La cámara del fotoperiodista Manuel Lorenzo retrata con certeza el drama de la guerra de Ucrania, fijando su mirada en las principales víctimas del conflicto: la población civil, convertida en refugiada en uno de los mayores éxodos vividos en Europa en los últimos años. Lorenzo ha viajado a Ucrania en dos ocasiones con el propósito de narrar en imágenes lo que supone vivir una guerra desde dentro, tratando de eludir el control informativo y la propaganda que intentan imponer los bandos en conflicto.
Fruto de ello es la exposición titulada “De las sombras de una guerra a la luz del Mediterráneo: La crisis migratoria del conflicto de Ucrania vista por Manuel Lorenzo”, compuesta por una selección de 16 instantáneas tomadas entre Ucrania, la frontera polaca y España, que se inaugura el viernes 13 de mayo a las 19:00 horas en Casa Mediterráneo. La muestra, organizada por Casa Mediterráneo con la colaboración del Consell de la Joventut d’Alacant (CJA) podrá visitarse hasta el próximo mes de septiembre en la sede de la institución diplomática.
Al inicio del acto Lorenzo mantendrá un coloquio con el público asistente moderado por la periodista de El País y miembro de la junta directiva de Reporteros sin Fronteras, Sandra Agudo, para responder a cualquier inquietud sobre esta crisis y su cobertura fotográfica.
Con el fin de conocer las experiencias de Lorenzo en Ucrania y las historias personales de los refugiados que cuenta en su exposición, mantuvimos una entrevista con el autor. Manuel Lorenzo Ramón nació en Dolores (Alicante) en 1974. En 2002, tras varios años como albañil y haber pasado por Operaciones Especiales del Ejército del Aire decidió estudiar fotografía en el primer Ciclo Superior de Imagen impartido en el Instituto García Berlanga de San Juan de Alicante. Después de realizar unas prácticas en el Diario Información se hizo autónomo y empezó a colaborar para medios y agencias de índole nacional e internacional como el Diario Marca, Agencia EFE, France Press y El Mundo, entre otros. A partir de ahí, sus imágenes ocuparon portadas y reportajes en páginas centrales y dominicales de diversas publicaciones con repercusión nacional, así como, a través de agencias públicas, en medios como The Washington Post o The Guardian. Con cuatro premios nacionales de fotografía militar y reportajes en zonas de conflicto como el Sahel y el frente saharaui, recientemente decidió cubrir la guerra de Ucrania, en un primer viaje metido en un furgón de milicianos, y en una segunda cobertura con su propio vehículo, un ford fusión de veinte años de antigüedad.
¿Qué muestran las fotografías de la exposición que se inaugura en Casa Mediterráneo?
Todo el drama migratorio, el drama de los refugiados. En primera instancia, el tercer y cuarto día de la guerra hubo una salida masiva a través de la frontera polaca. Se formó un cuello de botella a través de la estación de trenes de Leópolis, Lviv [en ucraniano] y desde ahí los siguientes kilómetros hacia la frontera polaca. Veintiséis kilómetros de cola llena de familias andando por la nieve en plena madrugada, coches… Esas imágenes constituyen una parte de la exposición; la otra se centra más detalladamente en el drama humano: jóvenes que se tienen que quedar en la guerra mientras sus novias se marchan y familias, generalmente mujeres, niños y ancianos, que huyen del país.
¿En qué lugares en concreto has estado en Ucrania?
He estado en Leópolis, en Odesa, en Mikolaiv y en la frontera con Jersón, situados en el sur. Allí, más que el drama de los refugiados, lo que he cubierto ha sido la guerra, el frente. Aunque en Odesa sí que había una salida importante de refugiados.
¿La exposición también muestra a esos refugiados en España, en concreto a los acogidos en la provincia de Alicante?
Sí, de hecho he querido dar una conexión española. Está viniendo una gran cantidad de emigrantes porque aquí hay una importantísima colonia de ucranianos, atraídos por esos vínculos familiares y nacionales. Y sí, hay un par de fotos que ilustran la estancia de los refugiados en Alicante. Los niños, paradójicamente, son los que mejor lo están pasando, porque al final se adaptan a todo; sin embargo, los adolescentes lo están pasando bastante mal. Los adultos se están adaptando relativamente bien, los niños también, pero los adolescentes no. Es algo que corrobora Cruz Roja. De hecho, una de las fotos representa eso, cómo los jóvenes de esa franja de edad lo están pasando mal porque han salido de sus países, donde tenían sus vínculos, sus relaciones y ahora están aquí, perdidos.
¿Cómo has conseguido desplazarte dentro de Ucrania en plena guerra? ¿Has tenido sensación de peligro?
