Revista Casa Mediterráneo

Gervasio Sánchez: “Llamar a un periodista ‘comprometido’ es una redundancia”

en febrero 22, 2018

Casa Mediterráneo inaugura su ciclo “Fotoperiodistas del Mediterráneo” con un encuentro con Gervasio Sánchez, reconocido fotógrafo y periodista especializado en conflictos armados del Heraldo de Aragón. El veterano fotoperiodista ofrecerá una conferencia bajo el título “Los ojos de la guerra” el viernes 23 de febrero a las 19:30 horas.

Gervasio Sánchez (Córdoba, 1959) es licenciado en Periodismo por la Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad Autónoma de Barcelona (1984). Sánchez ha cubierto conflictos armados por todo el mundo, en América Latina, la Guerra del Golfo, la Guerra de Bosnia y los conflictos derivados de la fragmentación de la antigua Yugoslavia, y en diversos países de África y Asia.

El Heraldo de Aragón es el medio al que se siente más vinculado, no en vano trabaja para él desde hace 30 años, aunque también ha colaborado en el magazine de La Vanguardia, la Cadena SER, el servicio español de la BBC y la revista Tiempo, entre otros. Su honestidad a la hora de contar la guerra, la situación de los huérfanos, las mujeres, los desplazados o las víctimas de las minas antipersona lo han hecho merecedor de numerosos premios de fotografía, periodismo y Derechos Humanos. Por citar algunos: Premio Ortega y Gasset de Periodismo en categoría gráfica 2008, Premio Nacional de Fotografía 2009, Premio Internacional de Periodismo Rey de España 2009, Premio Julio Anguita Parrado 2011, Premio Internacional Jaime Brunet a la promoción de los Derechos Humanos 2014 y ​Premio José María Portell a la Libertad de Expresión 2017.

Aunque agradece este tipo de reconocimientos, lo que verdaderamente le motiva de esta profesión es visibilizar los efectos de las guerras en las personas, a las que trata con la misma ética y dignidad con la que le gustaría que le trataran a él si estuviera en su lugar.

Gervasio Sánchez en el cementerio de Sarajevo – Foto © Enric Martí

Se suele tener una imagen en cierto modo “romántica” del corresponsal de guerra. Sin embargo, me parece un trabajo durísimo. ¿Por qué se hizo fotógrafo y periodista especializado en conflictos armados?

Se tiene una imagen romántica porque a algunas personas vinculadas a esta especialidad les gusta mucho presentarse como si estuvieran haciendo algo más especial que el resto de los compañeros. Cuando en realidad es un trabajo especializado, pero como puede ser el de un periodista o un fotógrafo de deportes, que además es muy difícil, o periodismo de investigación al lado de tu casa. A veces, a los periodistas nos gusta más hablar de nosotros mismos que de lo que ocurre en los lugares que estamos documentando. Nos colocamos en posiciones que no tienen nada que ver con la realidad y si al mismo tiempo añades que el cine, especialmente el estadounidense, siempre que ha hecho películas sobre fotógrafos y periodistas que van a la guerra parece que sean pequeños grandes rambos…

En mi caso, creo que soy periodista porque cuando era muy pequeño me gustaba coleccionar sellos, que me hicieron volar con la imaginación a los lugares que éstos mostraban y un día pensé que el periodismo me permitiría viajar físicamente a estos sitios. Es un poco sorprendente, ¿no? Porque normalmente los periodistas cada vez viajan menos, incluso hay algunos que se han especializado en hacer periodismo mirando un ordenador. Muchas veces los trabajos se hacen sin moverse de la poltrona, en vez de ir al lugar de los hechos, lo que es un error garrafal.

¿El periodismo actual adolece de no salir tanto a la calle como antes?

