Revista Casa Mediterráneo

Gaetano Leone: “A menos que se tomen acciones urgentes, la degradación ambiental podría tener consecuencias graves y duraderas para la salud humana y los medios de vida en el Mediterráneo”

en abril 12, 2021

El último informe ‘El Estado del Medio Ambiente y el Desarrollo en el Mediterráneo’ publicado por el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) alerta sobre el daño ambiental irreversible al que se enfrenta la cuenca mediterránea a no ser que se adopten medidas urgentes y decididas para evitarlo. La nueva sesión del ciclo ‘Medio Ambiente y el Mediterráneo’ profundizará en este estudio con el coordinador del Plan de Acción para el Mediterráneo del PNUMA, Gaetano Leone. El encuentro, en formato virtual, tendrá lugar el lunes 12 de abril a las 19:00 h. y podrá seguirse tanto en la web de Casa Mediterráneo como en sus redes sociales. Modera la sesión Beatriz Beeckmans.

Graduado en ciencias Políticas y especializado en Relaciones Internacionales, Gaetano Leone tiene una dilatada experiencia en asuntos políticos internacionales, especialmente en el campo del desarrollo sostenible. Empezó su trayectoria en la ONU en 1988, donde ha desempeñado puestos en el programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), UNICEF y ONU-Habitat, así como en el Banco Mundial. Entre 2010 y 2014 fue subsecretario del Panel Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático de las Naciones Unidas (IPCC). Desde Atenas, el Sr. Leone atendió nuestras preguntas.

Según explica, el nuevo informe ‘El Estado del Medio Ambiente y el Desarrollo en el Mediterráneo’ forma parte de una serie: “El anterior se publicó hace diez años, así que es la imagen más actualizada, en alta definición diría yo, de la situación del mar Mediterráneo, tanto de los ecosistemas como de los sistemas socioeconómicos”. Está realizado por el PNUMA, en concreto por el Plan de Acción del Mediterráneo, que actúa como Secretariado del Convenio de Barcelona, que él coordina. También ha sido producido por uno de sus centros regionales, el Plan Bleu, con sede en Marsella (Francia).

Para el experto, “el informe es muy oportuno”, ya que “nos presenta un panorama preocupante: el Mediterráneo no va bien. Y llega en un buen momento porque, hoy más que nunca, mientras luchamos contra el impacto de la pandemia por Covid-19 y nos preparamos para la reconstrucción, se pedirá a quienes gobiernan que tomen decisiones muy duras. El informe les proporciona el conocimiento y la ciencia que se necesita para poder adoptar las mejores decisiones”.

El coordinador del Plan de Acción para el Mediterráneo destaca dos hallazgos principales: “el primero, que la región no va en buen camino para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible que todos los gobiernos del mundo acordaron en 2015 y que hay que alcanzar de aquí a 2030; y el segundo, que, a menos que se tomen acciones urgentes y decididas para detener las tendencias actuales, la degradación ambiental podría tener consecuencias graves y duraderas para la salud humana y los medios de vida en la región”.

El informe se preparó justo antes de la irrupción del COVID-19 y, sin embargo, -a su parecer- muchas de sus revelaciones son incluso más relevantes debido a la pandemia. Ello se debe a que ésta es una enfermedad de origen zoonótico (transmisible entre animales y seres humanos), vinculada con el hecho de que la relación entre los humanos y la naturaleza no es la que debería ser. “Como dijo el Secretario General de la ONU, tenemos que hacer las paces con la naturaleza”, recuerda.

Imagen del Plan de Acción para el Mediterráneo del PNUMA

Algunos ejemplos del informe respaldan estos dos mensajes, indica Leone. En los países mediterráneos, una de cada tres personas vive en una región costera y estas cifras siguen creciendo, con su consiguiente impacto en la situación del Medio Ambiente costero y marino. Sigue habiendo grandes desigualdades entre norte, sur, este y oeste, producidas por diferencias persistentes en la riqueza, por la situación política o antiguas tensiones. Y el Mediterráneo es cada vez más vulnerable al impacto climático. De modo que nos hallamos ante un escenario de incertidumbre debido a una crisis de biodiversidad, contaminación y cambio climático, que se suman a factores económicos y sociales que también nos afectan.

