Revista Casa Mediterráneo

Paco Álvarez: “Si nos acercamos sin solemnidad a los antiguos romanos, veremos que se parecen demasiado a nosotros”

en septiembre 12, 2023

Muchos de los hechos que conocemos de la antigua Roma tienen su origen en rumores o cotilleos más que en fuentes verídicas, que a lo largo de los años se han ido consolidando como verdades, a lo que han contribuido libros, películas y series de televisión. El geógrafo e historiador Paco Álvarez, con su característico estilo  llano y ameno, airea en su último libro, Crónica Rosa rosae: Escándalos en la Roma clásica (Larousse, 2023), los más sonados cotilleos que circulaban entre los romanos y que han llegado a nuestros días, dos mil años después. A lo largo de sus páginas, el autor cuenta algunos de los rumores más sonados sobre figuras como Julio César, Cleopatra o Nerón, chismes políticos y sociales, jugosas historias de amoríos e infidelidades, y cómo estos se propagaban por las “redes sociales” de la época. Paco Álvarez ofrecerá su singular aproximación a la vida de los romanos, de los que somos herederos, en una charla en Casa Mediterráneo el próximo jueves 14 de septiembre a las 19 horas, en un evento abierto al público hasta completar aforo y con emisión online.

Paco Álvarez (Madrid, 1965) es diplomado en marketing, geógrafo e historiador, pero sobre todo “romanólogo”. Ha trabajado en diversas multinacionales de comunicación en quince países antes de ponerse a escribir. Colabora en La 2 de RTVE, National Geographic Channel, BBC, TV Castilla y León, El Toro TV, 7NNtv, la COPE y El Centinela del Misterio, además de en Academia Play, Clío Historia y Muy Historia. Conferenciante habitual en universidades, museos y ayuntamientos, ha publicado, entre otros, los libros Somos romanos: descubre el romano que hay en ti, Estamos locos estos romanos, Romanos de aquí: historias estupendas de los romanos nacidos en Hispania y Mitomorfosis, trabajos en los que compara la sociedad de la antigua Roma con la actual, contando de manera sumamente entretenida la historia antigua.

¿Los cotilleos, la crónica rosa, por qué crees que siempre han ejercido una poderosa atracción entre la sociedad, independientemente del lugar y la época?

Creo que cubren funciones necesarias para nuestra sociedad. Desde el origen, cuando salimos de la cueva, era necesario saber de quién te podías fiar y de quien no. Y como no tenías experiencia propia de todas las personas, tenías que confiar en lo que otros dijeran de terceros. Por ejemplo, si te ibas a cazar el mamut, necesitabas saber que tus compañeros no te iban a dejar tirado con el palito cuando viniera el bicho. Creo que desde ese principio ha habido cotilleos. Luego en las sociedades patriarcales, como no se puede demostrar la paternidad, salvo que confíes en la palabra de la madre, es necesario que haya un consenso de madres, en el que todas digan: “La palabra de cada una de nosotras es fiable”. Creo que esa necesidad va desde lo más primitivo hasta ahora.

Incluso está demostrado en psicología que cuando te presentan a una persona que no conoces de nada, citar a una tercera persona que conozcáis ambos, normalmente para criticarla, es una manera de crear un vínculo de confianza inicial. Para eso existen los famosos, personas comunes que conocemos todos y sobre los que más o menos opinamos lo mismo. Imagínate que tienes que tomarte un café con una persona que no conoces de nada. Podéis hablar del tiempo, pero así no creas vínculo. Sin embargo, si hablas de una persona que a los dos os caiga mal, a partir de ahí se establece una comunicación más directa y tu interlocutor incluso te parece de fiar porque opina lo mismo que tú. Así que, de ahí a la utilización social, política y comercial de los cotilleos hay un paso. Para eso es preciso que la sociedad sea más compleja. Y en Roma la sociedad era tan compleja como la nuestra.

En el libro mencionas los resultados de un estudio que revelan que la forma de contar algo a otra persona nunca es totalmente fiel a la realidad y según se va transmitiendo el relato a través de varios individuos, a éste se van incorporando elementos ficticios que lo adornan. Si tenemos en cuenta que han pasado más de 2.000 años desde la época de la antigua Roma, ¿los hechos que han llegado a nuestros días podemos considerarlos fiables?

Así es. No sé si de pequeña jugabas al teléfono estropeado. Bueno, pues esto es el teléfono estropeado a lo largo de 2.000 años (risas). O sea, puede pasar de todo. Por ejemplo, la manzana de Eva no era una manzana. No lo dice la Biblia. Dice fruto. De hecho, es improbable que hubiera manzanas en Israel en la época en la que se escribió la Biblia. Lo que pasa es que a la hora de traducir del hebreo al latín “no comer del fruto del Bien y del Mal”, se tradujo erróneamente “mal” por “manzana”, término que se quedó, de modo que todo el arte y el mito de Eva recaen en una mala traducción.

