¿Qué es la cooperación inclusiva?
Estamos en un mundo complejo, con una situación compleja que requiere soluciones complejas. Tenemos ahora sobre la mesa cuatro agendas que marcan la nueva visión de lo que tiene que ser la cooperación: la agenda de Addis Abeba de Financiación del Desarrollo, los Objetivos de Desarrollo Sostenible, la Agenda de Medio Ambiente 21 y la Agenda Urbana de Hábitat 3.
Con ese paradigma nuevo que se crea para el desarrollo lo que se plantea es que las políticas de cooperación no pueden ser sólo de transferencias, sino de acompañamiento de esos procesos de desarrollo. Por lo tanto, ya no hablamos sólo de una cooperación al desarrollo, sino de esa cooperación inclusiva, que incluye una visión del desarrollo sostenible en sus tres dimensiones: económico, social y medioambiental. De tal manera que verdaderamente haya un desarrollo que permita que nadie quede atrás.
¿El desarrollo inclusivo, además de incluir estos tres factores, supone involucrar a los receptores de la cooperación al desarrollo?
Sí, es mucho más. Esa inclusividad por un lado alude al ámbito del contenido de lo que hacemos y, por otro lado, a la parte metodológica. ¿Por qué? Porque vivimos en Estados desagregados, donde el poder de decisión ya no está solamente en los Estados, sino en las autonomías, en los gobiernos locales, en la sociedad civil, empresas y distintos organismos. Pero, al mismo tiempo, hablamos de una cooperación que no puede ser a oferta, sino que tiene que ser a demanda. Y sobre todo, una cooperación que tenga en cuenta a los beneficiarios que pasan de ser receptores a ser verdaderamente socios del desarrollo.

Conferencia de Federico Buyolo en Casa Mediterráneo
Si la población local se convierte en socia de ese desarrollo, ¿sabe cómo aprovechar mejor y valorar esas políticas de cooperación?
Sí, sobre todo porque lo que no podemos hacer es replicar modelos existentes en el Norte, sino que de lo que se trata es de que ese desarrollo sostenible inclusivo nazca desde la base de la idiosincrasia de cada sitio donde se trabaja, con sus necesidades, con su cultura y sus proyectos de desarrollo.
Durante muchos años hemos pasado de una cooperación asistencialista a una cooperación de desarrollo y a una cooperación de transferencia de conocimientos y, sobre todo, monetaria a través de proyectos de cooperación. De lo que se trata ahora de es acompañar y generar esas nuevas alianzas que conviertan a los beneficiarios en socios del desarrollo, a través de sus necesidades con nuestras capacidades.
Para detectar esas necesidades, habrá que hacer un trabajo de campo, sobre el terreno.
Hay generar espacios de diálogo, ya no vale que desde el Norte decidamos lo que necesita el Sur, sino que establezcamos esos canales de participación y decisión conjunta en las actuaciones que vayamos a emprender. ¿Qué significa esto? Te pongo un ejemplo muy claro: Nosotros estamos trabajando con un concepto de asociación-región, que significa que nuestros actores con sus actores, nuestras capacidades con sus necesidades, definimos el plan de desarrollo que tenemos que realizar. Porque de lo que se trata es de que ese desarrollo sea sostenible en el tiempo y que efectivamente nazca de las necesidades reales de la ciudadanía y de las administraciones y esté apoyado por nuestra experiencia, nuestro advertise y nuestro know how.
¿Qué políticas de cooperación está desarrollando en estos momentos la Generalitat Valenciana?
Ahora mismo, somos muy punteros en esta nueva redefinición de la política de cooperación en dos instrumentos para nosotros vitales: por un lado, la Ley de Cooperación y Desarrollo Sostenible, que es la primera ley en España que une ambos conceptos, con una visión mucho más amplia de las políticas de cooperación; y por otro lado el Plan Director, que establece nuestras líneas de cooperación, ligadas a los Objetivos de Desarrollo Sostenible con cinco esferas, nueve estrategias y 46 objetivos, que lo que hace es fortalecer una cooperación basada en el desarrollo sostenible y muy aterrizada en los territorios en los que estamos trabajando. Esos dos instrumentos, más las capacidades de nuestras organizaciones solidarias, nos permiten poder hacer proyectos de cooperación con largo recorrido. Se trata de acompañar en sus procesos de crecimiento a esos países.
¿En qué países trabajan las ONG a las que apoya la GVA?
Actualmente, en el cuarto Plan Director de Cooperación hemos ampliado el número de países. Por un lado, tenemos los países tradicionales de la cooperación valenciana, que son los de Centroamérica más Paraguay, India, Palestina y población palestina y Mozambique, que hemos ampliado a lo que consideramos una zona prioritaria: el Mediterráneo, Marruecos, Argelia y Túnez, y la franja del África subsahariana, incluyendo también Senegal, Mauritania y Burkina Faso, porque entendemos también que es una zona preeminente para nosotros, por su vinculación cultural, social e incluso económica. En total son 32 países los que tenemos priorizados dentro de nuestro Plan Director.
