Manuel Gómez-Acebo, Embajador de España en Tel Aviv desde mayo de 2017, se encuentra en Alicante para participar en el IV Encuentro con Países del Mediterráneo, que esta ocasión protagoniza Israel. Con motivo de esta visita y horas antes de la inauguración oficial del encuentro en Casa Mediterráneo, que dará inicio a una intensa semana de carácter cultural y empresarial para conocer más a fondo el país, el diplomático nos desvela la actual situación de las relaciones diplomáticas entre España e Israel y otros temas de interés en esta dinámica y compleja región del mundo.
¿Cuál es el estado actual de las relaciones diplomáticas entre España e Israel?
Son una relaciones que ya duran 32 años. En enero de 1986 se establecieron relaciones diplomáticas entre España y el Estado de Israel, lo cual supuso un gran paso para superar una cierta anomalía, la ausencia de conexión desde el punto de vista institucional. Desde entonces, se ha avanzado mucho. Hay una relación institucionalmente muy estable y consolidada. El ejemplo máximo sería la visita del Presidente Reuven Rivlin a España, en noviembre de 2017; que el Jefe de Estado de Israel realizara una visita de Estado a nuestro país fue un acto cargado de simbolismo. Los Reyes de España también han visitado Israel: lo hicieron en su día el Rey Don Juan Carlos y la Reina Doña Sofía, en 1993; el Rey Don Felipe cuando era Príncipe de Asturias, con la entonces Princesa Doña Letizia, en 2011; y ya como monarca, en 2016 asistió al funeral del que fuera Presidente y Primer Ministro de Israel, Simon Peres.
A ello se suma el intercambio de visitas ministeriales, de Presidentes del Gobierno españoles, como Felipe González, José María Aznar y José Luis Rodríguez Zapatero. Desde entonces, no ha habido más, aunque desearíamos que hubiera una mayor frecuencia e intensidad de visitas también de Israel hacia España, pero lo cierto es que hay una buena, consolidada y estable relación bilateral.
¿Es importante la relación comercial entre ambos países?
Mucho, porque Israel es un país que está creciendo de manera constante desde hace ya ocho años. Es el tercer mercado para España en Oriente Medio; los otros dos tienen el petróleo como principal ingrediente de exportación, de tal manera que el valor de los intercambios comerciales con Israel, que supuso un volumen total de unos 2.500 millones de euros en 2017, tanto de bienes como de servicios, tiene mucho mérito. La exportación española está muy diversificada. En esa relación comercial hay un contrapeso a favor de España: es mucho mayor la cantidad de bienes y servicios que exportamos que viceversa. Quizás sea lógico, pero nos gustaría que fuera más equilibrado.
Además de la importancia del comercio en los intercambios, lo es la presencia de empresas españolas que desarrollan proyectos de infraestructuras y en sectores muy estratégicos como la desalación de agua, el transporte ferroviario, la generación de energía… Hay una faceta del Israel de hoy en día que resulta muy positiva para el país: ser un gran laboratorio de innovación, que incluso se autodenomina la start-up nation, el país de las iniciativas, y realmente lo es. Hay una gran ebullición de actividades y proyectos que atraen a Israel a muchas empresas, multinacionales e incluso sectores institucionales de distintos países que quieren conocer ese ecosistema de innovación.
Ahí también está España. Recientemente se ha abierto un proyecto que es una especie de Tech-Hub (centro tecnológico) para que iniciativas españolas de start-ups puedan visitar Israel para desarrollar ideas propias, conocer lo que se está lanzando allí y poder innovar. Es una relación en lo económico que engloba muchas facetas y tiene gran futuro en mi opinión.
¿Cuál es la situación actual del conflicto palestino-israelí?

