Revista Casa Mediterráneo

José Carlos Ruiz: “Al eliminar la educación presencial en el aula, quizá la brecha más importante de todas no sea la digital, sino la moral”

en agosto 31, 2020

Son muchas las incertidumbres que rodean la vuelta a los colegios que se producirá en pocos días en España. Temor de los padres a los contagios, absentismo escolar, planes B y C para afrontar la evolución de la pandemia, educación online, capacidad para transmitir y asimilar los contenidos, falta de sociabilidad,… son sólo algunas de las incógnitas a las que se enfrentan profesores, padres y alumnos en este curso debido a la pandemia mundial.

Con el fin de analizar éstas y otras cuestiones relacionadas con esta insólita situación a las puertas del regreso a las escuelas, Casa Mediterráneo ha organizado un encuentro virtual titulado Los retos de la vuelta al cole en tiempos del Covid-19, que tendrá lugar en su página web el próximo martes 1 de septiembre, a las 19 h. La charla contará con la participación de dos expertos en la materia, el filósofo José Carlos Ruiz y la psicóloga Silvia Álava Sordo, y será moderada por la también psicóloga Úrsula Perona.

Como adelanto a la cita, conversamos con José Carlos Ruiz para conocer algunas de las claves del retorno a las aulas. José Carlos Ruiz (Córdoba, 1975) es doctor en filosofía contemporánea con una tesis sobre el hiperindividualismo, licenciado en Filosofía por la Universidad de Sevilla y concluyó sus estudios en la Facultad de la Sorbona (París). Imparte docencia en la Universidad de Córdoba y colabora en diversas escuelas de negocio y másteres profesionales.

Especialista en pensamiento crítico ha dirigido cursos sobre educación crítica visual y el uso del pensamiento crítico en el aula. Como investigador sus intereses pasan por la filosofía de la cultura, el análisis de la sociedad hipermoderna y la aproximación de la filosofía a lo cotidiano. De entre sus publicaciones se encuentran: De la categoría de lo social hacia la categoría de lo individual (UCO, 2010), Historia de la Filosofía (McGraw-Hill, 2013) y De Platón a Batman: Manual para educar con sabiduría y valores (Toromítico, 2017). Es colaborador habitual en prensa y suplementos culturales y ha ejercido de asesor filosófico en radio.

¿Sería conveniente la unidad de criterios a la hora de establecer las normas para la vuelta a las aulas en todo el territorio nacional o que cada comunidad autónoma actúe según sus propias circunstancias?

Bueno, creo que un mínimo común denominador sería siempre recomendable, sobre todo con las cosas más básicas que se tengan contrastadas en cuestión de salud y a partir de ahí cada comunidad autónoma y cada centro educativo si me apuras conocen muy bien las circunstancias en las que pueden gestionar mejor la pandemia. Las casuísticas son tan diferentes y tan variables que es muy complicado llegar a un criterio muy específico que valga para todo el mundo, a excepción de un par de ellos genéricos que se puedan tener muy claros, pero el resto sospecho que sería más conveniente que cada centro educativo, a partir de esas recomendaciones, obviamente con el apoyo de las administraciones de fondo, adopte sus decisiones. Hay que recalcarlo mucho; es decir, cada administración local, regional, autonómica, debe de tener muy claro que cada director o directora de cada centro educativo es quien mejor conoce la casuística y que lo que ellos demanden debería ser lo prioritario.

Hay voces de padres que ante el temor a los contagios han advertido de que van a optar por la insumisión, por el absentismo escolar de sus hijos. No obstante, la educación reglada es obligatoria entre los seis y los 16 años. ¿Cómo se puede abordar esta cuestión?

Hay un derecho subjetivo a la insumisión, cada uno puede ejercerla cómo y cuándo le venga en gana, pero también hay un derecho a la educación a nivel nacional que obviamente obliga a escolarizar a esos niños, entonces el padre ahí tiene esa capacidad de decidir sobre el niño si quiere convertirse en un insumiso, pero luego tendrá que asumir las responsabilidades que le vengan encima. Llegado el momento, cada uno debe ser consecuente con lo que se haga.

