Revista Casa Mediterráneo

Miguel Bernal: “Para el Mediterráneo, la pesca y la acuicultura son parte intrínseca de su cultura”

on septembre 6, 2021

Entre las primeras actividades de la programación de septiembre de Casa Mediterráneo se encuentra una nueva sesión del ciclo ‘Medio Ambiente y el Mediterráneo’, que en esta ocasión pondrá el foco en la pesca en el Mediterráneo mediante un encuentro digital con el representante en la Comisión General de Pesca (CGPM) de la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), Miguel Bernal. El encuentro será el lunes 6 de septiembre a las 19 h. y podrá seguirse en la web de la institución diplomática.

En la charla se incidirá en la importancia histórica, cultural, social y económica de los productos de la pesca y la acuicultura, su dimensión como fuente saludable de alimentación y los retos para hacer estas actividades más sostenibles. También se abordarán las dificultades particulares a las que se enfrenta el Mar Mediterráneo y la colaboración de los países de la región para darles solución. Como adelanto, mantuvimos una entrevista con el Sr. Miguel Bernal.

En primer lugar, ¿qué importancia tiene el sector pesquero en el Mediterráneo? ¿Qué significa la pesca para los países mediterráneos?

Ésta es una región del mundo donde la pesca tiene milenios de antigüedad. Disponemos de constancias arqueológicas y en los museos de actividad de pesca avanzada desde los tiempos de los fenicios, los romanos… y lo mismo se podría decir incluso respecto a la actividad de la acuicultura, que es un poco más compleja. Realmente, para el Mediterráneo, la pesca y la acuicultura son parte intrínseca tanto de la cultura de nuestras zonas costeras como de la alimentación, de la dieta mediterránea, y como un soporte muy importante del turismo. La pesca y la acuicultura dan de comer no sólo a las personas que se dedican directamente a esta actividad, sino también a todas aquéllas que utilizan la pesca y sus productos como un recurso que atrae a gente a nuestros restaurantes y costas y que, desde luego, trae un medio de alimentación saludable para toda la población costera. 

¿Cuál destacaría que es la contribución principal que hacen la pesca y la acuicultura para una nutrición saludable y sostenible?

Los productos marinos, ya sea el pescado o las algas que se están empezando a utilizar, tienen una serie de características muy concretas. Tienen una concentración de micronutrientes bastante más elevada que otros alimentos y en el caso del pescado, una concentración mayor de Omega 3. Hay muchos estudios que prueban que el consumo de pescado es saludable, particularmente en etapas tempranas de la niñez para el desarrollo de la infancia e incluso en mujeres embarazadas es beneficioso tanto para la salud de la persona que lo ingiere como para los bebés y las futuras generaciones.

¿Cómo describiría el estado de la pesca y la acuicultura en el Mediterráneo hoy en día?

Estamos en un momento complicado. Sobre todo la pesca viene de un período de crisis en el que las capturas han ido bajando, los stocks naturales de pescado están sobreexplotados en un gran porcentaje y eso genera una gran tensión para los pescadores porque, lejos de los niveles de capturas de hace 30 o 40 años, les resulta cada vez más difícil ganarse la vida en esta actividad. Hay una necesidad de reducir el esfuerzo de pesca, con lo cual se trata de empleos que están sufriendo reducciones, limitaciones, para intentar recuperar estas poblaciones y, por lo tanto, mantener esta actividad milenaria y hacerlo de una forma sostenible.

¿Le consta que se estén tomando medidas de gestión sostenible? ¿Qué acciones deberían ponerse en marcha?

Realmente, se están tomando muchas medidas, que no siempre son tan obvias, pero en general todos los países del Mediterráneo han avanzado bastante en la gestión de su sector pesquero. Por una parte, hay un conocimiento mucho mejor de las actividades pesqueras y de la cantidad, por ejemplo, de barcos de pesca y de personas ejerciendo ese tipo de actividades a lo largo del Mediterráneo. Por otra parte, hay países más adelantados en los que se ha implementado una serie de medidas de gestión de pesca bastante avanzadas. Por ejemplo, reducción del número de días en los que el sector puede operar, limitación del número de artes que se pueden utilizar en las distintas modalidades de pesca que se realizan, zonas de veda o protección, donde las actividades están o bien limitadas o, incluso en algunos casos, prohibidas. 

