Revista Casa Mediterráneo

Olga Mínguez: “La novela me permite recrear una época y dar voz a gente silenciada históricamente”

en enero 9, 2023

El ciclo ‘Escritores y el Mediterráneo’ abre la programación del mes de enero con un encuentro con la escritora ilicitana Olga Mínguez Pastor, quien compagina su trabajo como profesora de secundaria con la narrativa y la dramaturgia teatral. La cita será el 11 de enero a las 19 h. en la sede de Casa Mediterráneo, donde la autora conversará con la gestora cultural Marina Vicente. El evento también podrá seguirse en directo a través del canal de YouTube de Casa Mediterráneo.

Licenciada en Historia por la Universidad de Alicante, Olga Mínguez comenzó su afición por la escritura a una edad muy temprana y debutó en el mundo editorial con la publicación de obras teatrales en Ñaque Editora (El atardecer de cristal, Lo que el tiempo nunca curó), para, posteriormente, pasar a su actual sello, Ediciones Irreverentes (Pasajes a Orán, Solos en la cumbre, Victoria viene a cenar, Que viene Juan Simón). En el ámbito teatral también ha participado en las antologías de textos juveniles El tamaño no importa V, VI y VIII editadas por la AAT y por Ediciones Antígona.

Fuera del teatro, Olga Mínguez ha formado parte de varias antologías de relato, tales como Antología del relato negro V, Mujeres en la Historia 3, Lisboa, Regreso a un mundo feliz, Casa de fieras, 2009-C Rusia y la URSS en la ciencia ficción, Londres, Somos diferentes, Antología Castilla y León puerta de la Historia, Antología de monólogos de autoficción, Historias del Románico, Antología 2120, Mujeres en la Historia 4 y Antología de Fantasía y Terror rural.

Sus textos Cartas de amor sin remitente y Otra vez el fuego fueron seleccionados para representarse dentro de dos ediciones del Salón Internacional del Libro Teatral, al igual que su pieza La gitana del romero, que fue una de las lecturas dramatizadas del XXI Maratón de Monólogos de Madrid. En teatro juvenil, su obra Huida hacia la nada ha sido escogida por diferentes institutos de secundaria para su representación.

En 2016, su obra Victoria viene a cenar fue galardonada con el XI Premio de dramaturgia El Espectáculo Teatral. En enero de 2018, su primera novela, La absurda existencia de Dalila Conde resultó ganadora del VII Premio Wilkie Collins de Novela Negra. El nudo de la historia es un reguero de secuestros y asesinatos de adolescentes a lo largo de varios años, a cuyo autor nadie ha sido capaz de atrapar, y el trabajo de los investigadores, con sus luces y sus sombras, por dar con el autor antes de que el número de víctimas siga creciendo. Las jóvenes aparecen con una estocada en la nuca y los labios sellados con una misteriosa cruz roja. Pero más allá de la trama, que se desarrolla en varios escenarios de la Comunidad Valenciana y otros lugares de España, la novela constituye una crítica a los prejuicios, la homofobia, la violencia contra las mujeres, las sectas…, temas poco habituales en el género, con personajes creíbles y una profusa labor de documentación. La niña del mercado (2021) es su segunda parte.

Un buen número de escritores confiesa que su afición por la escritura comenzó en la niñez. ¿Es su caso?

Sí, empezó en la niñez, y además en una niñez muy temprana. Comencé a crear relatos y cuentos conforme aprendí a escribir. Cuenta mi madre que el primer cuento que escribí fue cuando tenía siete años. Hoy me da un poco de rabia que no se conservara ese cuento, ya que me encantaría volver a leerlo. Como para mí la escritura siempre ha sido una manera de expresarme, todo lo que sentía lo canalizaba a través de ella. Hubo una maestra en el colegio que se fijó en esto, me potenció y animó mucho a hacerlo. Evidentemente, lo que escribe un niño pequeño. Y a partir de ahí no lo he dejado nunca.

¿Qué es lo que le impulsa a escribir actualmente?

Realmente, la escritura para mí es una necesidad, sobre todo porque es mi voz, mi manera de expresarme. Hay una serie de temas, sobre todo temas sociales, que me preocupan desde hace muchísimos años y la forma que tengo de expresar la preocupación por estos asuntos, estas dudas, de intentar visibilizar también ciertos hechos históricos o sociales es a través, precisamente, de la literatura. Y eso es sobre todo lo que me motiva a seguir escribiendo. También soy una persona con cierta hiperactividad mental y siempre estoy creando escenarios en mi mente. De alguna manera los tengo que sacar y es a través de la escritura.

