Revista Casa Mediterráneo

Luis Casado, Librería Plumier: “El libro es un mundo de gente apasionada”

en octubre 8, 2020

Plumier es una pequeña librería situada en la población alicantina de Ibi, un núcleo industrial de apenas 24.000 habitantes. Plumier nació el 4 de abril de 1987, materializando el sueño de Luis Casado y su mujer, Pilar Verdú, el alma mater de la librería, con una clara vocación de difundir la cultura a través de los libros. Tal como sostienen sus creadores, esta librería pretende ser mucho más que un punto de venta, aportar a la sociedad su granito de arena, dinamizando la lectura a través de diferentes actividades, que van desde la celebración de cuentacuentos hasta presentaciones de libros.

De hecho, a lo largo de sus 33 años de existencia, la librería ha llevado a cabo múltiples actividades para fomentar el libro y la lectura, como programas de radio y en la TV local, organización de ferias del libro, patrocinio del concurso de Ilustración y relato corto Opticks magazine revista digital… labor que ha sido reconocida con dos importantes galardones, el Premio Librería Cultural otorgado por la Confederación Española de Gremios y Asociaciones de Libreros (CEGAL) en colaboración con el Ministerio de Cultura (2003) y el Premio a la labor cultural de la Librería concedido por la Generalitat Valenciana (2006). Plumier forma parte y es fundadora, junto con otras librerías de toda España, del Grupo Kirico de literatura infantil. Pertenece a la CEGAL y al Gremi de Llibreters Alicante.

Con el fin de conocer los entresijos de este proyecto cultural entrevistamos a Luis Casado, que participará en una charla virtual enmarcada en el ciclo ‘Librerías del Mediterráneo’ junto con Carmen Juan, de la librería 80 Mundos de Alicante, ambos, en representación de dos referentes del sector que han recibido el Premio Librería Cultural. La cita tendrá lugar el Jueves 8 de octubre a las 19 horas a través de la web de Casa Mediterráneo, moderada por la poeta Rosa Cuadrado.

Fachada de la librería Plumier de Ibi.

Plumier es una pequeña librería ubicada en la localidad alicantina de Ibi. Su reducida dimensión no ha sido óbice para haber obtenido galardones tan importantes como el de la Mejor Librería Cultural y el Premio a la labor cultural de la Librería. ¿Qué méritos cree que se valoraron a la hora de recibir sendos reconocimientos?

Lo dije en su momento y lo sigo diciendo ahora. El premio para mí fue una sorpresa, porque nosotros, como pequeña librería, no estábamos haciendo nada que no estuviesen haciendo ya muchísimas librerías en toda España, y además, muchas grandes. Lo que pasa es que creo que valoraron, a lo mejor, que fuera una pequeña librería en una población en un núcleo industrial y que entre nuestras actividades hubiera estado siempre la dinamización cultural. De hecho, colaboramos con las demás librerías en implantar una feria del libro durante un tiempo, hemos colaborado con centros de información juvenil, hemos celebrado cuentacuentos, presentaciones de libros… Y yo creo que valoraron sobre todo eso, no sólo las actividades en sí, sino el hecho de ser una pequeña librería en una pequeña población.

Además, también hay que ser sincero. En aquel entonces, eran los comienzos del premio. Yo era presidente de la asociación provincial de libreros y animaba a muchas de las grandes librerías de la provincia, como 80 Mundos, al frente de la que estaba entonces Fernando Linde, y a otras muchas, a que se presentaran a ese premio, porque ya que lo habían instituido para las librerías era preciso demostrar un interés por parte de ellas. El premio fue un homenaje, no sólo a Plumier, sino a las pequeñas librerías que existen por todo el territorio español que están haciendo una labor cultural, ya sin ni siquiera hacer actividades, sino desde el momento en que ponen a disposición de reducidos núcleos cientos de volúmenes para su venta, para que pueda acceder a ellos su población.

Tenemos la suerte de que hay pequeñas librerías que siguen ahí luchando, donde todavía la gente va a comprar un libro, a pedirle consejo a su librero, a mantener un rato de tertulia con su gente…

Las crisis económicas, como en otros sectores, han hecho estragos en las pequeñas librerías, que además se enfrentan a la competencia de las grandes superficies. De modo que es una alegría y un logro que los pequeños comercios sobrevivan y otros nuevos abran sus persianas en las ciudades. 