Hay un rango muy amplio de medidas de gestión y también hay un rango entre lo avanzados que están los diferentes Estados a lo largo del Mediterráneo. Algunos están más adelantados y tienen una capacidad de implementar medidas y de hacer un seguimiento de las mismas asegurándose de que se cumplen y cuando se incumplen establecer un proceso de multas o de restricciones para que en el futuro los cumplimientos se mejoren. Existen otros Estados en donde todavía este proceso necesita un apoyo para mejorar su capacidad, tanto de implementar las medidas como de hacer un seguimiento. Éste es parte de nuestro trabajo. Nosotros intentamos asegurar que todos los países tengan la capacidad necesaria para implementar estas medidas necesarias que van a llevar a la sostenibilidad de los recursos y de la actividad pesquera.

Más allá de la voluntad de los distintos países, usted afirma que existe una cooperación excepcional entre los países del Mediterráneo. ¿Podría desarrollar un poco esta idea?

La cooperación es excepcional porque la situación no siempre es fácil. Por ejemplo, los países europeos tienen una política pesquera común que les permite estar perfectamente alineados a la hora de gestionar sus actividades de pesca, pero hay otra serie de países como los del norte de África o el este del Mediterráneo fuera de la Unión Europea que no siempre tienen una visión común, unos mecanismos de cooperación que faciliten tomar medidas conjuntas en una serie de cuestiones. Pero, en concreto para la pesca, nuestra organización, la Comisión General de Pesca del Mediterráneo, permite a países que en otros contextos no siempre les es fácil discutir, llegar a acuerdos, tener medidas comunes, se sienten en la misma mesa, compartan datos de una forma bastante abierta, lleguen a conclusiones comunes, a acuerdos comunes de gestión, como es el caso de los diez planes de gestión que hemos aprobado en los últimos años e incluso hagan estudios de control comunes. 

En estos momentos tenemos varias zonas, por ejemplo, en el Canal de Sicilia, donde tanto los países europeos como no europeos se han puesto de acuerdo en tener unos esquemas de control de pesca comunes. Esto es bastante excepcional. Es cierto que hay más regiones del mundo donde otras organizaciones regionales de pesca también han conseguido hacer esto, pero no siempre es la generalidad en cuestión de cooperación internacional entre países que, como digo, tienen situaciones y prioridades diferentes. Y en el caso de la pesca en el Mediterráneo hemos sido capaces, en los últimos años, de que se pongan de acuerdo con unos objetivos y unas medidas comunes, e incluso con unos medios comunes para luchar por ejemplo contra la pesca ilegal o las actividades no reguladas en nuestra zona. En ese contexto es en el que yo digo que realmente la colaboración en materia de pesca es bastante excepcional por lo generalizada que resulta. Tenemos a todos los países del Mediterráneo sentados en nuestras mesas, discutiendo y adoptando medidas comunes. Esto es algo que hay que reconocer y lo único que hay que hacer es continuar con este esfuerzo para que esas medidas se adopten en todos los aspectos de pesca que necesitan una regularización que nos lleve a la sostenibilidad que todos queremos alcanzar.

Una de las principales prioridades es asegurarnos que la actividad pesquera se convierta en sostenible.

¿Qué aspectos habría que tener en cuenta?

Cabe destacar, por ejemplo, que hace un par de semanas la Comisión General de Pesca del Mediterráneo ha adoptado su nueva estrategia para llegar a la sostenibilidad de la pesca y la acuicultura en los próximos diez años. En esta estrategia se delinean muy claramente cuáles son las prioridades. Una de las principales es asegurarnos que la actividad pesquera se convierta en sostenible. Estamos muy lejos todavía de esta meta. Somos una de las regiones del mundo donde el porcentaje de stocks de pesca sostenible es más bajo. Tenemos un porcentaje de sobreexplotación elevado. Esto es así porque en esta región la actividad de pesca se ha desarrollado durante muchísimos años, durante una etapa de tiempo muy prolongada, que ha ido creciendo conforme a las necesidades y la capacidad de capturas en los distintos países, hasta que se ha llegado a un punto en el cual la capacidad pesquera actual es muy superior a la capacidad de productividad de nuestro mar, que además es un espacio afectado por otra serie de problemas. Tenemos un mar bastante limitado en el espacio, con una conexión muy restringida con otros océanos, con lo cual los problemas de polución, de aparición de especies no indígenas, del cambio climático… hacen que la productividad de esta región, los ecosistemas estén en un cierto riesgo. Todo este conjunto hace que realmente haya que hacer un esfuerzo excepcional para poder revertir esta situación de sobreexplotación. Tenemos que conseguir adecuar la capacidad pesquera a la productividad de esta región y tenemos que lograrlo actuando en cada uno de los países de la zona.

