Arquitectura contemporánea integrada en el paisaje, donde la luz y el color desempeñan un papel fundamental. Sobre estos elementos el estudio alicantino de arquitectura Crystalzoo desarrolla sus edificios, siempre bajo la premisa de que sus usuarios se sientan a gusto, ya sea como espacio de trabajo, de estudio o de vida. Entre sus obras de arquitectura pública se encuentran el Estadio Olímpico y Campo de Fútbol de La Nucía, la rehabilitación de la antigua estación de autobuses de Alicante (Séneca), la Biblioteca Municipal de San Vicente del Raspeig, el Centro de la Tercera Edad La Casilla o su proyecto de coworking Lab_Nucía, que ha recibido el prestigioso Premio Architizer 2020 al Mejor Edificio Público, obtenido anteriormente, en 2016, por un proyecto de extensión administrativa municipal en la misma localidad. Aunque su trabajo más cuantioso se desarrolla en el ámbito público, su radio de acción se extiende a la arquitectura privada y el retail.
Con el fin de conocer el tipo de trabajo que desempeña Crystalzoo y la situación que atraviesa el sector de la arquitectura en España mantuvimos una entrevista con José Luis Campos, su director ejecutivo, quien participará el próximo martes 13 de octubre a las 19 h. en un encuentro virtual que se celebrará en la web de Casa Mediterráneo. En el coloquio, titulado Arquitectura sostenible en el Mediterráneo y moderado por el periodista Miquel Hernándis, le acompañará Emilio Vicedo, presidente del Colegio Territorial de Arquitectos de Alicante.
¿Cuáles son los principales rasgos que caracterizan al estudio de arquitectura Crystralzoo?
Creo que los rasgos que nos distinguen son el tratamiento de la luz y del color. El tema del color siempre ha sido para nosotros muy importante, es más, intentamos generar a través de él ambientes optimistas. En arquitectura se llama “optimismo operativo” de carácter funcional, es decir, las cosas tienen que funcionar, económicamente tienen que costar lo que realmente planteamos -al trabajar para la administración eso es muy importante-, tienen que ser operativas, pero al mismo tiempo generar optimismo. Por ejemplo, que la gente en los espacios de trabajo esté a gusto, pensando mucho a nivel de usuario. Una de nuestras prioridades es llegar a empatizar tanto con los gestores, con los que nos gusta hablar del proyecto, involucrándolos, como con los usuarios finales. Nos ponemos en el punto de vista del usuario, de cómo va a vivir o cómo va a trabajar en los espacios de trabajo.
Por ejemplo, cuando hicimos la reforma del Diario Información nos pasamos y hablamos con todos los usuarios, con los trabajadores del centro para que nos contaran lo que opinaban, cómo les gustaba trabajar, qué es lo que necesitaban, cómo se interrelacionaban, para de esa forma poder hacer un proyecto que realmente funcionara y, al mismo tiempo, desde la perspectiva de esos conceptos que están muy de moda, el wellness dentro de la arquitectura. Al final, se trata de transmitir sensaciones. Está claro que cada proyecto es diferente y tiene un enfoque distinto, pero evocar a través de un color ese tipo de sensaciones me parece muy interesante. Y eso lo transmitimos mucho a través de la luz y del color.

Lab_Nucía, Centro para empresas tecnológicas en La Nucia, galardonado con el Premio Architizer 2020 – © David Frutos.
Esa importancia que ustedes conceden a la luz y al color se aprecia en el edificio Coworking Lab_Nucía que ha recibido el Premio Architizer en la categoría de mejor edificio público. Sus espacios son abiertos, luminosos y facilitan la intercomunicación social entre los usuarios.

Centro para empresas tecnológicas en La Nucia – © David Frutos.