En primera instancia me fui a Ucrania dentro de un furgón de milicianos. En una manifestación aquí en Alicante surgió la oportunidad y en una hora tuve que hacer la maleta para irme a una guerra. Crucé la frontera dentro de ese furgón de milicianos, donde dieron por hecho que yo era uno de ellos, que iba allí a combatir. Mientras todos los medios de comunicación estaban en Polonia, sin poder entrar en Ucrania, yo traspasé la frontera para cubrir el conflicto. En ese primer viaje me di cuenta de las dificultades para moverse y lo caro que era contratar fixers, conductores y traductores locales, y la poca disponibilidad de ellos que hay. Las grandes agencias van con mucho dinero, cuentan con presupuestos de 1.500 dólares diarios por persona y copan todo el mercado de traductores y conductores.
Entonces, en el segundo viaje, decidí irme con mi coche y en este caso me dirigí al frente del sur, fronterizo con Crimea, porque todos los medios de comunicación estaban centrados en Kiev, en el norte. Sin embargo, el sur a nivel de medios de comunicación estaba poco cubierto. Y también es verdad que allí había un flujo de refugiados importante que estaba huyendo hacia Moldavia y Rumanía. De modo que decidí irme allí con mi propio vehículo, consciente de la dificultad que había para encontrar conductores y traductores, y lo caros que resultaban.
¿Trabajas como freelance?
Sí, en el primer viaje pude colocar las fotos en EFE, pero en el segundo, aunque tengo imágenes exclusivas de bombardeos y de rupturas de alto el fuego en evacuaciones, todos los medios tenían a sus periodistas contratados dispersos por el país, de modo que era más complicado para un freelance ubicar sus imágenes.
En los medios occidentales se habla mucho de la censura rusa hacia las informaciones sobre esta guerra, pero en Ucrania también hay control sobre la información y las imágenes que salen del país. ¿Qué dificultades has encontrado para hacer fotografías?
Hay un control total. Aquí lo que hay es una lucha por el control de la información y en esa batalla Ucrania ha ganado la guerra. Y me sorprende cómo, con la cantidad de años que llevan los rusos metiéndose en redes sociales a través de sus “pseudo medios de comunicación” como Sputnik y RT [Russia Today], los ucranianos han ganado la batalla del relato. Lo tienen todo hiper controlado, pero incluso los propios ucranianos no pueden sacar el móvil para hacer una foto de lo que sea si no está supervisado por las autoridades ucranianas. Y no te digo ya los medios. Uno de los motivos por los que me fui en mi propio vehículo fue para evadir un poco ese control. Pero es que es imposible porque hay checkpoints cada kilómetro y medio que te controlan, te registran… Y tienes que ir con documentación del Ministerio de Defensa ucraniano.
¿Te revisaron en algún momento las fotos que habías tomado?
Sí. En una ocasión me tuvieron dos horas metido en un sótano, sin pasaporte y sin móvil por la acusación de un civil que pasaba por allí. Me registraron incluso las fotos del móvil y las de mis redes sociales, todo.
Las autoridades ucranianas sostienen que el motivo de este control es evitar que se desvelen posibles objetivos a los rusos.
Hay de todo un poco. Esta guerra se está cubriendo en TikTok. Es la guerra del TikTok. No hay una sola imagen del frente de un medio de comunicación de ningún país. Búscala, no la hay.
¿No se permite a los medios informar desde el frente?
No, ni los ucranianos ni los rusos. Los rusos sí que tienen un par de personas integradas en el frente, pero bueno, entre comillas. Sacan imágenes de filas de tanques, pero no de tiros desde el frente. Hasta esta guerra, los anteriores conflictos los cubrías empotrado en unidades o por tu cuenta acercándote al frente. Ahora no. Entonces todas las imágenes que hay del frente son de TikTok, que obviamente están condicionadas a los intereses de los rusos o de los ucranianos.
Entonces, ¿la visión que se está dando de esta guerra es parcial?
Claro, totalmente sesgada. Aquí incluso los muertos están controlados. Te dejan sacar fotos de los cadáveres, obviamente dependiendo de la parte que les interese. Hay excursiones para hacer fotos de muertos.
¿Guiadas por personal autorizado?
Sí. Para realizar las famosas fotos de Bucha cogieron un autobús de medios desde Kiev, lo cargaron y se fueron para allá con 200 o 300 personas. Los soltaron y les permitieron hacer fotos y vídeos de todo lo que quisieran. Y las siguientes veces también fueron controladas por las autoridades ucranianas. Que no te quepa duda, todo está controlado. No hay ni una sola imagen libre que te propongas obtener investigando por tu cuenta. Y todas las imágenes que hay de muertos, tanto si los freelance han ido con vehículos oficiales, como si han acudido con fixer propio, están controladas por los ucranianos.
Mucha gente está muriendo víctima de bombardeos. ¿Las alarmas antiaéreas están funcionando a la hora de evitar muertes?
Las señales de alarma son para los ataques antiaéreos. El resto de los ataques no se puede controlar. De hecho, en el trayecto de la carretera que va de Nicolaiev a Jersón cayeron tres cohetes delante de mí, a escasos centenares de metros y un poco más adelante vi un camión civil que había sido bombardeado. Tú no puedes predecir si hay un cañón, una pieza de artillería a 15 kilómetros que te tira un pepinazo.
