La localización de los vestigios de la mítica ciudad de Tartessos en el suroeste peninsular, una importante civilización considerada la primera de Occidente, fue una verdadera obsesión para Adolf Schulten, filólogo alemán que dedicó grandes esfuerzos y expediciones encaminadas a sacarla a la luz. Un documental realizado por MLK Producciones, titulado “El Tartessos de Schulten. La conquista de la ciudad perdida” se centra en la gesta de este controvertido personaje que se empeñó en constatar la existencia de una civilización reflejada en textos antiguos y envuelta en la leyenda.
Casa Mediterráneo ha incluido en su programación del mes de enero la proyección online del documental dirigido por Antonio Lobo y producido por José Antonio Hergueta, que podrá verse el viernes 8 de enero a las 19 h. en la web de Casa Mediterráneo. El trabajo será presentado por Leticia Salvago, arqueóloga y responsable de Patrimonio Histórico y Arqueológico de MLK Producciones, con quien mantuvimos una entrevista previa al encuentro para indagar en la figura de Schulten, su afán por dar con los restos de la civilización tartésica y la importancia de esta cultura que arroja luz sobre nuestros propios orígenes.


El documental ‘El Tartessos de Schulten’ se centra en la obsesiva búsqueda por parte del alemán Adolf Schulten de la mítica ciudad de Tartessos en el sur de España. Una figura rodeada de polémica, que se propuso encontrar los restos de una importante civilización en una época de grandes descubrimientos arqueológicos. ¿Quién era Schulten y qué le movió a esta búsqueda? ¿Ciertas ansias de celebridad y trascendencia?
Realmente Schulten no era arqueólogo, sino filólogo, pero en aquella época era lo más normal porque la figura del arqueólogo como tal no existía. Se realizaba la investigación arqueológica, que estaba en unos momentos incipientes; había empezado en el siglo XVIII en Pompeya y Herculano por parte del Gobierno español, ya que Nápoles fue parte de la Corona de Aragón. Pero la investigación arqueológica como tal todavía no estaba inventada. Lo que se hacía era la búsqueda de la pieza o de la civilización, su hallazgo era más importante en sí que saber cómo se instrumentaba esa civilización. Ésta es la gran diferencia respecto a la actualidad y es importante decirlo porque el documental se titula “En busca de la civilización perdida” y tiene mucha relación con películas como las de Indiana Jones, donde vemos a un señor, profesor de universidad, que va buscando una pieza. Éste es el sentido de Schulten, el sentido academicista, lo que se buscaba era culturas, normalmente orientales, que estaban reflejadas en los textos antiguos y el empeño se centraba en su hallazgo, porque no se sabía dónde estaban exactamente o no se habían localizado. Él como era buen filólogo sabía buscar dentro los textos para ubicar a estas civilizaciones, en concreto la de Tartessos que era su obsesión.
Y respecto a la otra parte de la pregunta, evidentemente, en el siglo XIX hay gran cantidad de personas que se dedican a la búsqueda de estas civilizaciones y su referencia era Schliemann, que había encontrado Troya, el tesoro y toda la parafernalia que implicaba, unos hallazgos de piezas con valor, que era lo que tenía tirón. Schulten quería encontrar su civilización en la península, ésa era su obsesión, con el fin de que su nombre quedara unido a esa civilización para la posteridad, porque ése era el gran logro de cualquier investigador a fin de cuentas. Lo bueno de esto es que sin encontrarla, el nombre de Schulten se quedó asociado a Tartessos. Creo que ésa fue su genialidad.
¿Cuál es el origen y la importancia de la civilización tartésica?
El origen se remonta a los textos de la Biblia, donde se nombra en el Antiguo Testamento, unos escritos de referencia por su antigüedad y por lo que implica. Es una civilización situada en Occidente, cuando en principio todas las grandes civilizaciones anteriores a la Edad del Hierro se encuentran en Oriente, excepto Grecia. Lo interesante de Tartessos es que era una civilización en Occidente, pero que estaba imbuida de esa magia, de ese esplendor y esa riqueza que tienen los orientales. Y es la única, la que se encuentra en el occidente total, después ya está el océano, no hay nada más. No es casualidad que no sólo en los textos bíblicos, sino también en los 12 trabajos de Hércules se hable de Gerión, un rey tartésico, y sus bueyes, lo que da idea de la importancia de esa civilización. No va a citarse en un texto mitológico algo que no tenga un seguimiento, una valoración y un haber estado de boca en boca, si no no tendría sentido. Ahora bien, durante años la cultura material no aparecía. El hito que marca esto acontece en los años 60 cuando se descubre el Tesoro de El Carambolo, ahí se rompe el frasco, y Tartessos deja de ser una mitología para convertirse en una realidad. A partir de ahí ha habido una serie de descubrimientos, que son los grandes santuarios que han aparecido en toda la zona de Extremadura, aparte de los tesoros.