No que olvidar que estamos en una situación esporádica, es decir, que esto tarde o temprano pasará y que las decisiones que se adopten ahora esperemos que sean algo exclusivamente temporal. Quizás estamos llegando a dramatizar demasiado una situación que va a ser temporal. Ahora todo nos parece tremendo y muy fuerte e igual no sea para tanto cuando tengamos la vacuna y esto constituya un año más en la vida, que haya pasado de una manera muy extraña y luego retomemos la normalidad. Dramatizar demasiado esto que está sucediendo desde muchos frentes puede que sea contraproducente, pero el derecho a la insumisión siempre ha existido.

José Carlos Ruiz

Recuerdo al filósofo Henry David Thoreau, que fue el primero que decidió ir a la cárcel voluntariamente porque se negaba a que con sus impuestos se sufragara la guerra en la que estaba involucrado Estados Unidos contra México. Él dijo que pagaba impuestos para los colegios, para las carreteras… pero no voy para esto, de modo que fue a la cárcel y asumió el castigo, sin ningún problema, porque prefería dormir tranquilo. Si una familia decide dormir más tranquila asumiendo la responsabilidad que viene después, cada cual es adulto y dueño de sus propias decisiones.

Pero tampoco se nos puede olvidar que desde el punto de vista educativo, de la socialización y de cómo se ha enfocado la educación obligatoria, la única manera de controlar un cierto criterio de igualdad y de sociabilidad está en el centro educativo. Si todos los padres decidieran hacer eso tendríamos un serio problema de sociabilidad.

La falta de contacto presencial afecta a los alumnos inevitablemente. Es insustituible la educación presencial por ningún otro tipo de educación, a cualquier edad.

Aprovecho su respuesta para enlazarla con otra pregunta que iba a plantearle: ¿Cree que la enseñanza online puede suplir a la presencial?

Nunca. La falta de contacto presencial afecta a los alumnos inevitablemente. Es insustituible la educación presencial por ningún otro tipo de educación, a cualquier edad. Como hemos dicho, si es algo provisional, será algo que pase y al año siguiente volveremos a los centros educativos con normalidad y punto. Como en cualquier paréntesis hay un estancamiento o una evolución muy cortita, se acabó el problema y saldremos adelante. Sí es cierto que la calidad educativa bajará durante este año, de modo que habrá que recuperarla de alguna manera o ponerse al día, pero no se puede hacer el nivel de transmisión igual con una pantalla, lo que se conoce como una educación mediatizada, porque entre el alumno y el docente hay un instrumento que los separa.

Quizá la brecha más importante de todas no sea la digital, de la que se ha hablado tanto, sino una brecha que yo no he visto en ningún sitio, no he visto analizada en ningún medio de comunicación, que es la brecha moral. Es decir, cuando tú das clase on-line con cualquier alumno y lo eliminas de su criterio de sociabilidad en un aula, estás también privándole de una educación cívica y moral muy importante que tiene que ver con la presencialidad y con la capacidad de mímesis, de imitación y de asimilación de la doctrina de los comportamientos que se hacen en vivo y en directo cuando estamos en este aula. Desde pedir un lápiz al compañero, levantarte a tirar un papel a la papelera, las miradas de reposo, hasta la atención que se relaja… lo que pasa en el microcosmos de un aula tiene mucho que ver con la educación y tiene incluso mucho más que ver que con los contenidos.

Cuando eliminas ese microcosmos y a cada uno lo pones en su habitación con un móvil o una pantalla, aunque los contenidos los pueda recibir medianamente bien, está perdiendo un porcentaje altísimo e importantísimo de una educación cívica, moral, social, que es la que fundamenta el sentido de la educación. En esto sí creo que podemos tener una brecha moral más importante que cualquier otro tipo de brecha que exista. De esto no se está hablando en casi ningún sitio y desconozco el motivo. Me sorprende mucho que en los análisis que se han hecho nadie haya caído en que quizás estamos abocando a nuestros niños, si pasan mucho tiempo individualizados en el proceso de aprendizaje, a hiperindividualizar más el proceso de socialización que ya de por sí está siendo muy grande. Y si esto lo multiplicas por el teletrabajo y la moda actual que parece apuntar a que todo el mundo quiere teletrabajar porque le va mejor y distribuye mejor su tiempo, al final estás rompiendo vínculos de conexión sociales que hacen que el civismo, la moral y las costumbres vayan decayendo poco a poco y eso sí que me parece realmente peligroso.

