Revista Casa Mediterráneo

Pere Cardona: “Las historias personales de individuos anónimos o poco conocidos son las que realmente dan carácter a la Historia de la Guerra Fría”

en enero 13, 2022

El escritor y divulgador histórico Pere Cardona participará el viernes 14 de enero en el ciclo ‘Historias del Mediterráneo’ para ahondar en el convulso periodo de la Guerra Fría. El nuevo orden mundial configurado tras la Segunda Guerra Mundial estuvo marcado por la tensión entre Estados Unidos y la URSS, la latente amenaza de una guerra nuclear y una tupida red de espionaje a uno y otro lado del Atlántico. 

El autor, tras un arduo trabajo de investigación, saca a la luz acontecimientos relevantes pero desconocidos de esta decisiva etapa histórica en su libro “Osos, átomos y espías: historias sorprendentes de la Guerra Fría” (Principal, 2021) mediante los testimonios de personas anónimas o poco conocidas que los vivieron en primera persona. 

La charla, moderada por José Sanmartín, profesor titular de la Universidad de Alicante y Presidente de Radix Intelligentia, se celebrará de forma presencial a las 19 h. en la sede de Casa Mediterráneo y podrá seguirse por streaming a través de las redes sociales de la institución diplomática.

Pere Cardona lleva más de veinticinco años recopilando historias relativas a la Segunda Guerra Mundial. En 2012 creó el portal ‘Historias Segunda Guerra Mundial’, un lugar de referencia para más de 40.000 usuarios. Pertenece al Club Le Carré, un grupo de escritores de novela de espionaje, y colabora con Lee o Muere, un colectivo de autores de novela negra. Es coautor de diversos libros, entre los que destaca “Lo que nunca te han contado del Día-D”, escrito junto al periodista Manuel P. Villatoro. De forma previa al encuentro, mantuvimos una entrevista telefónica con el investigador.

Para comprender el nuevo orden mundial dibujado por la Guerra Fría, en su libro “Osos, átomos y espías” primero aborda la Segunda Guerra Mundial, de la que recoge episodios tan trágicos como las fosas comunes de Katyn (Polonia), donde unos 22.000 miembros de la élite polaca fueron fusilados, una matanza ordenada por Stalin que los soviéticos no reconocieron durante décadas y que fue soslayada por los aliados. ¿Por qué estos crímenes no trascendieron hasta mucho tiempo después?

Estos crímenes no trascendieron hasta muchos años después, entre otras cosas, porque a los aliados -Gran Bretaña y Estados Unidos- y sobre todo al presidente norteamericano Roosevelt, en aquel momento nos les interesó demasiado soliviantar a Stalin. Temían que en un momento determinado, Stalin diera un giro y volviera a aliarse con los alemanes, al igual que hizo al principio de la Segunda Guerra Mundial. Éste fue el principal motivo: no soliviantar a Stalin con tal de mantener la alianza aliada unida frente al objetivo común, que era derrotar al nazismo.

El espionaje soviético durante la II Guerra Mundial fue de gran envergadura. Por ejemplo, el Proyecto Venona, una colaboración secreta de las agencias de inteligencia de Estados Unidos y Reino Unido entre 1943 y 1980, trató de descifrar mensajes codificados enviados por agencias de inteligencia de la Unión Soviética. Por su parte, Stalin, gracias a sus agentes, tuvo conocimiento de la existencia del arma nuclear estadounidense antes de que se le comunicara. ¿Qué importancia tuvo la red de espionaje soviética tejida en Estados Unidos y Canadá durante la II Guerra Mundial?

La red de espionaje soviética en Estados Unidos y Canadá fue fundamental, entre otras cosas, para descubrir la fórmula secreta de la bomba atómica estadounidense, para conocer todo el trabajo que estaban realizando tanto estadounidenses como británicos en este ámbito. Los servicios secretos estadounidenses calculaban que por lo menos hasta 1951 o 1953 la Unión Soviética sería incapaz de tener su propia bomba atómica y, no obstante, la obtuvieron en el año 1949 gracias a las filtraciones, principalmente de un físico alemán llamado Klaus Fuchs, quien facilitó el secreto del arma a los soviéticos. Esto les permitió ahorrar ingentes cantidades de dinero y también de tiempo para lograr la bomba atómica.