El último de los esplendorosos santuarios hallados es el de Guareña, que ha conseguido que deje de considerarse un mito y pase a ser una gran civilización. Es un santuario donde se hizo una hecatombe, que es una matanza sistemática de animales para sellarlo, un ritual muy común en el Mediterráneo cuya envergadura muestra una civilización muy potente. El hecho de tener un santuario inmenso y realizar esa hecatombe que evidencia una riqueza, puesto que sobra el ganado, se sellara, se acabara y no se volviera a encontrar por ahora más restos explica que hubo una desaparición, pero no por una guerra, y aunque desconocemos el motivo, evidentemente ellos sabían que estaban en su final y quisieron cerrarlo totalmente. De hecho, este santuario lo que ha permitido es ver la distribución del resto de santuarios que se han encontrado y cómo el Reino de Tartessos estaba situado. Schulten en el documental sigue los textos buscando en el lago Ligustinus y toda la zona de Doñana y de pronto este santuario aparece en Badajoz, desplazándonos bastante hacia el interior, lo que evidencia que no podemos circunscribir esta civilización sólo al Guadalquivir o el territorio de la baja Andalucía, sino que hay otras áreas de influencia o del mismo territorio que manejaron. Esto cambia mucho el concepto. Desde hace ocho años, cuando hicimos el documental, hasta ahora que vamos a realizar otro sobre el origen de Tartessos ha habido un salto cósmico en lo que se refiere a la investigación y el conocimiento de ese mundo.
¿Se trata del proyecto “En el origen, Tartessos”, que acaba de obtener una ayuda a la producción de documentales de la Consejería de Cultura?
Sí, hemos obtenido esta ayuda de la Consejería de Cultura, de la que acabamos de enterarnos justo en diciembre, y también tenemos un acuerdo con Canal Sur para la emisión del documental, que participa dentro de la producción. Lo que se va a ver es un recorrido de todo lo que se ha descubierto, la gente que está trabajando en este ámbito, las nuevas aportaciones y cómo absolutamente ya no es un mito, sino una realidad muy patente, que además va a traer consecuencias en la interpretación de otras miles de relaciones, véase versus el mundo fenicio que está aquí asentado en paralelo a ellos. Hubo una aculturación. De hecho, el problema es que a veces no sabemos dónde empieza Tartessia y acaba Fenicia y dónde empieza Fenicia y acaba Tartessia en la península ibérica, porque llegan a tener tal aculturación que es difícil de separar.
En el documental se dice que Schulten llegó a señalar 22 analogías entre Tartessos y la Atlántida, una tierra mítica que se situaba en el extremo más occidental del Mediterráneo. ¿En qué basaba esa identificación?
En los textos platónicos, fundamentalmente. Yo no soy filóloga ni especialista, sino más arqueóloga de excavación, pero tuve que documentarme al respecto. Lógicamente lo había estudiado en la universidad y luego posteriormente para el documental. Él se basaba en las ideas de Platón sobre el mundo idílico y mítico de la Atlántida. Hay ríos de tinta sobre esto, tantos como los que había sobre si Tartessos era un mito o una realidad. Yo particularmente ni digo que sea mito ni que sea realidad; creo que se solapa un poco el mito de Tartessos con idea platónica y a partir de ahí se habla de la Atlántida que puede ser un enfoque de lo que era el mundo de Tartessos, que de alguna manera desaparece, como antes he mencionado. Bien fuera por un tsunami, un fenómeno documentado en el bajo Guadalquivir, que arrasa con todo. Volver a construir en el mismo lugar sería impensable. Afortunadamente, la gente de aquella época era mucho más práctica que nosotros, que somos reincidentes, y no vuelve a construir en un sitio donde ha ocurrido un desastre natural. No obstante, desconocemos la causa de su desaparición, pudo ser una erupción volcánica en el Mediterráneo… hay muchas interpretaciones. Ahora ya, unir la Atlántida a Tartessos es lo más sencillo, porque como ambos están ubicados según las referencias de los textos en el mismo sitio, se solapan. Schulten probablemente buscaba la Atlántida más que Tartessos, porque era más perfecta todavía, pero no encontró ninguno de los dos. Es una lástima porque fue alguien que le dedicó una vida y se murió muy pocos años antes del descubrimiento del tesoro. A veces me he preguntado cómo le hubiera afectado a Schulten su hallazgo y cómo le habría afectado, demostrando que su empresa no era ninguna locura.
Schulten fue un personaje bastante controvertido, que tuvo tanto firmes defensores como detractores por su forma de encarar sus proyectos y su carácter.