Hasta la llegada de la pandemia se auguraba un futuro tendente a un cada vez menor contacto social cara a cara, compras por Internet, todo a través de aparatos. La pandemia parece haber acelerado esa deshumanización de las relaciones personales en la sociedad…

¡Pues imagínate los niños! Si un niño necesita la sociabilidad como criterio de socialización, tenemos un grave problema.

Como ha comentado antes, los contenidos no se pueden transmitir igual por Internet que en persona. Durante el confinamiento decretado en primavera, ha habido casos de escuelas en las que la enseñanza virtual ha sido muy intensa y de colegios en los que ha sido floja, dependiendo de los profesores, la dirección de los centros, la disponibilidad de medios digitales, la preparación y el tiempo de las familias… Frente al nuevo curso y un eventual uso de la enseñanza online, ¿se corre el riesgo de que aumenten los desequilibrios entre colegios y alumnos, en función de los medios disponibles y las capacidades individuales?

Solemos tener la tendencia de que los casos que conocemos personalmente los convertimos en genéricos. Tengo hijos, conozco a los hijos de otras familias y he trabajado tanto en centros públicos como concertados y he visto situaciones muy similares. Es decir, ha habido un porcentaje de gente que ha hecho bien su trabajo, como ha podido, pero creo que achacar esto a una situación excepcional, como si fuese algo que pudiera generar una brecha académica enorme en estos tres meses me parece un poco descabellado. Esos tres meses no va a condicionar mucho esa brecha que ya venía condicionada por cuestiones como por ejemplo estar en un público o en un concertado, por si tus padres te podían pagar extraescolares o no; porque ahora mismo la gran diferencia en el sistema educativo radica precisamente en las actividades extraescolares.

¿Por qué?

Los padres que se pueden permitir reforzar y ampliar a través del dinero la educación de sus hijos, con el inglés, la robótica, clases particulares… ahí es donde en gran parte marcan la diferencia porque luego no hay tanta entre los centros educativos, privados, concertados y públicos. ¿Qué sucede en el confinamiento? Al no haber actividades extraescolares puede que toda esa compensación haya existido de una manera mayor; es decir, que en vez de ampliar esa brecha puede haber sucedido lo contrario, porque los que recibían ese apoyo extra porque tenían una situación socioeconómica buena no lo han podido obtener debido al confinamiento. Y entonces, lo que se ha hecho en las clases durante esos tres meses no cero que sea tan definitivo como para hablar de una brecha tan grande, ni que sea tan calamitoso. No sé qué va a pasar ahora ante un curso entero, ya que antes sólo han sido tres meses. Todavía no se sabe cómo se va a afrontar. Creo que se va a intentar hacer la semi presencialidad lo mejor posible y eso puede compensar un poco el nivel. Pero la desafección o la brecha académica ya existía mucho antes del coronavirus.

En algunas comunidad autónomas se están planteando realizar test tanto a los profesores como a los alumnos cada 15 días. ¿Cree que ésta puede ser una buena medida para detectar el avance del virus y poder aislar a quienes den positivo?

Bueno, todo lo que sea controlar la situación me parece bien. El conocimiento no ocupa lugar. Saber quién tiene el virus, cómo evoluciona la curva… considero que es positivo. No veo mala idea que se desarrollen los tests con frecuencia o con una dinámica cada 15 días. Aquí, en Andalucía, van a comenzar a hacer tests esta semana [por la pasada] a los profesores para ver cómo están antes de comenzar las clases. Todo lo que tenga que ver con controlar la salud me parece bien.

He echado en falta la puesta en valor del papel de las familias, de las madres, de los padres, en ese proceso de acompañamiento educativo.

