Del 29 al 31 de marzo se celebró en Orihuela el Foro Red Europea de Centros Culturales, una organización sin fines de lucro con sede en Bruselas que conecta instituciones de este tipo en toda Europa. Cada año, la conferencia anual de la red se organiza en un centro cultural diferente del continente. En esta ocasión, el encuentro tuvo lugar en la localidad alicantina de Orihuela donde, bajo el título “Joining the dots: Practices and Imaginaries for Post-Fossil Cultures” (“Uniendo los puntos. Prácticas e imaginarios para culturas pos fósiles”), los participantes expusieron cómo las organizaciones culturales pueden desempeñar un papel clave en la transformación de sus comunidades siguiendo parámetros de sostenibilidad, bajo la premisa de que dejar atrás la “petrocultura” requerirá no sólo la reducción del uso de combustibles fósiles, sino también un cambio sistémico y cultural.
Casa Mediterráneo ha colaborado en este encuentro, que se celebró en el auditorio de la Lonja de Orihuela, mediante dos actividades: un concierto titulado “Músicas de ida y vuelta” a cargo del Ensemble San Pablo, el 30 de marzo a las 20 h.; y la participación de la diseñadora industrial y directora de proyectos de Innovarte, Marga Crespo, con la ponencia “Las industrias creativas y culturales mediterráneas ante los retos globales” en el marco de la mesa redonda “Cultura y sostenibilidad como fuerzas transformadoras de regeneración comunitaria y práctica de diferentes imaginarios, en Europa y más allá”, que se celebró al día siguiente. El programa completo de las jornadas puede consultarse en este enlace: Joining the dots: Practices and Imaginaries for Post-Fossil Cultures | European Network of Cultural Centres.
Con el fin de conocer la labor de Innovarte y los retos a los que se enfrentan las industrias culturales y creativas en el Mediterráneo, mantuvimos una entrevista con Marga Crespo. Diseñadora Industrial por el “Istituto Europeo di Design” de Milán (Italia), es una reconocida experta en el sector de la artesanía. En la empresa española Innovarte Consultoría, con sede en Madrid, se encarga de la concepción, formulación, búsqueda de financiación y ejecución de proyectos en el marco de programas nacionales e internacionales, cuyo objetivo es el desarrollo económico de las micro, pequeñas y medianas empresas artesanales, con el fin último de la reducción de la pobreza y la consecución de la equidad.
Marga Crespo contribuye también con su trabajo como diseñadora especializada en producto artesanal. Asimismo, participa en los proyectos y actividades que Innovarte Consultoría y otras instituciones llevan a cabo en el ámbito de la cultura, la economía creativa, la investigación y la difusión de las artes tradicionales, siendo promotora de iniciativas que persiguen la puesta en valor de los aspectos culturales y patrimoniales de la artesanía, una herencia que España comparte con los países del Mediterráneo, el Magreb y Latinoamérica. Colabora con instituciones como la UNESCO, la Agencia española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID) y la Unión Europea, entre otras, y forma parte del comité directivo de la Comunidad Iberoamericana de la Artesanía.
¿Qué potencial tiene la artesanía para mejorar la situación de colectivos en riesgo de exclusión social, en concreto en comunidades de la ribera sur del Mediterráneo?
La artesanía actualmente está atravesando un momento un poco más dulce que en los últimos decenios, con la incorporación del producto elaborado por los artesanos a los diseños contemporáneos, puesto que, al deslocalizar la industria, el único valor añadido o el más significativo viene dado por el toque artesanal que aporta la calidad y belleza que solo la mano humana es capaz de crear. Lo que pasaba en Italia en los años 50 y 60, parece que en otros países de la región hemos venido a descubrirlo en los últimos tiempos.