Es obligatorio para los periodistas ir al lugar de los hechos
Si una persona entrevistada vive en la misma ciudad que el entrevistador, si fuera el director del medio le diría al periodista que fuera a hacer la entrevista personalmente. Claro, tengo que ser un director que tenga medios. Si me están recortando la plantilla, necesito que ese periodista haga la entrevista en 20 minutos y la pase al papel en otra media hora y da igual lo que salga, entonces prefiero que se quede en la redacción y lo haga todo en una hora. Pero es difícil que una entrevista salga mejor por teléfono que si la haces cara a cara con el entrevistado, lo que te permite ver cómo éste reacciona ante las preguntas, cómo actúa, incluso detectar cosas que a través del teléfono quedan ocultas. Por eso, es obligatorio para los periodistas ir al lugar de los hechos.

Algo que no puedo entender es que un periodista hable de lo que no ha visto. Leo historias publicadas por personas que o hace años que no van al lugar del que hablan o nunca han ido. Yo me he negado sistemáticamente a escribir sobre lugares que no conozco, incluso a escribir sobre lugares a los que, aún conociéndolos, hace tiempo que no voy.

Te pongo un ejemplo, llevo cuatro años sin ir a Afganistán, pero lo conozco desde hace 22 años. Entre 2009 y 2014 estuve haciendo un proyecto, titulado “Mujeres de Afganistán”, con la única corresponsal española permanente en el país, Mónica Bernabé, del diario El Mundo. Es alucinante que, teniendo en cuenta que había intereses, soldados, presencia española con peso internacional… sólo una periodista española estuviera presente permanentemente en Afganistán. Pues bien, pese a que tengo una alarma que me informa de las últimas noticias del país, me costaría trabajo hablar de Afganistán cuatro años después de no haberlo visitado.

Me parece totalmente sorprendente, por decirlo de una manera diplomática, que haya periodistas que hablen ex cátedra de lo que pasa en el mundo. Me refiero a los tertulianos y columnistas que han convertido todo esto en un bochornoso espectáculo, consistente en ver quién hace la gracia mejor o la frase más imaginativa sobre cualquier cosa.

Hay conflictos que no se cubren por los medios nacionales ni por las agencias de noticias internacionales, de modo que es como si no existieran.  ¿Por qué no interesan ciertos conflictos a los dueños de los medios de comunicación?

Creo que diarios importantes en el mundo, como The New York Times y The Guardian, por citar a uno estadounidense y a otro británico, así como diarios alemanes y franceses, sí que los cubren. Tienen periodistas, corresponsales o colaboradores en casi todas partes del mundo. Otra cosa es lo que hace la prensa española, pero no solamente ahora, que utiliza la crisis como excusa. Incluso en los tiempos en los que se ganaba mucho dinero con el periodismo en España, porque la publicidad era cara y por los acuerdos tácticos entre empresas periodísticas y medios económicos y políticos -evidentemente en detrimento de la independencia-, otra cuestión era lo que hacían con las ganancias, si las invertían en periodismo o se las repartían. Ningún conflicto se debe dejar de cubrir por razones que no tengan nada que ver con el periodismo. Cuando esto ocurre es porque algo falla.

También es verdad que hay conflictos muy complicados de cubrir. Por ejemplo ahora mismo en Siria y en Yemen amigos míos, muy buenos periodistas, están intentando por todos los medios llegar a estos países y están teniendo muchas dificultades para obtener los visados por culpa de las restricciones. Pero además, sorprendentemente, es muy difícil que puedan trabajar cuando los medios de comunicación no valoran, ni siquiera económicamente, el coste de las coberturas.

Gervasio Sánchez fotografía a familiares con restos de sus seres queridos desaparecidos – Foto © Alesia Martínez

¿Cree que el papel del periodista al cubrir un conflicto puede contribuir a su pacificación?