El teatro es un arte vivo, un arte que está en continuo movimiento porque habla directamente con el espectador.

Su producción literaria es abundante en dramaturgia. ¿Qué le atrae de este género en el que los personajes que crea en su mente cobran vida?

Para mí el teatro es un arte vivo, un arte que está en continuo movimiento porque habla directamente con el espectador. Una función teatral nunca es la misma. De un día para otro, por mucho que sea el mismo texto, el mismo director y los mismos actores, siempre hay un matiz, algo que cambia en cada representación, que es en cierto modo mágica. Para mí el teatro es una forma de hablar directamente con el público. Yo soy una persona que crea, sobre todo, personajes e incluso alguna vez me han dicho que las situaciones que concibo son una excusa para poder desarrollar esos personajes. El teatro es, dentro de los géneros literarios, quizás el que más case conmigo, con esta forma que tengo de ver la escritura, que es a través de los personajes, a los que les das voz directamente; son ellos los que hablan. Incluso muchas veces nos desnudamos de todo lo que hay alrededor. La narrativa abunda más en las descripciones, los escenarios, mientras que el teatro se enfoca en el personaje en sí, con sus dilemas, sus triunfos, sus miserias, sus fracasos… y tal vez por eso es lo que más me atrae de la dramaturgia.

Otra parte importante de su obra es la literatura juvenil, un público que también está muy presente en su producción teatral. ¿Cómo profesora de Secundaria cómo ve la situación de la lectura entre la gente joven ante la actual competencia que ejercen los teléfonos móviles, los dispositivos digitales, las plataformas de cine e Internet?

Lo veo con bastante esperanza. Puede que no sea la tónica habitual que estamos acostumbrados a escuchar. Realmente, hay un porcentaje muy alto de jóvenes que leen. Evidentemente, tenemos que competir con las redes sociales, las nuevas tecnologías… pero en realidad no se trata de luchar, sino de adaptarse. La sociedad es la que es. Hoy en día no podemos ni tratar de enseñar ni de empatizar con los jóvenes como se hacía hace treinta años, porque la sociedad no es la misma, nosotros tampoco somos los mismos. Entonces, la tecnología tenemos que tratar de aprovecharla a nuestro favor en el ámbito de la educación en general.

Tal vez ahora no encontramos tanto a jóvenes que leen en formato físico, pero hay muchísimas plataformas digitales a las cuales acceden. Nos sorprendería comprobar que muchos jóvenes tienen instalada en sus móviles la famosa aplicación Wattpad, a través de la cual leen. No podemos obviar eso. Muchas veces hablamos de otros tiempos que nos parecen mejores, aunque no siempre sea así, evidentemente. Sí que es cierto que los jóvenes leen muchas obras a las que están “obligados” por las diferentes asignaturas, pero también tienen la iniciativa de leer ellos mismos. Por ejemplo, en el centro donde trabajo los llevamos a la biblioteca del instituto, donde escogen un libro, o hacemos una selección de obras en una caja y la llevamos al aula, y ellos se acercan al libro, lo tocan, lo escogen e incluso muchas veces pasan una hora tranquilamente en clase leyendo. Nos puede parecer impensable por la visión que tenemos de la juventud de hoy en día en cuanto a las redes sociales y las nuevas tecnologías, pero esto ocurre y yo tengo mucha esperanza en la nueva generación de jóvenes.

¿Qué le hizo dar el salto de la dramaturgia y el relato juvenil a la novela negra?

La narrativa es algo a lo que siempre le he tenido mucho miedo, porque piensas: “¿Seré capaz de terminar una novela?”, “¿seré capaz de crear una novela coherente, que no se repita, que no caiga en errores, que tenga ese puntito que al lector le haga seguir leyendo o le enganche?”. De manera que lo fui dilatando en el tiempo porque la verdad es que estaba muy cómoda dentro del género dramático, hasta que un día me decidí. Tenía el tema, la idea, y me dije: “Vamos a lanzarnos a escribir narrativa, una novela larga”. Y demostré que sí, que podía hacerlo. Y ahora, precisamente, la narrativa es donde más me estoy centrando, más que en la dramaturgia.

