Éste es un comentario previo y guía de visionado a la sesión de debate-coloquio del cine-club online de Casa Mediterráneo que se hará sobre este film el miércoles 11 de noviembre de 2020 a las 19 horas.
Por Luis López Belda.
En la primera participación tunecina en sección oficial del Festival de Berlín de en veinte años (y también presentada a concurso en nuestro Festival de Valladolid) Mohamed Ben Attia destaca cuidadosamente el clima social en su tierra natal, que fluctúa entre la tradición represiva casi eterna y los nuevos comienzos que son la promesa imperfecta de un mundo (y un Túnez) mejor.
“¿No parezco un revolucionario?”, pregunta Hedi con un leve toque de ironía cuando su nueva amiga Rym se niega a creer que él también salió a las calles el 14 de enero de 2010. De hecho, él y sus colegas participaron en la manifestación que marca el inicio de la Primavera Árabe. El jefe de Estado tunecino dimitió ese día y tuvo que formarse rápidamente un gobierno de transición.
Hedi (Majd Mastoura) lo recuerda como el episodio más hermoso de su vida. Todos se quedaron en casa durante los tres días siguientes. Cuando terminó el lapsus de espera, hubo un extraño estado de ánimo de apertura en el aire que les ayudó a soltar la lengua. Sin embargo, Rym (Rym Ben Messaoud) no experimentó nada de esto de primera mano; esta mujer extrovertida estaba por aquel entonces trabajando en el extranjero. Por ello, escucha las historias de Hedi con fascinación. Este diálogo es una de esas escenas de las que todo guionista probablemente se sentiría orgulloso de sacarla adelante con éxito. Esta pequeña pieza de cámara de chispeante complejidad aparece en la segunda mitad del debut cinematográfico de Mohamed Ben Attia. Revela un lado desconocido, pero quizás adivinado, del personaje principal. Al mismo tiempo, puede leerse como una alegoría política y también describe el ritmo dramático de la película que, con acierto, trata de la huida del control externo del poder. Sin embargo, también conserva el escepticismo de que esta escapada podría ser temporal. No es casualidad que este momento ocurra en un lugar de vacaciones donde es más fácil soñar con una vida diferente.

Fotograma de ‘Hedi’
Hedi (Majd Mastoura) es la calcomanía perfecta de su hermano: un joven soñador tardío y mimado que ha estudiado algo, cualquier cosa, sólo por complacer a sus padres y que ahora vende coches, en un concesionario poco atractivo, con escasa motivación. Esta sencilla historia tiene como escenario Túnez, tras la Primavera Árabe. Hedi tiene de 25 años y está a punto de contraer matrimonio con una chica elegida por su familia. Pero se enamora de una guía turística y se plantea rebelarse contra los que han diseñado su vida hasta el último detalle.
Hablando de diseñar, al propio Hedi le gustaría ser dibujante de cómics. Los personajes que inventa parecen monstruos melancólicos. La película no pone un énfasis excesivo en este hecho: no necesita ennoblecer de más al protagonista por poseer tímido sueño. Vale mucho la pena prestar atención a la escena en la que Rym le enseña la diferencia entre un sueño y un proyecto. Mohamed Ben Attia tiene claro desde el primer momento qué cosas son posibles, viables para sus personajes y cuáles no.
El realizador tunecino elige, deliberadamente, un protagonista algo débil y pasivo desde el primer momento: parece como una pelota a merced del entorno. Y el bullicio de los demás impregna todo su ser, anulando su frágil personalidad y determinación. Al principio sólo podemos adivinar lo que quiere, lo que le gusta de todo lo que le rodea.
Se supone que Hedi debería estar ya casado y su madre, Baya (Sabah Bouzouita), le presiona para que acelere los plazos hacia el matrimonio, ya que después de la muerte del padre, la madre quiere dejarlo todo atado y bien atado. Pero pese a todo el conservadurismo superficial, la realidad se acelera: El hermano de Hedi, que ha vivido durante mucho tiempo su propia vida en Francia, aparece, pero ha dejado a su esposa e hijos allí, para que no se den cuenta de la vida minúscula de la pequeña ciudad y los parientes tunecinos.
Si la cámara de Frédéric Noirhommes sigue persistentemente a Hedi en la primera mitad de la película (muy al estilo de los hermanos belgas Dardenne, que actúan como coproductores de la película), no es porque no le dé ninguna libertad. Su agilidad no niega el clima de leve ansiedad y claustrofobia. Más bien es un gesto de acompañamiento, un curioso apoyo. Más tarde, Hedi ya no lo necesita. Ahora tiene que tomar una decisión y la cámara acentúa su lucha con cambios bruscos de enfoque. Para el director, la moderación es un principio estilístico, pero no significa que no tome partido. Sigue siendo el cómplice de Hedi, pero equilibra cuidadosamente el precio que todos los involucrados pagarán por sus decisiones.
Ficha artística:País: Túnez-Bélgica-Francia. Título original: Inhebek Hedi (Hedi). Año: 2016. Dirección y guión: Mohamed Ben Attia. Duración: 88 min. Música: Omar Aloulou. Fotografía: Frédéric Noirhomme. Reparto: Majd Mastoura, Rym Ben Messaoud, Sabah Bouzouita, Hakim Boumessoudi, Omnia Ben Ghali.
Principales menciones:2016: Festival de Berlín: Mejor actor (Majd Mastour)
2016: Festival Internacional de Valladolid – Seminci: Sección oficial
2016: BAFICI: Selección oficial largometrajes a concurso
Plataforma de streaming donde puede verse el film:Filmin: filmin.es/pelicula/hedi-un-viento-de-libertad
Todas las películas del ciclo de octubre 2020 a enero 2021 (y otras) pueden verse en el canal de cine mediterráneo de la plataforma de streaming por suscripción mensual. Filmin: filmin.es/canal/cine-del-mediterraneo