Pensaba que sí cuando empecé en este oficio hace 36 años. Ahora te digo tajantemente que no. Te pongo varios ejemplos. Balcanes: la Guerra de Bosnia fue muy bien cubierta por los mejores periodistas que había en aquel momento en el mundo, especialmente el cerco de Sarajevo. Había noticias continuamente. Las matanzas, la violencia, las brutalidades… se pudieron transmitir prácticamente en directo. Y eso no cambió nada, no frenó la violencia de los radicales. Para que esto ocurra, al mismo tiempo tiene que haber una actitud verdaderamente valiente por parte de los políticos y los diplomáticos. Y evidentemente los políticos y los diplomáticos europeos dieron una gran lección de cobardía al no enfrentarse a los radicales que estaban incendiando los Balcanes. Miraron hacia otro lado y permitieron que los radicales se acabaran volviendo más poderosos y actuaran de manera brutal.

En sus fotografías, usted muestra gran sensibilidad y respeto hacia la dignidad de las víctimas. ¿Cómo puede un periodista retratar esa dignidad y no vulnerarla?

A ver, no es que yo sea sensible. Hay palabras que utilizamos muchas veces al lado de la palabra “periodista” que verdaderamente a mí me sorprenden. No es que haya periodistas comprometidos, es que el periodismo es compromiso. Cuando hay que colocar adjetivos rimbombantes al lado de una palabra tan importante como es “periodista” es porque algo falla. Evidentemente, yo entiendo por qué llaman a algunos periodistas “comprometidos” y a otros “a la lumbre del poder”.

Quienes se dedican a hacer entrevistas pactadas con las autoridades políticas del país, por intereses mediáticos y económicos, periodistas que se dedican a no investigar las vergüenzas de los poderes fácticos, periodistas que desvían la atención de temas importantes para sacarlos de la agenda política… no son periodistas, aunque sean titulados o dirijan medios, son personas que abochornan al periodismo. Por suerte son pocos, la pena es que son muy poderosos. La inmensa mayoría de los periodistas no es así, pero a veces tiene que aceptar la censura o la autocensura y en ese sentido también somos culpables.

¿Cómo vas a tratar a las víctimas si no es con dignidad? Si eres un periodista decente, lo lógico es que apliques la lógica
Para mí el periodismo es compromiso, con lo cual, llamar a un periodista “comprometido” es una redundancia, como considerar que hay que tratar con dignidad a las víctimas. ¿Cómo vas a tratar a las víctimas si no es con dignidad? Si eres un periodista decente, lo lógico es que apliques la lógica. ¿Cuál es la lógica? Tratar a la gente como te gustaría que te trataran a ti si estuvieras en su lugar. Yo cuando voy a un sitio pienso: si yo fuera un refugiado que lo he perdido todo y vivo con mi familia muerta de frío o de calor o en una situación de violencia en una tienda, tirados en el suelo ¿cómo me gustaría que me trataran si llegase un periodista? Aplico la fórmula lógica.

Si un periodista utiliza el dolor ajeno para buscar el impacto gratuito y barato, e incluso maltrata a las personas que tiene enfrente, presentándolas de forma indecente está ejerciendo un periodismo de mentira y de vergüenza.

Ha recibido muchos premios por su trabajo, ¿qué significan para usted estos reconocimientos?

Decir que no me importa sería por mi parte hipócrita. Por supuesto, cuando me dan un premio me alegro mucho, como también me alegro mucho cuando se lo otorgan a compañeros y compañeras ejerciendo el periodismo. También es verdad que con el paso de los años acabas relativizándolo todo. Algunos premios que me han dado en 2017 o 2016 ya me hubiera gustado haberlos recibido cuando era menos conocido. Cuando digo relativizar no quiero hacer creer una falta de modestia, ni mucho menos, sé lo que he tenido que sacrificar en mi propia vida personal y sé además algo que es muy importante: sé que estoy vivo de milagro. Y que varios de mis mejores amigos han muerto ejerciendo el periodismo, con lo cual, lo primero que pienso al recibir un premio es en ellos.