La absurda existencia de Dalila Conde es su primera novela, de trama policiaca. ¿Qué posibilidades ofrece este género para indagar en la condición humana y retratar la sociedad de una época?

Ofrece todas las posibilidades. Lo bueno que tiene la narrativa frente al teatro es que no hay un tiempo limitado. El gran problema del teatro es que te ciñes al tiempo de la representación, y no puede durar más. De hecho, siempre decía el gran Juan Carlos Rubio que una obra dramática no debe durar más de una hora y media, porque a partir de ahí puedes aburrir al espectador. En cambio, la narrativa no. La novela te ofrece un mundo de posibilidades increíble, muy amplio. Puedes jugar con absolutamente todo, con la época, con los personajes, con el mensaje que quieras transmitir… A mí me ha servido muchísimo para dar voz a ciertos hechos históricos que tal vez en su momento no eran tan conocidos. A partir de la novela, de toda la labor de investigación, he podido recrear una época, dar voz, como decía, a gente silenciada históricamente. Por tanto, a mí la novela me parece que ofrece un mundo de posibilidades muy amplio.

Uno de los temas que trata en esta novela son las sectas, en cuyas redes puede caer cualquiera, pero con más facilidad quienes estén atravesando momentos difíciles o de especial vulnerabilidad. ¿Cómo se documentó para hablar de ese mundo tan opaco?

La verdad es que fue muy difícil, porque como bien dices es un mundo muy opaco, del que no conocemos tanto. Y además nos parece que es un asunto propio de la televisión, del cine, de la ciencia ficción. En España hay muchísimas sectas operando en la actualidad. Solo en la ciudad de Barcelona hay más de 25 sectas activas. Documentarse fue muy complicado, tuve que hacer mucha labor de investigación, acudiendo a noticias, redes sociales –porque bibliografía sí que hay, pero no suficientemente actualizada- y supuso un trabajo muy amplio. Seguir sobre todo ciertos casos, que en el momento de escribir la novela estaban muy en el aire, fue una labor bastante complicada.

Como bien dices, cualquier persona es potencial víctima de una secta porque todos, por muy estables y bien que estemos, tenemos momentos bajos en nuestra vida, en el campo sentimental, económico, familiar… y es entonces cuando estas sectas aprovechan para entrar y más hoy día con las redes sociales, mediante las cuales es tan fácil, desde cualquier parte del mundo, contactar con cualquier persona.

La violencia de género es otro tema que denuncia la novela. ¿Qué cree que está fallando en nuestra sociedad para que el número de víctimas no deje de crecer?

Sinceramente, desconozco qué es lo que está fallando. Es un ejercicio de reflexión que se debería hacer sobre todo empezando desde arriba, desde la política. De lo que sí me he percatado en los últimos tiempos es que se trata de un tema que se está banalizando, trivializando. En las noticias vemos: “Tal mujer ha sido asesinada por su ex pareja en tal sitio” y pasamos a la siguiente noticia, como una más. Eso es un problema, porque hemos aprendido a convivir con ello y no nos damos cuenta. Tal vez ahora en este mes de diciembre, que ha sido tan negro desgraciadamente en España, empiezan a surgir voces que cuestionan si lo que estamos haciendo es lo correcto. Y se plantean que hay que dar un paso más, porque no estamos atajando el problema.

En los últimos años he tenido la sensación de que el tema se ha ido diluyendo, que está ahí, es un fenómeno con el que convivimos, pero seguimos haciendo lo mismo que hasta ahora y ya está. Tal vez haya que hacer algo más, que tengamos que replantearnos como sociedad qué está pasando aquí, por qué no estamos consiguiendo atajar el problema y, sobre todo, no convivir con esa normalidad. Parece que el rechazo lo tenemos muy interiorizado, pero ya está, no vamos más allá.

Además, con frecuencia los casos se tratan con frivolidad sin analizar la particularidad de cada uno, y emitiendo sentencias desde los medios de comunicación antes de que se celebre el juicio, sin estudiar las pruebas, ni atender la valoración de los expertos, sin tener en cuenta las voces de las personas involucradas y sus familias.

