Casa Mediterráneo, con la colaboración de la Oficina de Gestión de Proyectos Institutionales de la Universidad de Alicante, acogerá el miércoles 16 de marzo la presentación del Proyecto Internacional DEMOS: The role of higher education for the assurance of Human Rights in the Mediterranean (“El papel de la educación superior para la garantía de los Derechos Humanos en el Mediterráneo”), un evento de carácter presencial mediante invitación.
Se trata de un proyecto europeo dirigido a profesores de diversas universidades de la región MENA (Medio Oriente y el Norte de África) con el objetivo de desarrollar un Programa de Máster Multidisciplinario en Gobernabilidad Democrática y Derechos Humanos en los países destinatarios, en el que la UA participa como experta en calidad. Con una duración de tres años, el proyecto consta de enseñanza a distancia y presencial en el campus, combinando enfoques teóricos y de aprendizaje basados en la realización de proyectos propios con un amplio uso de herramientas de formación en línea.
En concreto, el proyecto cuenta con nueve socios: Université Cadi Ayyad y Université Moulay Ismail (Marruecos); University of Carthage y Université Tunis El Manar – UEM (Túnez); Lebanese University (Líbano); Université Antonine (Líbano); Eurotraining Educational Organisation (Grecia); Universiteit Utrecht (Países Bajos); y Universidad de Alicante.
La UA recibe este mes de marzo a los socios, que se reunirán en una Visita de Estudio con conferencias, talleres y mesas redondas donde se expondrán las experiencias de la Universidad de Alicante a nivel académico e institucional y se generará debate entre los participantes. El acto previsto en Casa Mediterráneo forma parte de estos encuentros.
Para conocer más a fondo en qué consiste el Proyecto DEMOS y cómo este puede contribuir a fortalecer los derechos humanos en el espacio mediterráneo mantuvimos una entrevista con la doctora Naïma Benaicha Ziani, profesora del área de Estudios Árabes e Islámicos y experta académica en DEMOS, Free & Morale de la Universidad de Alicante.
La Universidad de Alicante participa como experta en calidad en el Proyecto europeo DEMOS enfocado en el papel de la educación superior para la garantía de los Derechos Humanos en el Mediterráneo. ¿En qué consiste este proyecto y cuál es el papel de la UA en el mismo?
Es un proyecto Erasmus+, financiado por la Unión Europea. Este tipo de proyectos siempre suele tener un líder, es decir, nace de uno de los países implicados, en este caso de la región MENA (acrónimo en inglés de Medio Oriente y el Norte de África). La voz cantante de este proyecto la lleva la Universidad Cadi Ayyad de Marruecos, que lo propuso a la UE tras contactar con varias universidades europeas. Una de las finalidades de estos proyectos es reproducir experiencias europeas, no porque desde Europa se sepa más que ellos, ni mucho menos, sino simplemente porque a nivel institucional hay mayor respaldo, esa es la realidad.
Por ejemplo, como profesora de la Universidad de Alicante y Project Manager de estos proyectos cuento con el apoyo institucional de la UA, de Casa Mediterráneo, del Ministerio de Asuntos Exteriores, de la AECID [Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo]… Es lo que nuestros socios quieren proponer a sus países. Y lo hacemos dentro del ámbito de la educación superior. En este proyecto somos nueve socios y la UA participa como experta en calidad. Tenemos que demostrar ante la Unión Europea que el proyecto cumple con los criterios de calidad requeridos.
En concreto, este proyecto contempla poner en marcha un Máster, que ya está diseñado y acreditado, pero antes de su lanzamiento lo que quieren los países socios de la región MENA es ver cómo funcionan los másteres universitarios internacionales en Europa para trasladar aquello que les sirva a sus países, no reproducirlo porque cada lugar tiene sus propias circunstancias y realidades sociales. La relación de España con los derechos humanos puede diferir de la que tengan los marroquíes, los tunecinos, los libaneses o los holandeses. La realidad social de cada país hace que cada cual diseñe un máster universitario conforme a sus necesidades, en este caso, relacionadas con los derechos humanos.