La destrucción de infinidad de manuscritos originales a lo largo de los años impide que se puedan contrastar las copias. ¿Es ésta otra de las posibles causa de las falsedades históricas?

Claro que sí. Coretta Scott, la mujer de Martin Luther King, dijo que “las infidelidades venden libros, los matrimonios no”. Cuando alguien cuenta algo lo embellece, le añade un poquito más de picante para resultar más interesante ante quien se dirige. No es ya el teléfono estropeado; esto algo que hacemos casi inconscientemente, pero que hacemos. Como pasó con Cicerón, cuando se corrió la voz de que había muerto. Como estaba de viaje, no había pruebas, y luego empezaron a añadir quién había sido su asesino. Imagínate si eso se pone en un libro, alguien lo copia y añade datos que lo hagan más interesante. Nuestro concepto de veracidad es totalmente moderno. El que escribía la historia en Roma hace 1.900 años lo que quería era tener público y los que copiaron los libros, vete tú a saber.

En el libro señalas que algunas de las fuentes más fiables sobre personajes y acontecimientos históricos son las piezas arqueológicas y las epigrafías de cerámica, piedra y metal. ¿Qué nos dicen estos soportes?

Pues no mucho, por desgracia, pero lo que nos dicen es real. Si te encuentras una epigrafía en una lápida está claro que se hizo en esa época, en un contexto arqueológico concreto. Por ejemplo, algunas monedas de Augusto nos sirven incluso para saber que una manera de viralizar los mensajes contra Marco Antonio y Cleopatra consistía en escribirlos ahí. La arqueología habla de hechos, no de hipótesis. Si un objeto aparece en un determinado contexto, a determinada profundidad y rodeado de determinadas cosas, es real. Las epigrafías son también los grafitos, los escritos, las pintadas de gente normal en Pompeya, diciendo: “He perdido un ánfora de vino” o “alquilo piso”.

En la obra citas una serie de películas y series de televisión como “Yo Claudio” que han hecho mella en el imaginario colectivo colocando, por ejemplo, la etiqueta de “malvados” y “locos peligrosos” a personajes como Calígula. ¿En qué se basan estos relatos?

Se basan en que las series, por definición, son ficción y lo que pretenden es entretenernos. Y es totalmente lícito, afortunadamente, por parte del autor todo tipo de licencias artísticas. Por ejemplo, en las películas de La Guerra de las Galaxias, cuando las naves están luchando por el espacio, oímos sus disparos, sus motores, y cuando explota la estrella de la Muerte, oímos la gran explosión, cuando sabemos que en el espacio no se oye nada, pero admitimos que se escuche. ¿Por qué? Porque hace la narración es así mucho más divertida y entretenida. Si ves todas esas escenas de batallas interestelares sin sonido alguno, no resultan tan divertidas. Pues lo mismo pasa cuando nos hablan de Calígula. Cuanta más leña le echen al fuego, más interesante nos parece el personaje, porque lo vemos más oscuro o fuera de lo común.

Lo que ocurre es que mucha gente da por verdadero el relato que le cuentan en esa serie.

Así es, podría ser tan falso o tan ficticio como La Guerra de las Galaxias. Quien escribió sobre Calígula, que fue Suetonio, lo hizo ciento y pico años después, inventándose la mitad de las cosas. Luego Dión Casio copió a Suetonio y, después, en los años 70 se hizo la película Calígula, cuyo protagonista, Malcolm McDowell, es el mismo actor que había hecho de malo en La Naranja Mecánica.

Yo, Claudio, donde actúa magníficamente bien el desaparecido John Hurt, es un libro, yo diría de aventuras. Se le ocurrió a Robert Graves mientras traducía a Suetonio y porque se le apareció Claudio en sueños y le dijo: “Escribe mi historia”. ¿En qué se basa para escribirla? En lo que había. La cuestión es que de la historia antigua conocemos muy poco y lo que yo planteo es que tenemos que acercarnos con menos solemnidad y buscando más entretenernos y entretener, porque la historia es súper divertida, es súper entretenida.

La enseñanza de la historia en colegios e institutos, ¿sería más efectiva si se hiciera de forma más entretenida? 

Sí, fíjate, la serie más vista en la historia del mundo es Juego de Tronos. Al fin y al cabo es una historia de la Guerra de las Dos Rosas, entre la Casa de Lancaster y la Casa de York. Lo que quiero decir es que, al fin y al cabo, un tío ha cogido la historia y la ha convertido en ficción. Lo cual demuestra que, si fuéramos capaces de contar bien la historia, ésta sería la asignatura favorita de todo el mundo porque se lo pasaría tan bien en clase como viendo su serie favorita. Entonces, algo estamos haciendo mal, entre otras cosas tomárnosla muy en serio.