Se trata de un edificio que es muy másico, porque en su planteamiento conceptual queríamos tener un reconocimiento hacia el Monte Ponoch. En ese sentido somos muy locales, nos gusta mucho la intervención en el terreno, somos paisajistas de interiores. Nos gusta focalizar los proyectos en su territorio para que tengan ese tipo de interconexión, exactamente por buscar esa empatía con el usuario, para que vea el edificio y lo reconozca como suyo. Ese proyecto en concreto bebe mucho del Ponoch, que es un monte cercano my importante en la comarca de La Marina. Buscamos ese tipo de relaciones con el paisaje. Muchas veces los huecos se abren en fase de obra en función de hacia dónde miras. Meter el paisaje dentro del funcionamiento nos parece muy relevante. Buscamos elementos de sostenibilidad, climatológicos, para poder aunar ambos elementos.
Precisamente, una de las apuestas de Crystalzoo, tal como sostiene en su página web, es la sosteniblidad. ¿Cómo se consigue?
Dentro de los proyectos se encuentran los conceptos de economía circular, los subcycling que también están muy de moda. Es un concepto que desconocía hasta que un día me lo contaron, y realmente llevo años haciéndolo. Es lo que nosotros llamábamos “reciclaje arquitectónico”. De hecho, el primer proyecto de Crystalzoo fue de este tipo: la Seu Universitaria de La Nucía. Un edificio que no estaba catalogado y dudaban si tirarlo o no. Nosotros hicimos una apuesta muy importante por mantener el conjunto de las fachadas, generando un edificio nuevo dentro del edificio antiguo, que apoyase y sirviese de sustento a una parte muy deteriorada de la construcción que estaba a punto de caerse.
Para nosotros, el reciclaje arquitectónico entra dentro de los cálculos de la huella ecológica. Si te pones a analizar lo que supondría tirar el edificio para rehacerlo, en concepto de huella ecológica salen unas auténticas barbaridades, mientras que si mantienes el edificio, lo renuevas y le das una nueva vida es cuando consigues esa sostenibilidad. Al mismo tiempo, si te fijas, la arquitectura vernácula es una arquitectura sostenible, al final ¿qué es lo que trabajaban? Grandes muros, con mucha inercia térmica, hechos en función de orientaciones… Nosotros lo que realmente trabajamos es eso, la sostenibilidad como se trabajaba en la arquitectura vernácula. Hacemos una especie de revisión de la arquitectura desde un prisma contemporáneo. Así consigues hacer una arquitectura ecléctica, pero que bebe mucho de la tradición de la zona.
Hay gente que nos dice que nos vamos a internacionalizar. Pero ahora mismo tenemos un control del territorio local, de las tradiciones. Y ese input del proyecto quizás no podríamos aportarlo, por ejemplo, en otros lugares como México.

Estadi Olimpic de La Nucía – © David Frutos.
¿Qué peso tienen el paisaje y la historia en sus proyectos?
Nos gusta mucho meter la historia, las voces de la gente, cómo ha ido pasando el tiempo… es un elemento más del proyecto. La arquitectura es lo más parecido a ser un director de orquesta. Tenemos un puzzle y al final generamos el proyecto que aúne un mayor número de voluntades. Eso es ser empático. Es decir, atendemos a qué quiere la administración, qué quieren los usuarios, qué quiere la gente… Coges las voces de todos y haces el proyecto que los aglutine. Y desde el punto de vista de la arquitectura, del diseño, intentamos ofrecer la mejor solución posible a todo esto.
Sus construcciones, aunque sean distintas entre sí, tienen un sello común y no ofrecen la imagen fría que suele asociarse a la arquitectura contemporánea.
Uno de los primeros proyectos que hicimos fue la Biblioteca de San Vicente del Raspeig. La parte del proyecto bebe mucho de mi proyecto de final de carrera, que era un planteamiento de búnker. Cuando estábamos en el proceso de construcción la gente empezó a llamarlo “búnker”, y yo pensé: ¡Qué casualidad! Han entendido el proyecto. Pero me di cuenta de que no, lo estaban diciendo de forma peyorativa. Entonces, desde ese momento empecé a plantearme que tenemos que tratar de evitar esa disociación entre la arquitectura contemporánea y el público en general, porque realmente no proyectamos para nosotros, sino para la gente. El edificio no voy a vivirlo yo, sino la gente, con lo cual tenemos que buscar ese punto de cercanía. Fue el momento en el que empezamos a dibujar las letras, de un texto que escribí, y tras exponérselo al Ayuntamiento y al Instituto Alicantino de Cultura Juan Gil-Albert nos dieron el visto bueno. Lo que hicimos fue dulcificar el proyecto y eso lo acercó a la gente. Desde ese momento nos dimos cuenta de que había que buscar equilibrio, generando empatía con la gente.