A esto hay que añadir el movimiento en la arquitectura sobre la vuelta a las técnicas y los materiales de la construcción tradicional sumamente ecológicos que surgió hace unas décadas y que, aunque no es mayoritario, sí es muy importante. Tanto la producción de artesanía responsable como el uso de componentes no tóxicos van totalmente a favor de la sostenibilidad del planeta. Esto lo sabemos todos, pero en estos momentos se le está dando, por fin, la importancia que merece. Unas cuantas personas y entidades hemos peleado por ello desde hace ya 30 años. Puedo mencionar desde qué foros se ha ido impulsando todo esto y de qué manera para colectivos socialmente desfavorecidos, como por ejemplo las Escuelas Taller, que la Cooperación Española incorporó a sus programas y otros, como la exposición y los talleres que estos días tiene lugar en Casa Árabe, en los que Innovarte participa junto a La Maison de l’Artisan de Marruecos, y que pretende dar a conocer la artesanía de este país a España y al resto del mundo. Hemos trabajado en Marruecos desde hace 20 años con todo tipo de artesanos, pero lo que resulta más importante es que lo hemos hecho en el mundo rural, en las provincias del norte, muy desfavorecidas, que son foco de emigración. Hemos ayudado a crear cooperativas, a que se organicen, algo fundamental.
Y desde el punto de vista urbano, la artesanía es una forma muy interesante de dar trabajo a personas que no tienen otras cualificaciones y a migrantes que en sus países eran artesanos. Habría que trabajar más en la formación y en este sentido también podemos hablar de un concurso que hemos llevado a cabo con mucho éxito. Como se dice en francés, ha sido un tour de forcé (gran esfuerzo) porque no era fácil unir en un proyecto a escuelas de artes y oficios de Marruecos, España y países latinoamericanos. Todo esto en torno a productos y técnicas que son herencia directa de Al-Ándalus, de enorme importancia en el campo de la artesanía. No hay que olvidar que los árabes trajeron de China y de Mesopotamia técnicas como el vidriado, de la cerámica, la fabricación del papel, el tejido de la seda… España tiene un enorme potencial como puente entre el nuevo mundo americano y esta parte del Mediterráneo.
Como señala, la artesanía es una valiosa herencia que España comparte con países del Mediterráneo, el Magreb y Latinoamérica. ¿Nos puede poner algún ejemplo de proyectos dirigidos a recuperar tradiciones artesanales que corren el riesgo de desaparecer?
Concretamente me doy el gustazo de hablar del proyecto “Continuadores: Arte vivo andalusí”. Se trata de una plataforma que hemos hecho desde Innovarte, en la que el Ministerio de Cultura ha tenido a bien ayudarnos durante tres años seguidos, junto a otras importantes entidades. Ahí está la mayor red de artesanas, artesanos y expertos de perfumería, música, gastronomía… porque la artesanía va más allá del objeto y la mano de obra especializada en la arquitectura tradicional. El proyecto cuenta con muchas actividades. Ha estado en Dubái, donde lo presentamos con Acción Cultural Española, y ha tenido una excelente andadura hasta el momento a pesar de la irrupción del Covid, que, por otra parte, nos permitió adquirir mucha práctica en el trabajo online. La plataforma cuenta con una gran cantidad de trabajos, audiovisuales y aportaciones de los expertos, e incluso nos han planteado recientemente la posibilidad de hacer una publicación.
La capacitación es fundamental para dar continuidad a tradiciones artesanales y ofrecer salidas laborales. En Innovarte, además de ofrecer formación, ¿cómo ayudan a las comunidades locales a comercializar sus productos?
Esto es sumamente importante también. Creemos que el éxito de nuestro papel se demuestra en que cuando dejemos de intervenir, ellos sigan con los proyectos y vendan, pero mientras tanto, les vamos tutelando, a distancia, poco a poco soltándoles la mano. En el caso de los artesanos más humildes de estas regiones muchas veces hemos involucrado a sus hijos bachilleres, para que les enseñen a comunicarse de forma online, cómo hacer las fotos, qué fondos usar, a subirlas… y poner en valor lo que tienen al lado. En muchas ocasiones están rodeados de belleza, viven en entornos singulares, y todo eso hay que transmitirlo mediante imágenes en las redes sociales. Lo que nos interesa es que vendan, que ganen dinero, que se creen puestos de trabajo.