¿Qué es lo más duro que ha vivido en un conflicto armado?

La verdad es que en los conflictos armados se viven situaciones muy duras y cada uno tiene sus propias singularidades. A mí no me gusta comparar un conflicto con otro. Sé cuál es la lista y sé cuál es el conflicto donde yo me he dejado más de mi propia vida, donde más cosas de mi interior han muerto, pero al final es como comparar unos muertos con otros y establecer categorías.

Ésta es una especialidad del periodismo muy dura y si la ejerces con decencia y con cierta actitud, las historias te van a impactar directamente. No es un oficio para hacerlo sólo durante seis meses en tu vida. Llevo trabajando en zonas de conflicto desde que acabé periodismo en 1984, pero ya incluso antes de terminar los estudios en 1982 estuve en Israel cuando los israelíes invadieron el sur del Líbano. Ademas, en 1980 me pilló por casualidad un golpe de Estado en Turquía, mientras estaba de viaje turístico.

Cuando uno elige un camino como éste lo tiene que hacer por razones de peso, no por intentar ganar premios
Llevo prácticamente 40 años en contacto con realidades brutales y durísimas. Y sigo en ello. Cada vez me interesa menos el “bang bang” de la guerra, porque me parece importante mostrar los conflictos desde otros puntos de vista, me interesa saber lo que hacen las mujeres, los niños, si hay colegio,… no obsesionarse sólo con hacer fotos de los combates en la primera línea, porque al final son muy reiterativas. Creo que seguiré trabajando en esta especialidad hasta que me muera. Cuando uno elige un camino como éste lo tiene que hacer por razones de peso, no por intentar ganar premios.

¿En qué va a consistir el acto en el que va a participar en Casa Mediterráneo?

Voy a hacer una charla, apoyado en imágenes de conflictos en los que he trabajado durante más de tres décadas. También pondré mucho énfasis en proyectos que he realizado a largo plazo, por ejemplo, mostraré que las guerras no sólo son los bombardeos, los muertos, los heridos…, sino que también es la cotidianidad. De hecho en mi primer trabajo, sobre el cerco de Sarajevo, ya mostré imágenes de la vida cotidiana, sacrifiqué fotografías de muertos por colocar fotografías de vivos.

Incluso creo que intuí en aquel momento que mis fotografías de vivos iban a ser más importantes que mis fotografías de muertos a largo plazo, cosa que ha ocurrido. Empecé “Vidas minadas” en 1995 -estamos hablando de un proyecto en el que llevo 22 años trabajando y sigo-, que trata de documentar el impacto de las minas antipersona contra la población civil en una decena de países.

Cuando empecé “Desaparecidos”, un proyecto que viene de mis tiempos en la universidad, pensé que iba a resolverlo en dos o tres años y acabé trabajando 13 años en diez países documentando el drama de los desaparecidos, que para mí es el más brutal de una guerra, porque en una guerra los muertos se entierran, los heridos se curan, las casas destruidas se rehabilitan… pero ¿qué pasa con los desaparecidos? El proyecto de mujeres en Afganistán, que he realizado con Mónica Bernabé, iba a durar dos años y al final supera los seis.

En Casa Mediterráneo voy a mostrar imágenes de “bang bang”, emboscadas, disparos,… pero también voy a hablar de los proyectos a corto y largo plazo, que son los que verdaderamente explican que las guerras no se acaban cuando wikipedia lo dice, sino cuando las consecuencias se superan.

Ciclo “Fotoperiodistas del Mediterráneo”
“Los ojos de la guerra”: Encuentro con Gervasio Sánchez.
Viernes 23 de febrero, a las 19:30 horas. Entrada libre.
Casa Mediterráneo, Plaza del Arquitecto Miguel López s/n (antigua Estación de Benalúa).
Tras la charla se servirá un vino de honor durante el cual los asistentes podrán intercambiar opiniones con el ponente.

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