Un hecho que queda de manifiesto en el informe -subraya- es que la economía está ejerciendo una presión cada vez mayor en el Medio Ambiente, impulsada por el desafortunado crecimiento de sectores altamente contaminantes. “Esa contaminación incluye metales pesados, contaminantes orgánicos persistentes, pesticidas, hidrocarburos, basura marina –los plásticos constituyen un grave problema-… lo que nos hace estar muy lejos de alcanzar el buen estado medioambiental ansiado para la región”, señala.

Por todo ello -según Leone-, se estima que el Mediterráneo será unos de los “puntos calientes” del cambio climático y sufrirá un impacto mayor que otras partes del mundo a nivel global, aunque también lo es en términos positivos para la biodiversidad: se calcula que hasta el 14% de las especies del mundo se encuentran en este mar. En este contexto -prosigue-nos hallamos ante “un panorama muy heterogéneo que, en cualquier caso, requiere parar y preguntarnos cómo podemos empezar un ‘renacimiento verde’ en esta región en un momento de crisis tan profunda exacerbada por la pandemia de Covid-19”.

El 15% de las muertes en el Mediterráneo son atribuibles a factores ambientales prevenibles.

Consecuencias en la salud humana y los medios de vida

Un dato bastante significativo de la relación entre degradación medioambiental y salud -apunta Leone- es que el 15% de las muertes en el Mediterráneo son atribuibles a factores ambientales prevenibles. Por ejemplo, en 2016, más de 228.000 personas murieron debido a la exposición prematura a la contaminación atmosférica, cuando una mejor situación ambiental hubiera evitado esas muertes. Y este fenómeno también puede haber tenido -la ciencia lo está estudiando- un impacto importante en los resultados del Covid-19.

“Si hay más de 500 millones de personas viviendo en el Mediterráneo y una de cada tres vive cerca de la costa, esto significa que un gran número de habitantes de todo el Mediterráneo está expuesto a la contaminación atmosférica procedente de los barcos y de otras fuentes, incluidos el tráfico rodado y la industria”, afirma. El Mediterráneo es la vía de paso para un tercio del comercio mundial que circula por transporte marítimo. El 30% pasa por el canal de Suez, el sur de Sicilia y el norte de Malta y luego sale por el estrecho de Gibraltar. “Todo esto supone una gran presión sobre nuestros recursos naturales.”

Ante este escenario, Leone recuerda que el Convenio de Barcelona es un tratado de la ONU, que fue firmado por todos los países ribereños del Mediterráneo más la Unión Europea hace 45 años, en base al cual se adoptan decisiones, instrumentos jurídicamente vinculantes, protocolos… que abordan todos los aspectos relativos a la degradación ambiental y su prevención. “Y sobre este tema específico de la contaminación atmosférica, estamos trabajando muy de cerca con los gobiernos y con todos nuestros socios para asegurar que el Mediterráneo sea designado como área de control de ciertas emisiones provenientes del transporte marítimo”. Según Leone, tal decisión traería consigo un impacto extraordinario en términos de salud para el ecosistema, así como para aquellas personas que están expuestas a estas emisiones al vivir en la costa o trabajar en el mar.

El Convenio de Barcelona ha llevado a un acuerdo entre los gobiernos sobre una serie de protocolos acerca del transporte marítimo, las emergencias por contaminación…, pero los compromisos no necesariamente van de la mano de las inversiones necesarias para lograr un futuro más verde en el Mediterráneo y en el resto del mundo, afirma. Leone sostiene que “la reducción de la emisión de dióxido de azufre proveniente de los buques en el Mediterráneo, de por sí traería enormes beneficios a las ciudades costeras y, en general, a las personas que viven alrededor del mar. Y esto no es un sueño porque hay otras regiones como Norteamérica o la propia China donde este tema ya ha sido discutido y los costes inmediatos que puede entrañar no son nada comparados con los beneficios, también económicos, a medio y largo plazo”.