Exacto y, como te digo, es porque lo tenemos muy normalizado, por desgracia. Y realmente cada caso es particular y debe ser estudiado y no tratado en una simple nota de prensa como una noticia rápida que da paso a la siguiente. Hay que estudiar bien cada caso y, sobre todo, no frivolizar porque hay mucho dolor detrás. Cuando nos encontramos con una víctima, con una mujer que ha sido asesinada por su pareja o ex pareja, detrás ha habido antes mucho más. La muerte es el último paso. No vemos todo lo que ha pasado esa víctima con anterioridad, su familia, hijos o amigos. Y todo eso no se puede tratar como un mero número.

Desde el principio me propuse que mi personaje perteneciese al colectivo LGTB, por darle visibilidad y aportar mi granito para que la novela negra dé un giro y se actualice.

Uno de los protagonistas de esta novela, el inspector jefe de policía Leonardo Vélez, vive atormentado por su condición de homosexual y la difícil relación que ello le acarrea con su padre. Este es un asunto poco abordado en la novela negra. ¿Qué se propuso al tratarlo en este relato?

El tema de los derechos del colectivo LGTB es una constante en mi obra también. Uno de los temas sociales que me preocupan. Precisamente, cuando empecé a leer novela negra una de las cosas que me llamaba la atención era que los personajes LGTB o son motivo de burla, de mofa, dentro de este género, o son la primera víctima o no aparecen, directamente. Entonces, intentando dar un giro al tema, lo primero que me propuse antes de escribir la novela, lo que tenía muy claro es que mi personaje protagonista iba a pertenecer al colectivo porque quería hacer un ejercicio de visibilidad y de inclusión. Afortunadamente, la novela negra está cambiando mucho en los últimos años.

Antes siempre estaba el típico protagonista, detective con problemas de alcohol, un pasado turbulento con alguna mujer, e incluso los personajes femeninos eran víctimas o unas femme fatale. Y nos estamos encontrando ahora muchísimas más voces dentro de la novela negra, donde ya hay mujeres detectives, mujeres protagonistas y personajes del colectivo LGTB que pintan un poquito más que antes. Por eso, desde el principio, me propuse que mi personaje perteneciese al colectivo, por darle visibilidad y aportar mi granito para que la novela negra dé un giro y se actualice.

¿Tiene un método específico cuando va a comenzar un nuevo libro? ¿Lo tiene todo prácticamente estructurado o la trama va cobrando vida sobre la marcha?

Yo soy una escritora cien por cien de mapa. En literatura distinguimos entre escritores de mapa y escritores de brújula. Los de brújula son aquellos que se dejan llevar, que tienen la idea y conforme van escribiendo van dejando que personajes y tramas transcurran. Yo no, yo tengo que tenerlo todo muy estructurado. Por ejemplo, en la obra de teatro Victoria viene a cenar estuve más tiempo documentándome y estructurando que escribiendo la obra en sí, porque me gusta tenerlo todo muy atado. Me preocupa mucho caer en incoherencias, en errores de relato. Además, siempre tengo una serie de temas que quiero tratar dentro de una trama y me preocupa que alguno de ellos se quede fuera o que no se vea tratado correctamente como tenía planeado desde el principio.

Lo primero que hago es una labor de investigación, si lo necesito a nivel histórico de personajes y demás elementos. Después ya compongo toda una estructura por partes, por capítulos, que evidentemente no siempre se cumple, porque cuando te pones a escribir todo puede cambiar y muchas veces ese guion inicial necesito variarlo porque algún personaje me ha traicionado. Precisamente en las novelas del inspector Leonardo Vélez hay un personaje que quería que simplemente estuviera ahí de apoyo y de repente en la segunda parte cobró muchísima importancia porque me sentí a gusto con él y quise desarrollarlo más, a pesar de que no estaba pensado así inicialmente. Eso es bonito que ocurra también, dejarte llevar. Pero a mí, la estructura me gusta tenerla muy afianzada, saber qué quiero contar y en qué momento quiero contarlo.

La absurda existencia de Dalila Conde ha tenido continuidad con La niña del mercado (2021), que es su segunda parte. ¿Qué proyectos literarios tiene actualmente entre manos?

Ahora mismo estoy con una novela que no tiene nada que ver con el universo de Leonardo Vélez. Es una novela histórica que está basada también aquí, en la provincia de Alicante, que espero que en los próximos meses vea la luz. Y después posiblemente continuaré con una obra juvenil o con la tercera parte de la historia de Leonardo Vélez para cerrar la trilogía.

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