¿Hay datos esperanzadores en ese sentido?

Sí, la verdad es que es muy importante encontrar el equilibrio entre decir que estamos en una zona en riesgo, con una sobreexplotación elevada, pero también agradecer y decir muy claramente que las medidas que se están tomando parece ser que empiezan a tener un reflejo en una mejora en la situación. En la CGPM publicamos un informe cada dos años del estado de la pesca y la acuicultura en el Mar Mediterráneo y en el Mar Negro y hemos encontrado que el índice de sobreexplotación se ha reducido y que la explotación actual es un 10% menor y por lo tanto un poco más cercana a lo que consideramos sostenible. Como he dicho antes, desgraciadamente estamos todavía muy lejos. El valor actual medio de sobreexplotación es más del doble del que consideramos sostenible y el porcentaje de stocks sobreexplotados de los que tenemos una evaluación científica es cercano al 70%. No obstante, hay buenas noticias: Estos valores están reduciéndose, pero no podemos todavía cantar victoria. Aún queda un esfuerzo importante para llegar a este objetivo, que es muy importante, principalmente para el propio sector porque una actividad no sostenible corre el riesgo de seguir manteniendo condiciones difíciles en las próximas décadas. 

¿Cuál es el estado de los trabajadores del mar en el Mediterráneo y cómo se pueden abordar las dificultades que puedan estar atravesando?

Observamos algunas generalidades, pero también muchas diferencias entre los distintos países. Me gustaría contar cómo con el tema de la pandemia del Coronavirus que hemos sufrido en el Mediterráneo, al igual que en cualquier otra región del mundo, hemos visto dos cosas. La primera, que el sector pesquero es un sector muy dinámico. El sector pesquero mediterráneo ha sido capaz, por una parte, de adaptarse muy rápidamente a esta crisis tan importante que hemos sufrido y por ejemplo se han abierto tiendas de pescado online, una serie de oportunidades para intentar dar salida a los productos del mar que no existían antes y se ha hecho en un tiempo récord. Por otra parte, el lado negativo que ahora se ha hecho muy obvio es que desgraciadamente hay un porcentaje importante de la gente que trabaja en el mar que no tiene unas condiciones de seguridad social, de colchón social, tan necesarias como otros sectores. Nos encontramos con un sector pesquero en el que un porcentaje importante de los pescadores no tiene seguros de vida, cobertura social, ayudas al desempleo… lo que les hace particularmente vulnerables. 

Además las condiciones de trabajo son de por sí  complicadas -las tareas se realizan en el mar, donde las condiciones pueden cambiar de un momento a otro-. Por ello, es importante que les demos apoyo y los países que lo necesitan encuentren soluciones para mejorar las condiciones de trabajo de quienes trabajan en la mar.

¿Le consta que los países estés tomando medidas en ese sentido?

Creo que sí. Estas cosas llevan un tiempo. Lo primero de todo, con la pandemia, todos los países han intentado ayudar a los distintos sectores. Considero que ha habido un reconocimiento general en la importancia de todos los sistemas de producción de comida. Mientras una gran parte de la población no podía trabajar o salir de su casa, estos sectores al igual que el sanitario han tenido que continuar con su trabajo porque era necesario para toda la población seguir manteniendo los productos alimentarios que precisábamos en nuestro día a día. Este reconocimiento, que considero que es importante, ha venido acompañado de una serie de medidas para ayudar a todos los sectores. Ahora, quizás lo relevante es que allá donde se haya detectado un problema particular, como por ejemplo en el sector de la pesca de pequeña escala a lo largo Mediterráneo, estas medidas se tienen que discutir y consolidar a largo plazo, que no sean sólo medidas de contención de una crisis, coyuntural, sino medidas estables para mejorar las condiciones del sector.