La cooperación valenciana, al margen de que se enfoque a propiciar el desarrollo de los pueblos donde coopera, ¿se dirige también a evitar la inmigración forzosa de quienes huyen de la pobreza, que además es caldo de cultivo para el terrorismo?
Tenemos dos cuestiones. Primero, en los países con índices de desarrollo humano más bajo, es decir, los más empobrecidos, nuestro trabajo se dirige en dos líneas: por un lado, procurar bienes públicos globales -sanidad, educación, etc.-; y por otro, fortalecer a la ciudadanía y sus derechos y libertades para que puedan desarrollar su proyecto de vida. Eso confluye, efectivamente, en que todo el mundo tenga oportunidades de desarrollarse en aquel lugar donde ha nacido y donde decida tener su vida, independientemente de que la capacidad de emigrar de un sitio a otro es voluntad de cualquier persona. Pero, sin duda alguna, requiere que establezcamos líneas de trabajo muy potentes para que todo el mundo tenga garantizado que en el lugar donde ha nacido tenga esos derechos garantizados y esos bienes públicos globales.
En los países de renta media, en América Central, trabajamos fundamentalmente en fortalecer los procesos de democracia de las instituciones y las capacidades de los ciudadanos, porque no hay que olvidar que la cooperación no es sustitutiva de la política interna de cada uno de los países, sino que lo que hace es acompañar esos procesos de desarrollo.
¿Cómo se fortalece la capacitación de la ciudadanía?
Mediante transferencia de conocimientos, formación, capacitación, procesos de participación… en definitiva, hacer ciudadanía.
¿Cómo ve la solidaridad de los españoles, que descendió con la crisis y ahora con la recuperación económica parece mostrar atisbos de mejora?
Una parte no es del todo cierta. Los informes de fundraising (captación de fondos) decían que la solidaridad había bajado en el ámbito institucional -en la Comunidad Valenciana descendió en un 99% hasta el año 2015 y en el conjunto de España hasta el 76%- sin embargo, la aportación que las personas hacían a las organizaciones solidarias se había mantenido e incluso en algunos casos se había incrementado. La solidaridad lo que hace es cohesionar a la sociedad, esa solidaridad que ya no es de aquí con los nuestros. Nos hallamos en un mundo global y cualquier cosa que pase en cualquier parte del mundo es importante para tu bienestar local y global, y la solidaridad se ha ido manteniendo.
Es cierto que lo que ha bajado es el número de organizaciones solidarias, que no han tenido la capacidad suficiente para mantenerse porque dependían de recursos públicos. Ha habido una reestructuración dentro de las ONG para que su mix sea cada vez más de apoyo ciudadano y menos de administraciones públicas, buscando otros modos de financiación. El último Euro Barómetro refleja que el 90% de la población entiende que se tienen que hacer políticas de cooperación como expresión de la solidaridad de los pueblos.
¿Cómo aprecia la solidaridad de los españoles? En España la ciudadanía responde muy bien ante las emergencias, pero ¿valora la importancia de la cooperación al desarrollo, sostenida en el tiempo?
Cuando hay una emergencia, la solidaridad del pueblo español y valenciano ha estado siempre por encima de lo esperado. En el ámbito de la cooperación al desarrollo, que no es tan visible, es más complicado poder comunicarla. Estamos trabajando en la idea de buscar un modelo de comunicación para el desarrollo que no sea una comunicación de marketing ni de gestión, sino de explicar qué significa esa solidaridad y que ésta produce equilibrio en otras partes del mundo. Esa parte es más complicada hacerla visible, lo que conlleva que el apoyo de la ciudadanía sea más fiel pero más complicado de atraer.
Nuestro empeño se centra en fortalecer una ciudadanía global, transmitir que ya no se trata de la colaboración Norte-Sur, sino de entender que estamos en la misma aldea global y que lo que pasa, por ejemplo, en Congo ahora mismo con el ébola, si no actuamos ahora mismo allí de una manera inmediata vamos a tener una crisis humanitaria y de salud muy importante. También estamos presenciando la crisis de refugiados en Siria, un país de renta media, con un elevado índice de desarrollo humano, un gobierno estabilizado… que después de siete años de una guerra cruenta ha producido una crisis de emigraciones brutal e incluso ha llegado a hacer saltar los resortes de la política exterior europea, llevando incluso a ese tratado, poco ético, entre Europa y el Gobierno turco para la expulsión de los refugiados sirios.