De hecho, las muertes de civiles generalmente se deben al fuego cruzado; eso es algo que tampoco se está diciendo. Los ucranianos lanzan a 30 kilómetros y los rusos responden o viceversa. Y por el camino hay viviendas. La mayoría de casas de civiles que están siendo afectadas son “juguetes” de 120, de esos de los que sale una batería de cohetes que caen a escasos metros. La propia onda expansiva revienta todo lo que pilla, puertas, techos… Pero luego están las chinitas, que técnicamente se llaman esquirlas, que atraviesan cuatro paredes, pillan a los vecinos haciendo su vida diaria y los matan. En la morgue de civiles de Nicolaiev muy pocos cadáveres estaban cubiertos de polvo blanco por que se les hubiera caído un edificio encima; la mayoría estaba sesgada por las esquirlas que saltan a unos cientos de metros cuando cae un cohete cerca.
Otro arma es el espionaje con drones. Cuando localizan objetivos, tanto los ucranianos como los rusos, lanzan misiles exclusivamente a ese lugar. Las famosas imágenes de edificios grandes reventados se deben a que se había localizado allí un objetivo y se lanzaron misiles guiados por GPS.
¿Ucrania está llena de drones?
Es la guerra del TikTok y la guerra de los drones, por ambas partes. Drones civiles Mavic, drones comerciales controlan todo el movimiento y todos los objetivos. De hecho, en Odesa todas las noches había ataques antiaéreos, que sí están señalizados con alarmas porque se detectan los movimientos. Con el tiempo me enteré de que no eran ataques de aviación, la mayoría eran ataques de drones y las baterías antiaéreas intentaban cargárselos. Se trata de drones civiles para localizar objetivos. Cuando localizan dónde está el objetivo por GPS desde territorio ruso lanzan el misil o viceversa los ucranianos. Para eso están los drones. Localizan piezas de artillería, los movimientos de tanques y con el GPS entonces lanzan los ataques.
¿Cuál es el objetivo de esta exposición, que pretendes transmitir con tus imágenes?
Quiero transmitir que, como siempre, los grandes perjudicados son los civiles, que no pintan nada en esta fiesta que se han montado los poderes fácticos. Hay dos hechos incontestables en esta guerra, al margen ya de la opinión de cada uno: que Rusia ha invadido un país soberano y que están muriendo civiles. Y luego ya está el montaje. Eso sí es contestable: los intereses estratégicos y la propaganda.
La gran perjudicada es la población civil, los inocentes, que son los que han tenido que dejar su vida, sus pertenencias… No saben si iban a poder volver, ni en qué condiciones. La diáspora de ucranianos y el trauma que hay ahora mismo son tremendos.
¿La acogida de refugiados ucranianos en la provincia de Alicante la está gestionando principalmente Cruz Roja?
Sí, Cruz Roja está gestionando aquí su recepción, pero la gran colonia de ucranianos que hay en Alicante está asumiendo en gran medida, a través de contactos de familiares, la acogida de ese flujo de refugiados. Lo que quiero decir, por ejemplo, es que centros de asistencia como el de la Ciudad de la Luz no son centros asistenciales al uso, como puede ser un campo de refugiados sirio, sino que se dedican a realizar trámites de paso. Generalmente, estas personas se están ubicando, incluso alquilando casas.
Resulta muy curioso. Esta no es una guerra normal, es una guerra moderna. Me he encontrado con casos de gente que venía de Kiev huyendo de la guerra y en ese cuello de botella de flujo de refugiados que era Leópolis, una ciudad muy bonita medieval, aprovechaba para hacer turismo antes de coger el siguiente transporte hacia la frontera.
En Odesa bombardean desde el mar puntos estratégicos y de vez en cuando desde planeadoras, zonas civiles del sur, pero la gente está haciendo vida normal. Eso sí, los toques de queda se respetan porque te matan. De 6 de la mañana a 8 de la tarde puedes estar por las calles, pero a partir de ahí como te vean… Ha habido casos de personas que se han saltado el toque de queda y ante la duda les han disparado. Así ha habido varios muertos. No te puedes fiar en absoluto. Yo, con la documentación que tenía podía circular por las noches, pero no me fiaba, porque allí han armado a todo el país, a los civiles los han colocado en puestos de vigilancia y a cualquiera se le puede ir el gatillo por nerviosismo, por inexperiencia o por miedo.
¿La exposición está centrada en las personas refugiadas?
Sí. No hemos querido tratar la guerra. No hay muertos, no hay bombas, no hay destrucción. Solo refugiados, drama humano.
Imagen superior: Odesa (Ucrania). Un padre se despide su su mujer y su hijo a través de la ventanilla de un tren en la estación de Odesa mientras les dice que todo va a salir bien – © Manuel Lorenzo