Este proyecto combina la enseñanza a distancia y presencial en el campus de Alicante. ¿Qué herramientas se facilita a los participantes?
Las universidades implicadas nos solicitan apoyo en aquello que necesitan, como adquirir experiencia en el aprendizaje basado en problemas o con el uso de plataformas digitales para la educación superior. Los profesores en la Universidad de Alicante, por ejemplo, contamos con UACloud, una plataforma extraordinaria, nuestro Campus Virtual, donde al entrar con nuestro nombre de usuario y contraseña disponemos de una amplia gama de servicios para la interacción entre profesorado, alumnado y administración.
Como otros profesores, yo utilizo mucho la plataforma Moodle, de la que voy a hablar en uno de los cursos que ofreceremos a los colegas que vienen de El Líbano, Túnez y Marruecos. En una sesión demostrativa, voy a compartir con ellos esta herramienta y a explicarles cómo interactuamos con nuestro alumnado. A esta plataforma subo todos los materiales, sin necesidad de imprimir nada y de paso, colaboramos a proteger el Medio Ambiente, cumpliendo con algunos objetivos de la Agenda 2030, los famosos ODS [Objetivos de Desarrollo Sostenible]. Es una plataforma que permite además hacer exámenes online sin posibilidad de copiar, corregirlos y enviar las notas a los alumnos. Ganamos tiempo y evitamos trampas. El taller lo impartiré el último día de las jornadas para que los asistentes conozcan este modelo de plataforma y vean hasta qué punto les puede servir.
Este proyecto pone el acento en los Derechos Humanos en el Mediterráneo, un tema que se visibilizó especialmente en la ola de protestas populares (mal llamadas “Primaveras Árabes”) que surgieron en Túnez en diciembre de 2010 y se propagaron con rapidez por una docena de países reivindicando avances sociales y democráticos. Pese a su dispar resultado, ¿estos movimientos marcaron un punto de inflexión en el sentir de las sociedades árabes?
Por supuesto, no sólo existe como movimiento o sentimiento. Los derechos humanos son universales y los países, al formar parte de la ONU, tanto Túnez, como Argelia, Marruecos o cualquier nación árabe, no pueden ignorar su cumplimiento. Todos los países del mundo cuentan con una representación institucional ante Naciones Unidas, hasta los que menos uso hacen de los derechos humanos, porque es obligatorio.
La Declaración Universal de los Derechos Humanos, proclamada por la Asamblea General de las Naciones Unidas en 1948, recoge que todos los países miembros tienen la obligación de cumplirlos. Pero entre el dicho y el hecho hay un gran trecho. Por un lado, está la voluntad política. En todos los países del MENA existe representación institucional de los derechos humanos, pero muy pocos hacen uso de ellos. Por otro lado, está parte del pueblo que desconoce la existencia de esos derechos. Si ahora hiciéramos una encuesta entre la población de los países de la región MENA sobre si saben qué es la ONU, gran parte diría que no. Mucha gente desconoce que hay leyes al alcance de su mano para el ejercicio de sus derechos, por lo cual no las utiliza.

Naïma Benaicha – © María Gilabert / Revista Casa Mediterráneo
De ahí la importancia de la educación para que los ciudadanos conozcan sus derechos y así puedan, en su caso, reivindicarlos.
La educación existe. Los países del MENA, de hecho, suelen tener dos ministerios de educación. En Argelia, en Marruecos y en Túnez, por ejemplo, hay un Ministerio de Educación Nacional y otro de Educación Superior, lo que implica que supuestamente disponen de un gran presupuesto. Pero, ¿qué entendemos por educación? ¿Qué es lo que enseñamos a las nuevas generaciones? Esta es la cuestión.
Yo me siento profundamente ligada tanto a España como a Argelia. Para desgracia de los argelinos, los marroquíes, los tunecinos, los libaneses, los libios o los sirios el terrorismo religioso ha hecho mucho daño y durante décadas se ha educado en la religión de una forma errónea. El Islam en sí no es malo. Es una religión liberal para quien quiera y pueda cumplir con ella.
