Revista Casa Mediterráneo

Jaime Siles: “La mitología griega es la máxima obra de ficción elaborada por la humanidad”

en junio 22, 2021

El ciclo ‘Historias del Mediterráneo’ dirige su mirada hacia los ’Dioses y héroes del Mediterráneo’. Y lo hace de la mano de uno de los principales expertos en cultura clásica de nuestro país, Jaime Siles, catedrático de Filología Latina de la Universidad de Valencia y presidente de la Sociedad Española de Estudios Clásicos entre 2008 y 2016. El encuentro tendrá lugar el martes 22 de junio a las 19 h., en formato presencial, en la sede de Casa Mediterráneo. Las personas interesadas en asistir al evento, con aforo limitado, deberán inscribirse en: eventos@casa-mediterraneo.es. La charla también podrá seguirse a través de la web de Casa Mediterráneo.

Jaime Siles nació en Valencia y estudió en la Universidad de Salamanca, Tubinga y Colonia. Ha sido catedrático de las universidades de La Laguna y St. Gallen (Suiza), profesor invitado en las de Viena, Salzburgo, Graz, Turín, Bérgamo y Ginebra, así como en la de Madison (Wisconsin), y en la actualidad lo es de Filología Latina en la de Valencia. Autor de ensayos como ‘El barroco en la poesía española’ (1976), ‘Mayans o el fracaso de la inteligencia’ (2000) o ‘Más allá de los signos’ (2003) y traductor de Paul Celan, Wordsworth y Arno Schmidt, su obra poética incluye títulos como ‘Canon’ (Premio Ocnos en 1973), ‘Música de agua’ (Premio de la Crítica del País Valenciano y Nacional de la Crítica de 1983), ‘Semáforos, semáforos’ (Premio Fundación Loewe en 1989) e ‘Himnos tardíos’ (Premio Internacional Generación del 27, 1999). Recientemente ha publicado, junto con José María Micó, la antología ‘Paraíso cerrado: poesía en lengua española de los siglos XVI y XVII’ (2003). En 2003 recibió el Premio Teresa de Ávila por el conjunto de su obra. Sus libros han sido traducidas al alemán, al italiano y al francés.

La cultura europea se levanta sobre los cimientos de la cultura clásica, sin embargo en la educación formal los estudios clásicos están cada vez más relegados… ¿Nos estamos alejando de nuestros orígenes?

Sí, nos estamos alejando peligrosísimamente de lo que Grecia y Roma suponen en la conformación política y mental de Europa, en la constitución y transmisión de sus ideas y valores, de su concepto de la ley y de la función que en todo ello desempeña la palabra, que es pensamiento y expresión a la vez. 

Su charla en Casa Mediterráneo lleva por título ‘Dioses y héroes del Mediterráneo’. ¿Qué función desempeñaban estas figuras?

Los dioses, tanto en Grecia como en Roma, eran polifuncionales: no desempeñaban una sola y única función, sino varias al mismo tiempo. Y lo mismo podría decirse de los héroes unidos a ellos, que se ven ayudados y protegidos por una divinidad, pero también perseguidos y casi destruidos por otra. Los antiguos pensaban que entre los dioses debía haber paz, porque sus conflictos afectaban a los seres humanos. Por eso los romanos de la época de Augusto apostaron todo a la “paz deorum”, de la que dependía el equilibrio del mundo.

Son muchas, tanto las figuras mitológicas femeninas como masculinas, las que me interesan y que Grecia, primero, y Roma, después, llenaron de contenido y de significado.

Por su trascendencia, ¿qué figuras destacaría de la mitología griega y romana?

Son muchas, tanto las figuras mitológicas femeninas como masculinas, las que me interesan y que Grecia, primero, y Roma, después, llenaron de contenido y de significado. Pero, por el título de mi conferencia, me atendré sobre todo a dos héroes -Odiseo y Eneas- y a sus divinidades protectoras -Atenea y Juno- que son aquéllas sobre las que me extenderé. La mitología es un lenguaje y, como tal, tiene su gramática. Y, en el caso de las figuras que voy a tratar, lo que me interesa es precisamente aquello en lo que se contraponen.

Dioniso

Dioniso era un personaje importante de la mitología griega, inspirador de la locura ritual y el éxtasis. ¿Qué tipos de ritos se hacían en torno a su figura y con qué fin?

