La escritora, periodista y activista Joumana Haddad, considerada una de las personalidades libanesas más influyentes del mundo, es de esas personas que por su carisma no deja indiferente a nadie. Además de su belleza, Joumana cautiva por la convicción de sus ideas y la vehemencia como las defiende, sin importarle las amenazas que sus principios liberales le acarrean entre los sectores más conservadores del mundo árabe.
Haddad, periodista durante más de veinte años y escritora con quince libros a sus espaldas, ha participado durante el mes de julio en la Residencia de Escritoras que Casa Mediterráneo tiene en marcha en Alicante y que le ha llevado a ofrecer dos encuentros en la institución diplomática para hablar de literatura y derechos humanos, tratando de despejar los estereotipos que suelen ceñirse sobre el mundo árabe. Joumana concedió una entrevista telefónica a la Revista Casa Mediterráneo en la que muestra parte de su persistente lucha como defensora de los derechos humanos pese a quienes se niegan a que la dignidad sea extensible a todas las personas.
Hoy en día, ¿qué supone ser mujer en el mundo árabe y además defendiendo asuntos tan controvertidos como los derechos humanos, la libertad de expresión, la igualdad de género y el secularismo?
Antes de todo tengo que aclarar que la lucha por los derechos humanos sigue siendo importante en todo el mundo, en Europa también, donde veo demasiados abusos. De ahí que el feminismo sea una lucha muy importante en todo el mundo. ¿Qué quiere decir hacerlo en el mundo árabe? Necesitar mucha capacidad de perseverancia, mucha entereza a la hora de creer que las cosas van a cambiar, que todo lo que estás haciendo no va a abocar en la nada, creer en tu mensaje y ser apasionada en esos valores para seguir luchando. Porque cada día pones tanto esfuerzo, dentro y fuera de ti, que a veces dan ganas de dejarlo. Para ello, necesitas ser obstinado.
Hay poetas palestinos que dicen que en los momentos de desaliento lo que anima a continuar adelante siempre es la esperanza, que constituye el motor de cualquier lucha.
Sí, claro. No puedes continuar si lo que piensas que estás haciendo un día no va a tener resultado.
¿Las “Primaveras Árabes”, una denominación que no suele gustar a las sociedades implicadas, ha supuesto un cambio en la situación de la mujer?
No, porque desgraciadamente las dictaduras han sido reemplazadas por otro tipo de dictadura, de corte extremista islámico. Al inicio, sí que era una verdadera revolución, pero luego fue secuestrada por los extremistas islámicos e invertida por ellos, por eso no nos gusta llamarlas “primaveras”. Pero esto no quiere decir que las luchas hayan terminado, sino que hay muchas organizaciones e individuos que están luchando por la dignidad humana y llegará el momento en el cual esta dignidad se extenderá a todos los seres en el mundo árabe.

Joumana Haddad, a la izquierda, junto a Sonia Marco, la moderadora del encuentro celebrado en Casa Mediterráneo – © María Gilabert / Revista Casa Mediterráneo
Usted vivió de niña la Guerra del Líbano, ¿qué recuerdos conserva de aquella época y qué secuelas ha dejado en su país?
El hecho de crecer en una ciudad en guerra puede transformar a la gente de diferentes maneras. Para mí, claro que ha sido una experiencia muy difícil, como para todos, pero pienso que me ha transformado en una persona a la que no le da miedo luchar, defender lo que le convence. No estoy haciendo un elogio de la guerra, pero me ha enseñado a ser una luchadora.
En Europa se suele tener una imagen bastante homogeneizada del mundo árabe, cuando en realidad éste está formado por más de una veintena de países con realidades propias y muy diversas. ¿A qué cree que se debe esta falta de conocimiento de los países árabes y por qué se siguen viendo como un conjunto?
En los clichés hay una falta de curiosidad sana hacia el otro. Y muchas veces los medios de comunicación prefieren concentrarse en los estereotipos negativos, porque quizás venden más que una historia positiva. Desgraciadamente es así y funciona en el periodismo. Nosotros también en el mundo árabe tenemos esta imagen estereotipada de algunos países, pero no es como la de los occidentales hacia nosotros, porque esta condescendencia insoportable que tiene a veces el mundo occidental hacia el árabe me hace pensar que no necesitan saber más. Pero el mundo árabe sí, porque está victimizado y siente que necesita saber más sobre los occidentales.
La literatura ¿puede servir como un vehículo para el conocimiento, más allá de las noticias periodísticas que dibujan una imagen del mundo árabe?
Por supuesto, la literatura es un medio mucho más importante y eficaz que el periodismo, no porque yo carezca de respeto hacia éste, yo misma soy periodista y he trabajado en este sector durante veinte años. Pero no tengo respeto hacia el periodismo que se practica ahora por la mayor parte de los periodistas. Son muy pocos los que buscan la verdad y quieren hacer llegar una imagen precisa del tema del cual están hablando.
Su activismo es rechazado, lógicamente, por los sectores más conservadores. ¿Ha llegado a recibir algún tipo de amenazas por defender sus ideas y principios?
Sí, he recibido amenazas, pero es normal. Tú no puedes satisfacer a todos. Siempre va a haber alguien a quien no le guste tu discurso y es el precio mínimo que tienes que pagar para hacer las cosas en las cuales crees de verdad. Para mí, ni siquiera es un precio, sino algo muy natural.
Antes de la guerra, Beirut era una ciudad moderna a la que se llamaba la ‘Suiza de Oriente Medio’, ¿conserva este espíritu en la actualidad?
No, claro que no, porque como todos los países de la región es una ciudad que ha sufrido muchísimo por la guerra, por la injusticia como Occidente ha tratado las crisis en la zona, que siempre tiene una parte de responsabilidad, con interferencias en lo que ocurre en el mundo árabe. Entonces, Beirut ya no conserva el estatus de la Suiza de Oriente, pero un poco el margen de libertad en El Líbano es superior al de otros países. No me gusta compararnos con lo peor, pero a veces esto hace que algunos intelectuales árabes vivan en Beirut para poder decir lo que piensan.
Uno de sus ensayos, que tiene un título provocador, ‘Superman es un árabe’. ¿Por qué lo escribió y qué ideas plasma este libro?
En este libro hablo del concepto de la masculinidad en el mundo árabe y de la necesidad de combatir el machismo, no sólo de los hombres sino también de muchas mujeres que han sido educadas para pensar que ellas son menos importantes o menos capaces que el hombre. Este libro es una crítica de la masculinidad en el mundo árabe.
Debido a las restricciones sociales, las sociedades árabes viven una especie de doble vida, la pública y la privada. ¿Vivir de esta manera no es una hipocresía?
Claro, en las primeras páginas del libro ‘Yo maté a Sherezade’ digo que ésta es una forma de hipocresía y cobardía, porque cuando tú como ser humano no tienes el valor de decir: Es mi derecho vivir como quiera, ya que no estoy haciendo ningún mal a nadie, pero no tengo este valor porque no quiero enfadar a mi líder político, ni a mi líder religioso o a mi familia, ocultarlo es siempre una gran miseria, no sólo una hipocresía. Tú no puedes vivir una vida que te satisfaga si estás siempre intentando satisfacer a otras personas.