Manuel Gómez-Acebo, Embajador de España en Tel Aviv – © María Gilabert / Revista Casa Mediterráneo
Es un conflicto que dura mucho tiempo, demasiado diría yo, en el que hay una necesidad de atender, por un lado, los postulados básicos de seguridad de Israel, y por otro lado, las aspiraciones legítimas de autodeterminación de los palestinos. Eso es lo que la comunidad internacional tradicionalmente ha venido apoyando. Y es necesario que sea así, en el marco de una negociación, que sea un proceso negociado. Desgraciadamente en los últimos años, desde que en 2014 dejó de haber una iniciativa norteamericana para que las partes negociaran, en la época del Presidente Obama y del Secretario de Estado John Kerry que finalmente no se concretó, no hay proceso de negociación, lo que supone un problema para todos. Esta circunstancia genera una gran incertidumbre, hay incógnitas sin resolver, una tensión que sigue creciendo…
Israel además tiene una situación de seguridad complicada, tanto por la región en la que se encuentra -estoy pensando en conflictos como el de Siria y otras actuaciones regionales-, como por la realidad de Gaza, que supone una gran amenaza y donde a su vez la población, en torno a un millón setecientas mil personas, está atravesando un situación muy difícil. Hamas, que es la entidad que domina allí -no la Autoridad Palestina, la reconocida- que, al fin y al cabo es vista y declarada grupo terrorista por Estados Unidos y la Unión Europea, no ha dado una salida de gobernabilidad.
Desde el punto de vista de Israel, que por supuesto se puede discutir y no estar de acuerdo con él, las justificaciones a la limitación de paso, conocido como bloqueo, vienen derivadas de esa actitud agresiva hacia Israel de quien gobierna en Gaza. El caso es que ese bloqueo, en el que también participa Egipto, en definitiva está creando una situación cada vez más insostenible para la población. Ha habido muchos esfuerzos este verano por parte de Naciones Unidas, mediando con intensidad para conseguir una tregua de tal forma que se pudieran desarrollar proyectos que ya están listos. La Comunidad Internacional tiene toda una serie de proyectos de recuperación y desarrollo para Gaza que, hoy día, con la actual situación de enfrentamiento no se pueden implantar.
El escenario es complicado, hay en juego varios actores y a la Autoridad Palestina tampoco le interesa que haya un pacto sólo con Hamas, que lo legitime de esa manera y le haga perder autoridad. Está pendiente también la gran cuestión de la reconciliación intrapalestina, en la que la Autoridad Palestina podría llevar a cabo sus responsabilidades en Gaza, pero no puede hacerlo porque Hamas insiste en mantener un control de las armas. Y eso bloquea las mencionadas iniciativas de la ONU y de otros planes de desarrollo. Junto a esas tensiones y amenazas, al mismo tiempo Israel está desarrollándose económicamente, tiene una población muy activa, vibrante, emprendedora, volcada en la educación, en la formación y con muchas posibilidades. El horizonte, en un momento ideal en el que hubiera paz, en el que Israel pudiera negociar desde el punto de vista económico y beneficiarse del intercambio con los demás países y viceversa, sería ideal. Pero, por ahora, no estamos en ese momento.
Por último, me gustaría conocer su propia experiencia en el país. ¿Desde cuando ocupa el cargo de Embajador de España en Tel Aviv y cual es su impresión personal?
Soy Embajador allí desde mayo de 2017, más o menos un año y medio, y estoy realmente contento. Antes trabajaba en el Ministerio de Asuntos Exteriores encargándome de la dirección general que se ocupa de la zona, con lo cual he seguido mi interés por esa región. La vida profesional en Israel para un diplomático es muy interesante, con frecuencia requiere mucha exigencia pero, como digo, prima el interés. Y en lo personal es muy grato. Por ejemplo, una de las cosas positivas con España es que hay unos veinte vuelos semanales directos, muchísimo turismo de ida y de vuelta, sobre todo de israelíes que vienen a España, 350.000 el año pasado. Eso nos recuerda que estamos en un mismo entorno, el Mediterráneo, que parece procedente mencionar ahora en Casa Mediterráneo, ya que estamos en los dos extremos del Mare Nostrum, donde es mucho lo que nos une y tenemos en común.
El programa completo del IV Encuentro con Países del Mediterráneo dedicado a Israel puede consultarse aquí