Sí. Además, ha habido grandes librerías a las que la crisis se ha llevado por delante y eran grandes libreros. Estoy hablando de ciudades como Valladolid, con un nivel cultural impresionante, y de otras muchas. No quiero dar nombres porque me produce congoja y pena. Eran muy buenos libreros y amigos. Y la verdad es que da alegría todavía ver que hay gente valiente, como por ejemplo ha ocurrido en la Librería 80 Mundos, que ha tenido un relevo generacional con cuatro personas jóvenes y preparadas que están haciendo una labor cultural que ha sido merecedora de este premio. En Alicante también se creó recientemente la librería Pynchon&Co. Lo que creo es que el mundo del libro es un mundo de gente apasionada, de gente un poco loca, en el sentido de que se mete en una aventura en la que pone tanta pasión que al final da como resultado ejemplos como los que he mencionado. Gente muy válida que esta buscando su nicho de mercado. Sobre todo, esto evidencia que no hay que tener miedo cuando tú crees en algo, le pones pasión y encima te especializas.

Tenemos que luchar contra muchos gigantes, también contra el cambio de mentalidad del cliente. Hoy vivimos en un mundo en el que queremos lo inmediato. Salido algo y lo queremos en 24 horas. Pero tenemos la suerte de que hay pequeñas librerías que siguen ahí luchando, donde todavía la gente va a comprar un libro, a pedirle consejo a su librero, a mantener un rato de tertulia con su gente… y eso es bonito. Ahí es donde nos estamos salvando: con la especialización y por ser prescriptores, gente que escucha y que da consejo sobre libros.

Interior de la Librería Plumier.

¿De los autores que han pasado por su librería, qué presentaciones destacaría especialmente por que hayan quedado en su memoria por alguna razón?