Desgraciadamente, mucha gente abandona el sector pesquero. La gente que trabaja en la mar lo ha hecho por generaciones, es una labor muy vocacional, pero las condiciones no son fáciles y muchos abandonan. La edad media de los trabajadores del mar está aumentando, con lo cual no vemos mucha gente joven que esté interesada en ese trabajo y esto es un indicador de que las condiciones no son tan buenas como las que pueden encontrar en otro tipo de empleos. Aquí es donde, de nuevo, hay un trabajo muy importante que hacer para que sea atractivo, para que las nuevas generaciones vean que puede ser una salida tan atrayente como podría ser cualquier otra. ¿Se están tomando medidas? Como he dicho, creo que sí. Sobre todo hay un buen conocimiento general de este problema. Desde la Comisión General de Pesca hemos lanzado un foro de discusión sobre la pesca a pequeña escala, que ha sido muy bienvenido por todos los países, en el que queremos oír cuáles son las prioridades del sector e intentar ver cómo a nivel regional, que es nuestro ámbito, podemos ayudar a asegurar unas condiciones mínimas estándar. 

Los pescadores están muy introducidos en la sociedad de los países mediterráneos y sus zonas costeras, pero no siempre se les reconoce la labor o el rol social que cumplen.

¿Cuáles serían las fórmulas para hacer este sector más atractivo a las nuevas generaciones?

Hay distintos aspectos. Por una parte, el reconocimiento social. Creo que en el Mediterráneo en general hay una visión de la pesca como algo muy cercano. Es difícil encontrar un pueblo costero en el Mediterráneo que no tenga un puerto o una plaza dedicada al mundo del mar, que no tenga pescadores… Hay datos curiosos. En muchos de los países del Mediterráneo una de cada cien personas es pescador. Los pescadores están muy introducidos en la sociedad de los países mediterráneos y sus zonas costeras, pero no siempre se les reconoce la labor o el rol social que cumplen. Creo que como cualquier otro medio de vida, una parte importante es el reconocimiento social y que no se les asocie sólo a una serie de problemas como la sobreexplotación. Considero que el sector y la sociedad están dándose cuenta de que pueden ser parte de la solución. Por ejemplo, el sector pesquero está muy implicado en la recuperación de basura marina, de plásticos del mar… Vemos un cambio de mentalidad en cuanto a que, por ejemplo, especies vulnerables como las tortugas o los tiburones que en algunas ocasiones desgraciadamente se ven afectados por los artes de pesca, se lanzan de nuevo al mar mientras se encuentran en buen estado y sobreviven a este accidente. Una parte importante es generar esta conciencia social y valorizar el trabajo de la pesca. 

Otra parte, que comentábamos antes, son las condiciones de trabajo. Se trata de un empleo que requiere una formación importante a todos los niveles, poder manejar un barco y una serie de artes complejas, pero también una formación de saber tradicional, como dónde ir a pescar, dónde están los mejores caladeros, cómo hacer la maniobra de pesca para conseguir más pescado y evitar que las redes se queden enganchadas en el fondo… Esta formación elevada tiene que estar acompañada de unos beneficios a ese nivel. Debe haber un salario digno, unas condiciones de trabajo decentes y entre todos tenemos que valorizar los productos de la pesca. Entender que el pescado tiene que tener un precio y que ese dinero revierta en el pescador. Creo que eso se cumple en algunas partes del sector pesquero, pero no en todas. En la pesca a pequeña escala costera muchas veces es difícil llegar a fin de mes y gozar de una condiciones laborales dignas y ahí es donde hay que actuar, valorizando el trabajo y el producto de la pesca, encontrando maneras de aprovechar todo lo que se pesca, no descartando nada y dándole ese valor añadido. 

Imagen superior destacada: Miguel Bernal FAO – Imagen publicada en Mava Foundation pour Nature.

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