Era muy adusto, arisco, de la vieja escuela, prusiano, una persona con una cierta rigidez, con una ética muy concreta. Él de hecho tenía una vinculación con el káiser prusiano, que le apoyaba económicamente en sus investigaciones en España, al igual que con una parte del sector más aristocrático que estaba vinculado con determinadas acciones de tipo arqueológico. Él siempre miró por encima del hombro al resto de los compañeros dentro del territorio nacional, no tuvo buenas relaciones con los investigadores. Schulten llegó, encontró Numancia y eso le creció mucho. Y a partir de ahí esto lo veía como una colonia, como el que va a Egipto a descubrir las pirámides. Ése era el sentimiento. En España había investigadores, pero la escuela alemana era muy potente en aquel momento, en las universidades, en las investigaciones y en todos los trabajos que estaban desarrollando en Oriente, y pensaba que nosotros no estábamos a su nivel. Schulten tuvo bastantes encontronazos, quizás con la única persona con la que mantuvo cierta relación fue con otro investigador extranjero, Bonsor, del que hemos hecho otro documental, porque eran pioneros de la arqueología, personas de otros países que venían aquí a buscar determinadas civilizaciones. Schulten era una persona adusta, antipática y además poco familiar. Tenía una familia pero nunca se la trajo a España, tenían una relación extraña.
¿Por qué resultó imposible a Schulten hallar Tartessos? ¿Por la limitación de los medios de los que disponía la arqueología en aquellas época, las dificultades del terreno, los mosquitos, el calor…?


Leticia Salvago, en primer plano, en Bolonia
Bueno, lo de los mosquitos y el calor es muy relativo porque cuando más excavamos en el territorio nacional es en verano, sobre todo en agosto, para evitar el mal clima y además es cuando la gente de la universidad tiene vacaciones, entre otras circunstancias. Él, que era del norte de Europa debió sufrir el calor de aquí, eso es cierto, pero el problema es que en una zona como Doñana, de aluvión, las colmataciones son inmensas y él lo que encontró ahí fue una factoría de salazones romana, que se encontraba en la superficie. Si realmente en esa zona hubiese algo relacionado con la cultura tartésica o cualquier otra, encima hay un manto de aluvión de 30 o 40 metros, una capa de limos porque estamos en una zona de desembocadura y de marismas, de manera que era muy complicado hallar restos tan antiguos. Hoy en día con los georradares se puede ver algo más, pero incluso a gran profundidad es muy complejo. No se trata de una zona fácil para encontrar algo. Y él se empeñó ahí. Otros yacimientos que han aparecido a lo largo del río Guadalquivir están bastante más en superficie, pero claro no se encuentran en una zona de desembocadura con lo que ello implica, un aluvión de miles de metros cúbicos a lo largo de años y de siglos.
¿Los últimos descubrimientos sobre Tartessos van a permitir que se incluya a la civilización tartésica en los libros de texto y se produzca una reinterpretación de parte de la historia?
Los libros de historia, tal como los estamos viendo, no sólo por Tartessos sino también por otras culturas, cuentan ahora mismo con unos datos que no concuerdan para nada con lo anterior, de hecho habría que tirarlos casi todos porque están surgiendo nuevas revelaciones. El hecho de que muchas personas investiguen sistemáticamente muchos temas lo que trae es gran cantidad de información nueva que incluso no está imbuida por ningún aspecto, véase que durante largo tiempo toda la investigación arqueológica estuvo en manos de padres, curas y abades muy aficionados a estos quehaceres, de hecho los museos vaticanos son prueba de ello. Siempre han querido saber del pasado y han podido acceder por el poder y el manejo del territorio que ostentaban. La interpretación entonces de cualquier hallazgo estaba muy mediatizada por el aspecto religioso, una situación que ha durado bastante. Por ejemplo, en la prehistoria ahora esto se está viendo, porque durante mucho tiempo se hicieron unas interpretaciones de las pinturas de las cuevas que eran bastante erróneas.
Luego, en otros años ha habido una interpretación marxista que también estaba equivocada porque todo estaba focalizado por un punto y a través del historicismo de esa corriente. Y ahora los hallazgos se explican desde la visión de cómo se usaba, cómo se vivía y cómo se estaba. Entonces, el hallazgo deja de ser lo esencial y lo que importa es la civilización, por qué se desarrollaba de una manera o de otra, por qué las hay que son agresivas de invadir y por qué las hay culturales de divulgar. Por ejemplo, los fenicios divulgaron el alfabeto y no tenían armas, ni falta que les hacía, y les funcionaba, conquistaron el Mediterráneo entero y crearon colonias por todas partes. Y eso es opuesto a otros pueblos como pueden ser la civilización romana, griega o babilonia, que podían llevar sus culturas, pero invadiendo de una manera belicosa, su manera de ir a los sitios era por imposición, no por diálogo comercial. Cada civilización actúa de una manera, a día de hoy pasa igual.