Bueno, cada autor tiene algo. Por ejemplo, tuvimos la suerte de tener a Elia Barceló en la librería, una persona muy cercana.  Fue en acto en petit comité, la librería es muy pequeñita y cabe poca gente, pero se creó un ambiente muy sano, de camaradería y eso lo recuerdo con cariño.
Hay una sesión de cuentacuentos que llevo en mi corazón desde hace muchos años. Fue en el colegio San Pascual, un centro que atiende a personas con una sensibilidad muy especial, y uno de los chiquillos cuando acabó la sesión al día siguiente apareció por la librería para que le contara uno de los cuentecitos, que era de amor, para contárselo a su novia. Lo cierto es que 33 años dan para mucho. Pienso en la librería y a parte de los eventos culturales, viene a mi memoria sobre todo la cantidad de buena gente que nos ha hecho crecer como libreros y como personas. Eso es lo más importante, lo que te llevas, ese contacto diario. Cuando le pones pasión a las cosas, cuando la gente te responde… al final a lo largo del camino tienes la suerte de hacer muchos amigos y de enriquecerte gracias a los demás, pero no en el sentido material, sino en el sentido humano, que es lo más bonito.
También quería preguntarle su opinión sobre el libro electrónico, cuya irrupción parecía amenazar la pervivencia del libro en papel. ¿Cómo percibe usted la convivencia entre ambos formatos?
Bueno, yo creo que no podemos ir en contra de los avances. El libro electrónico tiene su función y considero que es muy cómodo cuando te vas de viaje, poder llevarte 50 libros. De todas formas, pienso que la mayoría de quienes tienen libros electrónicos también compran libros en papel. Lo que digo es que no podemos luchar contra el progreso, no puedo luchar contra la venta online, lo que tengo que hacer, si puedo, es poco a poco unirme. Y si no, buscarme las formas para que la gente quiera venir a comprarme porque le doy algo diferente a la frialdad de hacer un pedido online. Entonces, no hay que ver enemigos, sino convivir con ello y buscarte los medios para hacer agradable -una expresión que hoy en día se utiliza mucho en las grandes empresas- “la experiencia de cliente”.
En 33 años de trayectoria lo que intentamos es que la persona que por primera vez entra en Plumier tenga el deseo de volver porque se ha sentido a gusto, bien tratada, en un ambiente relajado… Y de eso se trata. Imagino que es lo mismo que pretenden la Librería 80 Mundos, Pynchon&Co y Cylsa en Alicante o Ali i Truc en Elche. Aquí en Ibi, por ejemplo, hay cuatro o cinco que están haciendo su labor, igual que nosotros, exponer libros al público teniendo la oportunidad de ojearlos… Creo que la librería es algo cultural, además de punto de venta, y entonces hay que convivir con el progreso, pero tienes que intentar diferenciarte, dar algo que no sea sólo entregar el material que te va a llegar al día siguiente, sino que el cliente aprecie tu labor y venga a pedirte el libro aunque no le importe esperar dos días.
La lectura se inculca desde pequeños a través del cuento y, si se van formando, los niños al final tienen su criterio
Por su contacto con los lectores, ¿hoy en día la gente joven sigue leyendo, a pesar del tiempo que las pantallas digitales, las plataformas de cine y series de televisión o los videojuegos puedan quitarle a la lectura? En las estanterías, las secciones de libro infantil y juvenil están llenas de títulos de youtubers y otros muchos géneros, pero ¿los lectores jóvenes los compran?
Desde mi experiencia, la gente joven sigue comprando libros. Por supuesto, hay personas que compran libros de youtubers, pero te sorprendería, y a mí me da muchísima alegría, ver cómo se están llevando clásicos. Hay una colección de Austral, por ejemplo, que incluye libros como Frankenstein o El retrato de Dorian Grey, con una encuadernación muy especial y bonita, libros de bolsillo pero con tapa dura y un diseño cuidado… Tenemos clientela joven que está comprándola. Está claro que el lector va a buscar lo que le gusta, va a indagar.
No hay nada que me guste más que ver entrar a críos de diez años y que se pongan a mirar las estanterías con calma y tranquilamente. Me encanta ofrecerle un libro a un niño y que me diga que no, porque prefiere otra cosa y tiene criterio. Creo que eso se da. La lectura se inculca desde pequeños a través del cuento y, si se van formando, los niños al final tienen su criterio. Unos elegirán youtubers, pero creo que lo importante es que van buscando su camino, al igual que nosotros en su día buscábamos los libros que nos llamaban la atención en las librerías. Soy optimista al respecto. Frente a las estadísticas de lectores, siempre veo el vaso medio lleno. Si hay un 56% de lectores, me queda un 44% al que tengo que captar.
En relación a lo que señala sobre la gente joven que está leyendo a los clásicos, observo que en la actualidad se están reeditando libros de las hermanas Brönte, de Jane Austen… ¿Podría afirmarse que hay un nuevo boom de este tipo de literatura?
Son atemporales, pero no todo el mundo llega a los clásicos, ni en el mismo momento. Creo que es un proceso. Yo siempre lo digo: La lectura lo primero que tiene que hacer divertirte, que estés a gusto con lo que estés leyendo. Hay gente que, por ponerte un ejemplo, tiene como afición el fútbol, pues a lo mejor le gusta leer sobre este tema. Pero llega un momento en que hay que provocar al lector también. Hay personas que vienen pidiéndote una temática muy determinada y de vez en cuando les animo a leer otro tipo de libros, y si no les gusta les digo que me lo traigan y me lo devuelvan. Lo que está claro es que si se lee se puede llegar a los clásicos, pero si no se tiene el hábito será difícil.
Tengo amigos que no han leído un libro en su vida y a veces en broma les he regalado uno con las páginas en blanco para que empiecen. Pero hay que ser optimista y, de hecho, la literatura infantil y juvenil está viviendo un momento muy dulce. A parte de que se está editando muy bien. Hago balance de los primeros años de la Librería Plumier sobre lo que había de literatura infantil y el panorama ha cambiado muchísimo. Ahora tenemos verdaderas obras de arte, donde el texto y la ilustración van a un mismo ritmo. Ahí hemos avanzado y eso hace que venga gente joven. Nosotros estamos ya en una fase en la que los niños que nos compraban sus libros están viniendo ahora con sus hijos a comprarles cuentos. Eso, por una parte, te da un poco de miedo (risas) porque te hace ver lo mayor que eres, pero por otra, lo fundamental, te proporciona una alegría tremenda, comprobar que esas generaciones vuelven con sus hijos a seguir en contacto con nosotros y con la lectura.

Plumier

Particularmente, siempre digo que la mejor forma de acabar el día es leyendo.
Sí, estoy totalmente de acuerdo. Se lo comentaba el otro día a mi mujer, Pilar, porque nunca he tenido problemas de sueño, pero a veces, quizás sea por la edad, me despierto a las tres de la mañana y el antídoto para volver a dormir es coger un libro. ¿Qué estoy media o una hora? Es un antídoto total contra los malos pensamientos, contra todo.
Éste es el negocio más bonito del mundo. Duraremos mientras podamos.
Por último, aunque debería ser lo primero, ¿cómo fue el origen de Plumier?
La librería es una historia de amor. A mi mujer, por timidez, le molesta que lo cuente así, pero verdaderamente es así. De novios íbamos paseando por Ibi, comiendo pipas, mirábamos los escaparates de las librerías para ver los libros, las novedades… Y siempre decíamos: Si algún día montamos algo juntos, que sea una librería. Unos meses antes de abrirla empecé a trabajar en el mundo de la banca, que también me gusta, y ella la llevó adelante, con mi ayuda en todo lo que pude.
Más información, en la web libreriaplumier.com 
Fotografía de portada: Pilar Verdú y Luis Casado, propietarios de la Librería Plumier de Ibi.
mariagialma@gmail.comLuis Casado, Librería Plumier: “El libro es un mundo de gente apasionada”