En la actualidad, las redes sociales son uno de los principales canales para comunicarnos, pero en la antigua Roma este tipo de comunicación ya existía con los medios disponibles en aquel momento. ¿Cuáles eran y cómo se utilizaban?

Hay un libro que cito en la bibliografía, de Tom Standagetsch, que se titula Writing on the wall: Social Media – The first 2.000 years, cuya traducción es “Escribiendo en la pared: redes sociales los primeros 2.000 años”. O sea que no es que lo diga sólo yo; hay más locos que pensamos lo mismo. ¿Qué es una red social? Partiendo de la base de que la palabra “red” debería de advertirnos de que es una trampa, una red social es un sistema de comunicación público entre varias personas. En el libro cito unos mensajes que hay en una pared de un bar de Pompeya. El primero dice: “Pepe ama a la tabernera”. Debajo escribe otro: “Pepe, deja en paz a la tabernera porque no te quiere; me quiere a mí, Manolo”. Y luego Pepe escribe otra vez: “¿Tú quién eres? No te metas en esto. No te metas entre la tabernera y yo”. Y así van dialogando conforme pasa el tiempo. Es un diálogo al estilo de Twitter o de Facebook, un diálogo público porque cualquier otra persona que vaya a la taberna puede leerlo. Esa era una manera de dar a conocer un mensaje a más gente.

Otra forma es la que empleó Clodio, un político populista de finales de la República, que se hizo, digamos, el rey de los colegios de esquina, una especie de bares donde se reunían los gremios. Si había 50 colegios de esquina, Clodio se hizo con 50 empleados que repetían en esos lugares lo que él decía. Entonces, automáticamente, la información viajaba muy rápido, todo lo rápido que fuera posible en aquella época en Roma. Por ejemplo, les pedía a sus trabajadores que fueran a los 50 colegios de esquina para comunicar que a las cuatro de tarde se iba a celebrar una manifestación en el foro.

Por su parte, Cicerón tenía un ejército de escribas que copiaban los mensajes que él hacía y se los enviaba a 50 personas que fueran influyentes, a quienes ahora llamaríamos “influencers”, que tuvieran muchos seguidores. Entonces, en Roma ya se tenía seguidores, a los que se denominaba “clientes”. Eran personas que tenían que ir por la mañana temprano a casa de su “influyente” para ver qué pudiera necesitar y pedirle a cambio un favor, como trabajo para un hijo, un aval para un préstamo, etc. Cuando el patrón terminaba de atender a sus seguidores, iba a ocuparse de sus negocios o lo que tuviera que hacer en el foro y sus seguidores le tenían que seguir físicamente caminando con él, abriéndole paso para que se viera lo importante que era.

Ahora mismo, debajo de tu perfil pone cuánta gente te sigue y en función de ello eres más importante o no en el mundo. Hay un jugador de fútbol brasileño, que antes estuvo en el Barcelona, luego en el Paris Saint Germain y ahora en Arabia Saudí, que tiene unos 12 millones de seguidores. Este señor cobra 500.000 dólares por post. Si la máxima era “tanto tienes, tanto vales”, ahora es “tantos seguidores tienes, tanto vales”. Si quieres que te contrate alguien, que te compren un libro o una canción, hacer de presentador o lo que sea, lo primero que va a hacer el empleador es ir a ver cuántos seguidores tienes y a partir de ahí decidirá si le interesa o no contratarte.

En la antigua Roma la infidelidad existía, pero, en la medida de lo posible, la ropa se lavaba en casa.

Tal como recoges en el libro, las infidelidades en la Roma clásica eran una práctica bastante habitual. Estaban prohibidas por ley, pero ¿se aceptaban tácitamente si se mantenían en secreto, al margen de la opinión pública?

Sí. En la primera mitad del siglo XX en Europa, no sólo en España, por lo general, la sociedad era bastante puritana de puertas afuera. La Norteamérica que vemos en las películas de los años 60 y 70 era súper puritana. En Gran Bretaña era muy difícil conseguir el divorcio en los años 40 o 50 y la homosexualidad estaba prohibida, en el sentido de que era delito. Creo que aquélla era una sociedad similar. Digo creo porque yo mismo digo que no nos debemos fiar mucho de nada. Pero en este caso sí, por la suma de todo lo escrito y de todo lo que nos ha llegado, sobre todos los epigramas que son más humorísticos y, por lo tanto, no tienen que hacerle la pelota a nadie, por eso considero que pueden ser más ciertos.