Está claro que todos los proyectos, y eso es inevitable, dentro del despacho se van contaminando unos con respecto a otros. En sus primeras fases un proyecto muchas veces coge las soluciones aprendidas en otro en estado de dirección de obra y eso va generando esa línea argumental, pero realmente nunca buscamos que los proyectos se parezcan, sino que se van contaminando. Es un proceso que resulta muy divertido. Por ejemplo, ahora mismo estamos desarrollando una obra para la Universidad de Alicante y hemos visto una serie de soluciones que beben de otros proyectos. Al final, esa contaminación se va produciendo, pero no es algo buscado. Además, intentamos que las obras no se parezcan, pero no puedes evitarlo muchas veces.
Intentamos generar una arquitectura cercana, que no tenga unos discursos excesivamente complejos, porque tampoco los tenemos nosotros. Sí es cierto que dentro de la arquitectura contemporánea hay discursos muy complejos que me parecen interesantes; es una postura que me parece bien y respeto, pero a nivel de proyectar, dentro del despacho, no nos sale. Sí tenemos una vertiente teórica y conceptual muy fuerte dentro de los proyectos, que siempre nos ha gustado. Nos trata simplemente de luz y color, sino que detrás hay unos planteamientos a nivel de composición, de ideas y conceptos. Muchas veces consiste en trabajar con las voces de los usuarios que han vivido en el edificio. Ese tipo de cosas es algo con lo que solemos trabajar y muchas veces se van repitiendo de un proyecto a otro, pero no es algo buscado.
La luz y el color son elementos muy representativos del Mediterráneo. En este sentido, ¿el tipo de arquitectura de Crystalzoo se consideraría mediterránea?

Centro de día en La Nucia – © David Frutos.
Por supuesto que sí. A la hora de proyectar tú siempre tienes tu imaginario, que es algo que ha ido creciendo contigo desde pequeño. El sonido del mar, la forma en que las olas dibujan las espumas en la arena, ese tipo de cosas forman parte de tu subconsciente y es algo que siempre trabajas. El tratamiento de la luz y del color para nosotros es muy importante porque somos de aquí. Cualquier otra postura sería obviarlo. Trabajar ese tratamiento de la arquitectura vernácula, poner en valor el patrimonio, que son elementos de esa sostenibilidad arquitectónica que siempre hemos planteado, es muy importante porque al final es lo que va configurando nuestra obra.
En estos momentos, ¿cómo ve el panorama de la arquitectura en nuestro país, tras la crisis inmobiliaria sufrida entre 2008 y 2014 y la irrupción de la pandemia mundial a principios de este año? ¿Cuál es la situación particular de Crystalzoo?
Estábamos saliendo de la crisis, con una reactivación muy importante, y la pandemia ha sido un duro golpe, de modo que la situación actual es muy complicada, tal como lo percibimos y nos lo comentan nuestros compañeros. Nosotros en ese aspecto somos muy afortunados porque tenemos bastante trabajo debido al sector al que estamos más orientados. Estamos trabajando mucho para empresas y organismos públicos que no se están viendo tan afectados. Claro, donde está habiendo más problemas es a nivel particular. La gente tiene menos liquidez, se replantea el volumen de una reforma inicial… Se trata de un sector que nosotros tocábamos poco, aunque sí lo desarrollamos, hacemos también reformas de viviendas en el ámbito local. La mayoría está por el centro y nos gusta. Es más, tenemos a una persona dentro del despacho que se dedica exclusivamente a ello. Entra menos de lo que debería, pero no lo buscamos, sino que nos van llamando. Ahora estamos desarrollando un proyecto de retail.