Respondiendo a tu pregunta, Tartessos debe incluirse en los libros, y no sólo Tartessos; tiene que haber una reedición sistemática de todo. Ahora, que el mundo ha pasado de ser analógico a digital, todo esto será más eficaz e incluso la manera de enseñar, que será más visual que textual, enfocada a la comprensión porque estará más cercana a tu día a día. No es lo mismo contarle a un niño cómo se vestía, comía y era la vida cotidiana de un pueblo, que enumerarle la lista de los Reyes Godos, que a fin de cuentas no le va a afectar en su existencia. Ése es el gran cambio que habría que hacer, no solamente incluir las civilizaciones que se han descubierto, sino también la forma en que las miramos y las enseñamos. La difusión es la clave, pero para todos los públicos, no sólo para los educadores, también para la gente de a pie, por eso nosotros hacemos estos documentales. Me parece de suma importancia no ya excavar y descubrir, sino difundir lo que has encontrado, porque eso nos hará ser bastante más comprensivos con cualquier circunstancia que nos ocurra y cualquier tipo de persona con la que nos relacionemos.
Estaremos atentos al estreno de vuestro nuevo documental sobre Tartessos, con los nuevos hallazgos y evidencias sobre la existencia de esta civilización.


Leticia Salvago en Lisboa.
Que se emita este primer documental de tipo arqueológico e histórico en Casa Mediterráneo para nosotros es un lujo. Hemos tardado ocho años en embarcarnos en el próximo trabajo audiovisual porque es muy complicado conseguir la financiación y la apuesta por este tipo de proyectos. Somos un país donde la cultura se halla en una franja muy escueta, que cada vez se convierte en una línea muy delgada que parece estar a punto de desaparecer. Al mismo tiempo, resulta increíble que seamos el punto de referencia donde todas las culturas se han desarrollado y han pasado. No hay ningún sitio en todo el Mediterráneo que haya tenido una trascendencia como la de aquí, una fusión y una amalgama de culturas tan asombrosa, por eso la gente sigue viniendo, por eso tenemos una gran riqueza gastronómica y montones de atractivos. Por ahí entenderíamos qué somos, si sabemos de dónde venimos. Me parece que Casa Mediterráneo engloba precisamente esto, esa fusión y ese crisol. Por ejemplo, el hecho de que contemos aquí el mundo fenicio, supone hablar de El Líbano y creo que es importante que este tipo de conocimientos se transmitan no sólo al público adulto, sino también a los niños, que son esponjas, con la proyección de documentales como éste en los colegios.
También me gustaría destacar que en “El Tartessos de Schulten” salen muchos investigadores vinculados a esta civilización por sus estudios. Uno de ellos es Sebastián Celestino, que curiosamente fue el descubridor del primer santuario importante en la zona de Extremadura, en Badajoz, Cancho Roano, que está conservado y es visitable; se lo recomiendo a todo el mundo porque es espectacular. Pero el último hallazgo, hace varios años, de un santuario aún más espectacular que éste, que he mencionado antes, donde se desarrolla esa hecatombe de animales y se sella, es Guareña. Lo descubrieron Sebastián Celestino y Esther Rodríguez, obteniendo el I Premio Nacional de Arqueología y Paleontología Fundación Palarq, como el modelo de investigación más grande. Ellos son parte de los protagonistas del nuevo documental “En el origen, Tartessos” porque son las personas que llevan más tiempo trabajando en el mundo tartésico y han realizado grandes hallazgos junto a otros investigadores, alguno de los cuales acaba de publicar un libro con una persona que trabaja en la Universidad de Ohio y estudia esta civilización.
Antes había que estar muy local para trabajar ciertos asuntos, ahora hay una diáspora y puedes estar trabajando este tipo de temas dando clases en Estados Unidos. Esto me parece sumamente interesante y marca la diferencia respecto a hace ocho años, cuando hicimos “El Tartessos de Schulten”. Aparte de que todos estos últimos descubrimientos han provocado el cambio de la concepción de mito a realidad, se abre el abanico a personas que están trabajando en diversos puntos del mundo que colaboran con los que están aquí haciendo las excavaciones. Es de agradecer, porque Sebastián y Esther pertenecen al CSIC y al Instituto de Arqueología de Mérida. El CSIC hizo una apuesta por unos proyectos de investigación importantes durante años y éstos son los frutos. Cuando pones dinero en investigación, siempre hay resultados, antes o después. Y en estos momentos el mundo entero está poniendo sus ojos en estos hallazgos. En los años sucesivos va a haber bastante movimiento en torno al mundo tartésico. Éste es el inicio de una larga amistad. Lo digo para que la gente esté pendiente y haga un seguimiento de los acontecimientos, porque Internet lo permite. Para mí es un lujo ser partícipe de todo esto.