La infidelidad existía, pero, en la medida de lo posible, la ropa se lavaba en casa. Sobre todo, para no hacerlo público. Si un hombre, como hubo casos, denunciaba como adúltera a su mujer, automáticamente estaba poniendo en duda públicamente que sus hijos fueran suyos y, por lo tanto, sus herederos. Con lo cual, ese tipo de asuntos era mucho más rentable solucionarlos de puertas adentro. Aparte, el divorcio era muy fácil tanto para las mujeres como para los hombres; lo único que tenían que hacer era decir públicamente que se querían divorciar, ni siquiera tenían que aducir una razón. De este modo, no era necesario airear los casos de adulterio. Es muy curioso que el sexo, por el hecho de ser consentido, simplemente no era legal. Para que lo fuera, además de ser consentido, sólo podía tener lugar dentro de un matrimonio, con esclavos o con prostitutas. No obstante, aunque no se podía ir a ligar a la discoteca, ni había Tinder, los romanos se lo pasaban bien.

Otro asunto que sale a relucir en el libro es la controversia existente entre los historiadores en torno a la fecha de la erupción del Vesubio que arrasó Pompeya y Herculano, entre otras villas cercanas. ¿Cuál crees que es la fecha más verosímil y en base a qué fuentes?

Las fuentes primarias sobre la erupción del Vesubio son las Cartas de Plinio. En una de ellas se refiere a lo que le pasó a su tío, al ver el humo del volcán desde el otro lado de la bahía. Puede haber un error en la fecha o no, porque él se refiere al 25 de agosto del año 79 y hay mucha gente que dice que fue en octubre, algo que yo dudo. Evidentemente, la fecha puede estar mal transcrita en las cartas de Plinio, pero hay otras cosas que dice que sí nos dan pistas sobre en qué tiempo se encontraban. Por ejemplo, su tío dice que pide las zapatillas, lo que quiere decir que estaba descalzo durmiendo la siesta en una habitación abierta, y se dio un baño de agua fría. También menciona a unos amigos suyos que estaban en sus fincas en otras partes de la bahía y que todas estaban ocupadas, lo que sugiere que era época vacacional, verano. Francamente creo que es más fácil que fuera cerca de agosto que de finales de octubre. También se encontraron higos, que son propios de finales de agosto y de principios de septiembre, no de octubre. Además, se hallaron nueces y almendras, pero de un año para otro ambas se conservan perfectamente. Hay razones a favor y en contra, pero ninguna es objetivamente superior a la otra.

En España se ha puesto últimamente de moda la escuela que dice que fue en octubre. La escuela que defendía esta fecha fuera de España era la italiana de finales del siglo XVIII y principios del XIX, casi recién descubierta Pompeya. Pero ahora mismo, por ejemplo, todo el mundo toma con mucho cuidado el famoso grafito que supuestamente demuestra que fue en octubre. Para empezar, la manera en la que está dicha la fecha en el grafito no es la forma correcta en esa época en Roma. Puede que sea así porque está escrito por una persona de clase baja o porque no le daba la más mínima importancia a lo que estaba escribiendo. De modo que no le podemos dar una importancia capital a un escrito del que desconocemos absolutamente todo y que, por cierto, se descubrió hace un par de años. Además, dice: “Ante kal nov”, que podría referirse a antes de las calendas [el primer día de cada mes] de noviembre o antes de las calendas del noveno y el mes noveno es septiembre. El mismo escrito puede traducirse de distintas maneras porque es incompleto y bastante incorrecto, insisto. ¿Qué es lo importante? En vez de mirar el dedo, si fue en agosto o en octubre, miremos la luna, que es lo que ocurrió en Pompeya y que, gracias a su desgracia, tenemos el mejor retrato de la vida cotidiana del alto Imperio que podamos permitirnos. No existe nada parecido a Pompeya en el mundo, ni en ninguna civilización.

Por último, ¿cuál ha sido tu propósito al escribir Rosa rosae y a qué se debe tu interés por el mundo romano, al que has dedicado varios libros?

Mi humilde intención es crear afición, que la gente se acerque a la historia con una sonrisa, busque libros de divulgación que le entretengan y demande de los historiadores que hagamos obras más comprensibles y divertidas. Y lo que me pasa con Roma se debe, sinceramente, a que creo que somos una continuidad. Hay muy poca diferencia entre muchísimos aspectos de la civilización romana y la nuestra. Afortunadamente, hay muchísimas diferencias también, pero me resulta muy curioso señalar los parecidos porque a veces son muy chocantes. Por ejemplo, que tomaran chatos en los bares, el hecho de que hubiera bares con barra y que la gente llegara y pidiera un vino y unas aceitunas hace 2.000 años, cosas que seguimos haciendo. O que hubiera alguien capaz de perder unas elecciones municipales por un rumor que se vierte sobre él. Es muy curioso, me resulta muy entretenido y creo que, si nos acercamos sin solemnidad a los romanos antiguos, veremos que se parecen demasiado a nosotros.

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