Los ritos báquicos eran muy importantes: estaban ligados al cultivo de la vid y a cuanto en torno a ella y al vino se pone en movimiento, como un rapto de los sentidos, pero también como un nueva percepción del yo y de la realidad. Hay que pensar que el trigo, el olivo y la vid eran para la Antigüedad Clásica lo mismo que para nosotros hoy el petróleo, el uranio y el plutonio. Roma prohibió en el año 186 antes de Cristo las bacanales, pero como divinidad fue siempre muy celebrada. Era un dios nuevo, llegado de Tracia y que sólo en fecha tardía fue acogido en el panteón de las divinidades olímpicas griegas, pese a haber sido venerado en la isla de Ceos desde el siglo XV antes de Cristo. El festival dionisíaco del vino -las Antesterias- es anterior al siglo X antes de Cristo. Lo que indica que su culto pudo ser de origen micénico.

Los diferentes epítetos que recibe -y que un poeta como Horacio utilizará en sus poemas- definen muy bien sus efectos y atribuciones, consistentes, sobre todo, en que procuraba alegría, contribuía a disipar las preocupaciones. Ésta es la cara más amable de su culto; la más terrible es aquélla en que sus seguidores, llevados por el éxtasis, practicaban el sparagmos o descuartizamiento de un animal salvaje que ingerían crudo porque pensaban que así estaban introduciendo dentro de sí mismos al propio dios. Uno de sus símbolos fue la máscara como signo del cambio de identidad sufrido. En Egipto lo identificaron con Osiris y en Roma con Liber, también llamado Baco. 

El laberinto de Creta y el Minotauro han ejercido una poderosa influencia en el imaginario colectivo, que ha llegado hasta nuestros tiempos. ¿Dónde reside su importancia?

Por un lado, en el tabú de la zoofilia -una disfunción de las prácticas eróticas- en el caso del Minotauro; y, por otro, en el complicado sistema de edificación que era el laberinto, construido por Dédalo para el rey Minos de Creta y que servía de prisión al monstruo. Sus complejas revueltas han sido comparadas con el llamado “baile o danza de las grullas”. La palabra “laberinto” es pregriega y, según Plutarco, deriva de labrys, término que designa la doble hacha, símbolo del poder resal o religioso, ampliamente representado en las ruinas del palacio de Cnosso.

Los dioses de la mitología griega tuvieron su equivalente en la mitología romana. ¿Era una forma de hacer propias sus deidades?

Los romanos asimilaron las divinidades de los pueblos con los que entraban en contacto y se apoderaban de ellos y de su efecto beneficiador. Al principio y como precaución, mantenían su culto fuera de las murallas de la ciudad y, según iban viendo sus efectos, eliminaban esta cuarentena preventiva y les ponían una capilla y, luego, un templo dentro. En el caso de las divinidades griegas, los romanos practicaron lo que se llama una interpretatio, previa a su asimilación. 

La mitología clásica se ha representado en innumerables ocasiones en el arte y la literatura. ¿A qué cree que se debe la fascinación que ha ejercido a lo largo de la historia?

No hace mucho he dado una conferencia en el Museo del Prado en la que aludo a lo que usted me pregunta. Pero, sintetizando mucho, diría lo que explica muy bien Piero Boitani cuando dice que la mitología griega es la máxima obra de ficción elaborada por la humanidad. De ahí que sus figuras estén continuamente en movimiento y se puedan siempre actualizar, como demuestran sus representaciones y reinterpretaciones en  las artes plásticas, la novela, la poesía y el teatro.

La mitología supone un pensamiento abstracto. ¿El mito sería el primer paso hacia la filosofía?

Los alemanes creen que hay un camino directo del mythos al logos, pero yo no estoy tan seguro de ello, pues  pienso que hay no poco mito en el logos y bastante logos en el mito. 

Debido a su formación clasicista, ¿en qué medida la cultura grecolatina está presente en su poesía?

Lo está de muchas maneras: como lenguaje y como forma mentis a la vez, porque la cultura grecolatina es como un laboratorio en el que las cuestiones que afectan a los seres humanos han sido tematizadas y experimentadas. Y en ese sentido, nos enseñan las consecuencias de los actos sin tenerlos necesariamente que sufrir: basta con sólo imaginarlos.   

Imagen superior destacada: Jaime Siles – © Foto por Ricardo Martín Siles.

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