Para concluir, me gustaría aludir a la experiencia del teletrabajo, que muchos padres han tenido que compaginar con la atención escolar y el cuidado de sus hijos. ¿Cómo se podría dar solución a este problema? La conciliación laboral y familiar es complicada cuando hay que simultanear trabajo y cuidado de los hijos.

José Carlos Ruiz

Bueno, la conciliación es un tema a parte, ya no solamente del sistema educativo, sino de cualquier sistema social. Para conciliar la vida personal con la laboral no veo que haya una solución fácil si nos volvemos a confinar todos. Tenemos que acudir al trabajo y a la familia con la que convives porque no estábamos preparados para el confinamiento ni tampoco para conciliar dentro del hogar. Si ya es difícil conciliar en la vida afuera, imagínate si tenemos que conciliar en el mismo horario laboral con el niño en la habitación de al lado. No vamos a ser muy críticos con este tema porque nos ha pillado a todos fuera de juego. Entonces, llegar a hacer un análisis destructivo de lo mal que lo hemos estado haciendo, cuando nadie estaba preparado ni se imaginaba esto me parece fuera de contexto. Lo que sí es verdad es que he echado en falta la puesta en valor del papel de las familias, de las madres, de los padres, en ese proceso de acompañamiento educativo. Los que han sacado adelante todo el proceso educativo en estos meses, a parte de los maestros y las maestras, que han hecho lo que han podido, han sido los padres y las madres.

Han estado al lado de los niños, han sacado fichas, han impreso, han estado con ellos… a la vez que hacían su trabajo. Al final, ese pilar de la familia de haber estado acompañando debería de haberse visto reconocido socialmente mucho más nivel mediático; pero no creo tampoco que haya que demonizar una situación inesperada en la que se ha hecho lo que se ha podido. Y ahora, en teoría, deberíamos empezar el curso con los planes de presencialidad y tener el Plan B preparado. Antes nos pilló sin un Plan B. Ahora al menos todo el mundo ha tenido que hacerlo, incluso en la universidad hay tres planes: el A, que es presencial; el B, que es semipresencial; y el C, que es totalmente en casa. Aquí, en la Universidad de Córdoba vamos a comenzar intentándolo, pero ya lo tenemos preparado, estamos mentalizados y nos hemos hecho el cuerpo. Creo que puede haber un cambio respecto a lo que hicimos antes y lo que vamos a poder hacer ahora, un cambio para bien.

Toda esta experiencia, ¿nos ha venido a demostrar que el ser humano tiene una capacidad de adaptación extraordinaria y hay que afrontar las situaciones de una manera positiva?

Bueno, no soy muy favorable a la palabra “positivo”. Yo apuesto por el realismo, hay que ser realistas. No hay que hacer un juicio de valor emocional sobre si hay que ser optimista o pesimista; nos acercamos a la realidad desde el punto de vista filosófico, aceptando la tragedia de lo real. Hay una tragedia, hay partes de comedia, hay partes de drama… a fin de cuentas cuando analizas la situación lo que tienes que tener muy claro es que tienes que poner un pensamiento crítico por encima de la parte emocional. Hoy en día, la parte emocional parece que ha ganado el terreno al pensamiento y entonces nos dejamos llevar por la indignación y por las situaciones en las que se apoderan de nosotros los sentimientos esporádicos. Y analizar una situación con el pensamiento crítico implica meter dos factores muy importantes: analizar los contextos que rodean cada situación -cada centro, cada familia, son contextos muy singulares- y analizar también las circunstancias, es decir, el sitio en el que está, el sistema económico en el que se mueve cada colegio, las familias que atiende, su manera de pensar, la idiosincrasia…Cuando tú metes esos factores, contexto y circunstancias, y analizas la realidad no tienes que ser ni positivo ni negativo, simplemente eres alguien realista que cuenta lo que cree que ve y poco más.

Más información: en la web de José Carlos Ruiz.

mariagialma@gmail.comJosé Carlos Ruiz: “Al eliminar la educación presencial en el aula, quizá la brecha más importante de todas no sea la digital, sino la moral”