Bolsa de plástico flotando en el Mediterráneo – © WWF.org

El plástico representa entre el 95 y el 100% del total de la basura marina flotante en el Mediterráneo.

Otro grave problema que sufre el Mediterráneo son los plásticos. Este mar recibe unas 730 toneladas de residuos plásticos cada día, lo que representa entre el 95 y el 100% del total de la basura marina flotante en sus aguas y más del 50% de los desechos que cubren el fondo marino. Además -alerta- la región mediterránea se está calentando un 20% más rápido que el promedio mundial, por lo que el cambio climático tendrá un impacto de amplio alcance en el Mediterráneo, incluida la vida silvestre y marina, los ecosistemas de agua dulce y la fertilidad del suelo. Esto también supondrá una reducción del 20% en la productividad de los cultivos, con un claro efecto en la agricultura y la seguridad alimentaria de la población que vive alrededor del Mediterráneo, especialmente en el norte de África, dado el proceso de desertificación vinculado al cambio climático.

Pero las consecuencias no acaban ahí -asevera Leone- sino que también inciden incluso en la historia y cultura de la región, “porque el Mediterráneo no es sólo un ecosistema, es una parte integral de la identidad de personas como nosotros -yo vengo de Nápoles, en el corazón del Mediterráneo-, que viven aquí, que crecieron aquí, que trabajan aquí”. El 85% de los 48 enclaves del patrimonio cultural mundial que se encuentran a baja altura está en riesgo de inundaciones. Y el 75% se halla en peligro de erosión costera. Leone lo atribuye a que la humanidad está ejerciendo demasiada presión sobre el mundo natural, con nefastas consecuencias.

“En el Mediterráneo, quizás más que en otras regiones del mundo, la vida y los medios de subsistencia dependen muy directamente de los recursos naturales del mar. Pensemos en el turismo, en la pesca, en todo lo bueno que atesora esta región, en las ciudades, en los pueblos, todas las actividades económicas que permiten el sustento de la gente”, afirma.

Los gobiernos se han comprometido a que el 10% de la superficie del mar sea considerado área protegida, una meta lejana de alcanzar en el Mediterráneo, según Leone. En esta cuenca hay un gran número de áreas marinas protegidas, hasta el 9%, sin embargo, la cuestión es que sólo una de cada diez tiene un plan de gestión adecuado -sostiene-. De manera que la designación no es suficiente: debe estar acompañada de inversiones, de una forma adecuada de administrar los recursos, que tenga sentido y que realmente garantice la sostenibilidad -apunta.

Turismo

Otro tema importante para la salud del Mediterráneo es la incidencia del turismo. Se trata del segundo destino más visitado por la industria de cruceros. En verano, la población costera aumenta un tercio debido a la llegada de turistas. A este respecto, Leone quiere aclarar: “No quiero -ni mucho menos- demonizar el turismo, queremos que éste siga siendo un punto de encuentro de personas de todo el mundo porque es una región extraordinariamente rica y acogedora. Sin embargo, la paradoja está en el hecho de que estos turistas vienen aquí porque esperan encontrar aguas azules, playas vírgenes, el pescado fresco recién sacado del mar que forma parte de la famosa dieta mediterránea… Son en todas esas cosas bonitas en las que lamentablemente hay un fuerte impacto. Así que ésta es la paradoja que debemos abordar; tenemos que encontrar el equilibrio”. 