Pero, ¿estamos invirtiendo en mejorar la metodología de la enseñanza? Es lo que hay que preguntarse. ¿Qué calidad de educación se está proporcionando a las actuales generaciones? La respuesta es que deja mucho que desear.
¿Los derechos humanos deberían estar siempre por encima de las tradiciones si estas atentan contra la integridad y la libertad de las personas?
Y tanto, hay costumbres que ni siquiera deberían existir porque se han inventado para el beneficio de unos pocos. Una costumbre no es un hábito perpetuo ni inamovible. El mundo cambia y hay costumbres que desaparecen. Una costumbre que no sirve para la sociedad actual habría que borrarla del mapa. El ser humano necesita tradiciones, pero yo, que me considero una persona liberal y universal, las actualizo, las reseteo. Insisto, una costumbre que no sea inocua no debería existir.
El desarrollo y la estabilidad en el espacio Mediterráneo además de incidir en el propio bienestar de los pueblos que lo habitan, redunda en la seguridad de Europa. ¿La UE está prestando la suficiente atención al Mediterráneo sur?
Me consta que a Europa le interesa que haya libertad, paz y dignidad en la vida de cualquier ciudadano de la región MENA. Y de hecho desde la AECID hubo una temporada en la que España invirtió dinero para cooperar con los países del norte de África, ya que son una puerta de entrada para los subsaharianos y las personas procedentes el resto del continente, con el fin de evitar que cruzaran el charco de forma irregular.
Se invirtieron recursos de los fondos europeos para formar a técnicos que a su vez instruyeran a los jóvenes que piensan que Europa es “El Dorado”. Formar e informar, porque en el ámbito de las migraciones y de los derechos humanos es mucho más importante la información que la formación. No sirve de nada disponer de una información errónea. Para que esta sea justa, exacta y fehaciente tenemos que contar con técnicos bien formados y ha de haber un control desde las altas instituciones.
¿Nadie quiere abandonar su tierra si esta le ofrece opciones de futuro?
El peor proyecto que puede tener el ser humano es un proyecto de emigración. No lo digo por mí, que vine con un fin académico consistente en sacarme el doctorado y volver a mi país para ser profesora de español en la Universidad de Orán, de donde soy originaria de varias generaciones. Pero estalló la revolución civil en Argelia y aquí me quedé, donde en julio haré 34 años.
El peor proyecto para un ser humano es dejar una vida atrás y empezar una aventura, porque por muy atado que tengas el plan, este no deja de ser una odisea. Los jóvenes que vienen en patera, de Marruecos o de Argelia, no saben que cuando llegan aquí es peor. Están muy mal informados y carecen por completo de la formación necesaria para crear su propio proyecto migratorio.
Emigrar no es fácil porque cuando llegas al país de acogida es cuando empieza tu trayecto de asentamiento y levantar tu propia casa es durísimo. El desarraigo además no lo vas a sentir al principio. Yo empecé a sentirme desarraigada cuando pasaron diez o doce años. Te sientes desarraigada cuando descubres que has echado raíces en otro sitio. No quería sufrir, quería ser feliz. Me tocó quedarme y me propuse luchar todo lo que pudiera para lograrlo. Pero incluso teniendo la conciencia de querer ser feliz, sufres. Siendo mujer, árabe, musulmana y en última instancia, mora, siempre he tenido que justificarme y currármelo mucho más que una francesa, una alemana o una británica, porque era extracomunitaria.
Vivimos rodeados de prejuicios, pero en este camino he aprendido que nadie te puede ofender, ni hacerte feliz o infeliz, sólo depende de ti. Es difícil, pero se puede conseguir. Seguro que como yo habrá muchas mujeres. Cada vez que voy al Instituto Cervantes de Orán a impartir una charla lo hago de forma altruista porque siento que tengo la responsabilidad y la obligación de seguir contribuyendo a la convivencia pacífica entre estas dos orillas. Como dice el gran arabista español Pedro Martínez Montávez: “Interesarse por los asuntos de Argelia, es interesarse por lo que pasa en nuestras aceras de enfrente”.