Studio Atelier (Compagnia Zappala’ Danza) y Startanz (director artístico Giusi Santagati) en Catania (Italia), su ciudad natal. Desde los 19 años ha trabajado como bailarina profesional para varias compañías y proyectos de danza internacionales en países como Italia, Inglaterra, Escocia, Gales, Irlanda o Francia. Ha participado en proyectos como los de Dundee Rep Theatre, Henry Oguike, The Glasgow School of Arts, DanceBase Edinburgh y Scottish Dance Theatre, entre otros. Actualmente imparte clases como freelance en compañías profesionales de danza, teatros, programas de formación profesional, academias y universidades de toda Europa.
“This must be the place” es un proyecto coreográfico corto inspirado en el concepto de utopía. ¿Qué pretende transmitir con este espectáculo?
La búsqueda de un lugar ideal. He vivido en muchos países. Tras una estancia en Edimburgo, volví a Italia, trabajé en Irlanda, Alemania, en muchos lugares y aún no he encontrado ese lugar perfecto. En este mundo probablemente no exista. Esta performance lo representa mediante unas coordenadas surrealistas. Es una búsqueda de cómo podría ser ese lugar traducido en movimientos, gestos, emociones, sensaciones… Lo que quiero es que el público pueda ser transportado a mi pequeño mundo. Creo que cada uno de nosotros imagina su propio lugar ideal, que no es el mismo para todos. En esta actuación propongo al público que me acompañe y comparta conmigo su idea de mundo perfecto.
El proyecto se inspira en varios textos relacionados con el lugar ideal. ¿En qué historias se ha basado para construir su propio relato?
He leído muchos textos, entre ellos “La Nueva Atlántida” de Francis Bacon y “Utopía” de Tomás Moro. En todos esos libros se llega al lugar ideal a través del naufragio, que de ser algo espantoso finalmente conduce al bienestar. Ese naufragio, por lo tanto, lleva al vórtice, a la inestabilidad, pero también al agua, al placer. Es lo que se denomina “naufragio positivo”.
Estos tiempos de pandemia ha propiciado muchos tipos de naufragio. ¿El naufragio positivo del que usted habla es un paso previo para alcanzar el lugar ideal?
Sí. Normalmente los trabajos que hago tienen un componente oscuro, pero este no lo es. Espero que deje un mensaje positivo. Es un juego en el que propongo al espectador iniciar un viaje juntos con el fin de encontrar ese lugar ideal.
Esa idea utópica es un tema atemporal que ha sido abordado en tiempos pasados, pero que sigue plenamente vigente en la actualidad…
Me hizo reflexionar mucho el hecho de que los textos antes mencionados son muy antiguos -Tomás Moro por ejemplo nació en 1478-, pero muy modernos al mismo tiempo. Las ideas son las mismas. El ser humano siempre estará buscando el lugar ideal. “La Nueva Atlántida” es especialmente actual; al final plantea una relación de los aspectos que habría que mejorar en ese mundo ideal, relativos a la ciencia y a la vida cotidiana. Parece escrito ayer.
Su trabajo como bailarina la ha llevado a muchos lugares de Europa. Como italiana, ¿ha encontrado elementos comunes en los países mediterráneos? ¿La danza es un lenguaje universal?
He trabajado en muchos países europeos y fríos, como Escocia, Irlanda, Gales, Inglaterra… La danza es un lenguaje universal; eso puedo asegurarlo por mi propia experiencia. Pero países como España, Italia, Portugal o Malta tienen una especie de hilo que los une. Quizás el clima, la manera de vivir y de relacionarnos con la familia y los amigos nos hace diferentes y aunque la danza nos une a todos, en el Mediterráneo lo hace de una forma distinta. Por ejemplo, en los países del norte de Europa pese a que el público esté muy conectado con la performance, esta se vive de otra manera. Los mediterráneos somos más cercanos, diferentes, sin ningún tipo de connotación positiva o negativa.
¿Esta es la primera vez que participa en el festival Abril en Danza?
Sí. Estoy muy contenta por la manera como conocí a Asun Noales [la directora del festival] en enero de 2020, antes del comienzo de la pandemia. Vio mi performance en un formato inicial, en su primera fase, y le gustó mucho, pero con todas las dificultades ocasionadas por el covid, no he podido traerla al festival hasta esta edición de 2022. Y me siento feliz de estar aquí.
Fotografía superior destacada: Federica Espósito – Cortesía de Abril en Danza