Leone señala que la pandemia de Covid-19 ha provocado un flujo gravemente disruptivo para el turismo en el Mediterráneo, como en otros lugares del mundo. Se trata de una industria que a nivel mundial supone más del 10% del PIB y se encuentra prácticamente paralizada en la actualidad. La Organización Mundial del Turismo estima que uno de cada diez puestos de trabajo en todo el mundo depende del turismo, y esta situación es más o menos la misma en esta región: el 11% del empleo total en los países mediterráneos y el 11% de su PIB dependen directa o indirectamente del turismo, por lo que el parón del sector a causa del Covid-19 está teniendo consecuencias devastadoras, especialmente para las comunidades más vulnerables y más pobres de la cuenca.

Según advierte, el turismo genera un daño ambiental considerable en términos de pérdida de hábitats, aumento del consumo de agua, producción de residuos y de basura marina, contaminación hídrica, ruido (especialmente para las grandes especies de mamíferos que transitan el Mediterráneo) y además el beneficio no se invierte necesariamente en desarrollo local.

“Desde el Convenio de Barcelona, ​​hemos identificado algunos caminos para un ‘renacimiento verde’, y vuelvo a este concepto porque la creatividad que es típica del Mediterráneo, la laboriosidad, el acceso a recursos financieros, científicos y de todo tipo que se están movilizando para responder al Covid 19 nos dan una oportunidad. Necesitamos responder de manera que se garantice un futuro mejor. Y para el sector turístico esto significa el desarrollo de una oferta alternativa al modelo actual, menos estacional, más sostenible ambientalmente, que beneficie a las comunidades locales, que se base en el patrimonio rural y cultural, porque lo que queremos es disminuir la huella del turismo de masas. Una mejor educación de los turistas y de las comunidades receptoras, fortaleciendo los vínculos entre el turismo y otros sectores de las economías locales”.

“Fomento de la resiliencia en condiciones de incertidumbre”

El informe se preparó en su mayor parte antes de la pandemia mundial, entre finales de 2019 y principios de 2020 y, sin embargo, fue muy profético, dice Leone. Habla de la construcción de la resiliencia, “que significa que, como comunidades, como sociedades, nos volvemos más resistentes al impacto negativo de las crisis, y esto es particularmente importante en situaciones de incertidumbre, cuando no sabemos hacia dónde vamos. El año pasado y el que estamos viviendo son realmente emblemáticos en este sentido. Necesitamos construir nuestra resistencia en un momento sin precedentes de extraordinaria incertidumbre. Lo que estamos tratando de hacer aquí es propiciar la adopción de medidas activas para reducir la vulnerabilidad de nuestra sociedad y nuestras economías ante futuras conmociones”.

“Invertir en ecosistemas mediterráneos saludables actuará como una protección para toda la región ante futuras crisis. Abordar las desigualdades que existen a nivel social y económico tendrá un impacto para garantizar ecosistemas más saludables y, por lo tanto, minimizar nuestros riesgos frente a ese impacto”, asegura.

En este sentido, apunta que el Convenio de Barcelona dispone de una serie de instrumentos enfocados a mitigar las actividades en curso susceptibles de tener un impacto negativo en el Medio Ambiente, evitando conflictos y anticipándose al futuro. Por mencionar uno, “ahora estamos desarrollando un informe sobre lo que será el Mediterráneo en 2050 para poder brindar una serie de opciones a los gobiernos con el fin de que tomen decisiones que respalden ecosistemas más saludables y proporcionen una base informada para la sostenibilidad y el entorno de los que nos sucederán”.

Por último, Gaetano Leone quiso subrayar que “se habla mucho sobre los compromisos que asumen los gobiernos y las personas, pero no necesitamos nuevos acuerdos, lo que necesitamos realmente es hacer lo que ya hemos prometido, a todos los niveles -gubernamental, no gubernamental, sociedad civil, particulares, sector privado-, porque ésta es la única forma para avanzar.”

mariagialma@gmail.comGaetano Leone: “A menos que se tomen acciones urgentes, la degradación ambiental podría tener consecuencias graves y duraderas para la salud humana y los medios de vida en el Mediterráneo”