Algo que nos ha costado mucho es evitar a cierto tipo de intermediarios por el bien de los artesanos. Tengo ejemplos concretos: cestos con los que los artesanos ganaban en las provincias del norte de Marruecos 20 céntimos, en Marrakech se vendían a 15 euros y en España a 20 o 30. También tratamos de valorizar el trabajo de la mujer. Muchísimas mujeres trabajan en el ámbito de la artesanía y al final apenas manejan el dinero, que lo controla el marido. No obstante, esto no ocurre tanto en el caso de las mujeres imazighen, que lo manejan y destinan a la casa y la educación de los hijos, multiplicando el beneficio por diez.

Plan de Desarrollo del Sector de la Artesanía en las regiones de Tánger-Tetuán y Taza-Alhucemas-Taunate.
En Marruecos han colaborado en diversos centros de capacitación de mujeres, con el objetivo de que estas disfruten de mayor independencia y equidad en sus comunidades. ¿Estas iniciativas se topan con algunas resistencias?
Depende de varios factores, de las regiones, de los niveles culturales… En algunas comunidades el hombre es el que ejerce el control. Pero nosotros les ayudamos para que haya sistemas lo más democráticos posibles. De hecho, conseguimos que una chica de una pequeña aldea fuera a un concurso, un reality show de artesanos -imagínate lo importante que es allí la artesanía, que le dedican un programa de este tipo- y ganó. También me gustaría destacar que confiaron en Innovarte para que lleváramos a Marruecos artesanas y artesanos de América Latina, de Guatemala, Colombia, Cuba…, lo que resultó una experiencia maravillosa de aprendizaje mutuo.
Para terminar, ¿a su parecer cuáles son los desafíos a los que se enfrentan las industrias creativas y culturales en la región mediterránea?
En la parte que nos atañe, la artesanía, los desafíos son, en primer lugar, que al haberse roto hace tiempo la cadena productiva, existen problemas para la obtención de las materias primas. Si no se les apoya un poquito en este tema, la calidad y autenticidad de los productos se ve afectada. En segundo lugar, la transmisión; los talleres no tienen ya aprendices, por lo que es fundamental introducir a los jóvenes y darles así una forma de ganarse la vida. Además, les va a venir muy bien porque van a ver que más allá del mundo digital, tienen unas manos capaces de crear cosas útiles y bellas.
Y, por último, nos enfrentamos a las grandes plataformas de comercio electrónico tipo Amazon. Muchas veces quienes compran ahí son personas bien intencionadas, con ideas modernas y solidarias, pero les resulta más cómodo y barato, lo que les hace perder conciencia sobre la importancia de comprar en el pequeño comercio, que ha sido el escaparate por excelencia de la artesanía. Por otra parte, los artesanos tienen muy difícil vender en estas grandes plataformas. Pienso que tenemos que tratar de facilitar y acompañarles en el proceso de transición digital, entre otras cosas, además de educar a la ciudadanía, mostrándole la riqueza cultural y material de la artesanía y el propio papel que, como compradores, están jugando. Implica también para los colectivos artesanales invertir esfuerzos en la comunicación, darle un valor positivo a lo que producen, mostrando sus impactos medioambientales, culturales y de todo tipo. Eso es lo que hay que transmitirles, para que la persona que vaya a comprarse un cesto te lo compre a ti en vez de a una gran multinacional que va a pagar al artesano esos 20 céntimos que antes mencionaba. Por lo tanto, los retos son: la materia prima, la transmisión de saberes y técnicas, el tránsito a la digitalización y la comunicación para que no se pierda el mensaje de lo que hay detrás, el valor final.