¿Qué es el retail?
El interiorismo para restauración, oficinas, incluso para elementos públicos. Ahora mismo estamos llevando a cabo proyectos de interiorismo para administraciones. Estamos desarrollando un restaurante pequeñito, pero muy bonito, en el centro de Alicante. Ese tipo de cosas las seguimos haciendo porque la pequeña escala nos gusta y, aunque es verdad que nos llaman menos y máxime en la actual coyuntura, en general estamos teniendo bastante movimiento. También tocamos las residencias de mayores porque siempre hemos tenido una especial sensibilización hacia los temas de accesibilidad, desde mi época de estudiante. Mi proyecto de fin de carrera fue premio de accesibilidad de la Conselleria. Es algo que siempre hemos abordado y ahora tenemos en marcha dos proyectos de residencias de mayores, de ámbito público y privado, aparte de hoteles y oficinas. Es más, actualmente el despacho está creciendo, siguiendo las sinergias del propio premio.

Centro de día en La Nucia © David Frutos.
¿Qué ha supuesto para su estudio obtener el Premio Architizer 2020 por el edificio Lab_Nucía?
Es un nuevo espaldarazo. Es la segunda vez que lo conseguimos y además esta vez por partida doble, el premio del público y el premio del jurado. En la ocasión anterior nos concedieron el del jurado.
¿Por qué construcción se les otorgó el premio anteriormente?
Por un edificio de oficinas híbrido, social y administrativo, que también desarrollamos en La Nucía, con lo cual es la única ciudad de España que tiene dos Architizer por dos edificios públicos. Están muy contentos. Allí han hecho una apuesta por patrimonio de arquitectura contemporánea, de calidad, ya que en el municipio carecían de un patrimonio construido importante, hasta el punto de que incluso la Diputación ha publicado un folleto de rutas arquitectónicas en La Nucía. Han tenido un especial aprecio por ese tipo de edificios y nosotros hemos podido desarrollar varios proyectos que además han sido muy premiados. Hemos sido significados entre los mejores edificios del mundo y por ejemplo Traveller, la revista de viajes japonesa, eligió nuestras obras entre las 20 que recomendaban visitar en España. Incluso desde el Ayuntamiento nos han contado que ha habido excursiones de japoneses para visitarlos.
El nombre de su estudio, Crystalzoo, hace alusión a la obra teatral El Zoo de Cristal. ¿Por qué ese nombre?
Tiene una componente cultural que siempre nos gustó. El nombre tiene su origen en la obra de teatro de Tennessee Williams, por la frase que se pronuncia al principio y con la que nosotros hacemos un juego de palabras. Que viene a decir: “Somos lo contrario al prestidigitador común”. Nosotros hacemos proyectos que parecen otra cosa, trabajamos con la ilusión y las emociones que tienen que ver con ese planteamiento inicial de la obra, y al mismo tiempo con un planteamiento que tenemos muy claro cuando desarrollamos el despacho, que está conformado por arquitectos que tienen diversas cualidades. Es como un zoo, donde cada elemento es independiente, pero en su conjunto forma una unidad. Somos un equipo de arquitectos donde los asuntos se plantean, se ponen en común y se busca en función del proyecto al profesional más adecuado, que pueda empatizar más con los clientes y mejor pueda desarrollar el trabajo directamente.

Rehabilitación de la antigua estación de autobuses Séneca de Alicante – © David Frutos
¿Cuándo nació el estudio?
El despacho con esa firma se creó en enero de 2006. Tenemos ya 14 años y estamos a punto de cumplir 15, aunque llevo más de 20 años trabajando como arquitecto. Algunas de las personas que están conmigo en el despacho proceden de la firma que teníamos antes. Cuando se dividió, casi dos tercios se vinieron conmigo y el resto se quedó. Somos muy locales, de provincias, en el sentido bueno de la palabra, en cuanto a la calidad de vida, donde tenemos muy en cuenta aspectos como la conciliación laboral.
Más información, en la página web del estudio crystalzoo.net
Imagen superior destacada: José Luis Campos – © David Frutos