En este sentido, un caso muy sonado fue el del matrimonio neoyorquino formado por Julius y Ethel Rosenberg, acusado de espionaje atómico y sentenciado a la silla eléctrica en 1951. Aunque la culpabilidad de Julius como espía fue probada, ¿en realidad sus filtraciones fueron determinantes para el desarrollo de la bomba atómica por parte de la Unión Soviética?

No, las filtraciones de Julius Rosenberg no fueron nada determinantes para la consecución de la bomba atómica. El acceso que tenía Julius Rosenberg era principalmente a través de su cuñado David Greenglass y el único material que llegó a manejar fue un esquema bastante burdo e infantil de lo que sería la bomba atómica. Años más tarde, los servicios secretos soviéticos, en la década de los noventa, admitieron sin ningún tipo de pudor que la información que les había pasado Julius Rosenberg en cuanto a la bomba atómica carecía de valor alguno para ellos y que el principal artífice de haberla conseguido fue el físico Klaus Fuchs. 

Estados Unidos necesitaba un chivo expiatorio al cual culpabilizar sobre la pérdida de la hegemonía nuclear. Y cuando se encontraron con la figura de Julius Rosenberg lo tuvieron bastante fácil.

¿Podría afirmarse entonces que tanto Julius como Ethel fueron chivos expiatorios del Gobierno estadounidense de cara a su opinión pública?

Sí. Bajo mi punto de vista, Julius y Ethel Rosenberg fueron chivos expiatorios. Date cuenta de que para Norteamérica el hecho de haber perdido la hegemonía del armamento nuclear causó una honda impresión porque a partir de aquel momento esta tecnología de gran potencia podía ser utilizada contra ellos. Y en Estados Unidos, además, imbuido en la etapa del macartismo, todo lo que olía a comunismo era severamente reprimido y perseguido. En este sentido, EE.UU. necesitaba un chivo expiatorio al cual culpabilizar sobre la pérdida de la hegemonía nuclear. Y cuando se encontraron con la figura de Julius Rosenberg lo tuvieron bastante fácil. Además, durante el juicio, el FBI utilizó falsos testimonios a cambio de rebajas de condena o de no inculpar a otras personas. Fue el caso de David Greenglass, que cometió perjurio y falso testimonio contra su propia hermana, Ethel Rosenberg. Gracias a ello se benefició de una rebaja de condena y además consiguió que su mujer no fuera imputada en el caso. 

Otras víctimas de esta injusticia fueron los hijos del matrimonio Rosenberg, Robert y Michael. ¿Cómo vivieron el proceso y la condena a muerte de sus padres y qué acciones emprendieron para sacar a la luz la verdad sobre su papel en el desarrollo de la bomba atómica soviética?

En el momento del proceso, Michael tenía diez años y Robert tan sólo seis. He tenido la gran suerte de entrevistar a uno de los dos, a Robert, quien de aquella época guarda vagos recuerdos, por ejemplo, de las visitas que hacían a la cárcel para ver a sus padres. Sí que recuerda perfectamente cómo fue el día en que detuvieron al padre, cuando el FBI entró en el domicilio familiar. Y lo rememora básicamente gracias a los recuerdos que atesoró su hermano, que en aquel momento tenía diez años. Ellos no prestaron testimonio durante el juicio, pero por ejemplo sí le dirigieron una carta a Dwight David Eisenhower, que era el presidente estadounidense en esos momentos, quien la obvió porque dijo que aquello era un tema que se escapaba a su competencia y debía seguir el procedimiento judicial que estaba en curso. 

Ellos creían a pies juntillas en la inocencia, tanto del padre como de la madre, lo que pasa es que durante la década de los noventa algunos de los testigos que participaron activamente en el juicio, como Morton Sobell, sí que admitieron haber estado espiando para el padre, Julius Rosenberg. Además, ha habido parte de desclasificación documental de los cables que se intercambiaban las legaciones soviéticas y que fueron descifrados por el Proyecto Venona, en los que queda claro que el padre había participado haciendo espionaje para los soviéticos, concretamente con un par de alias, “Liberal” y “Antena”. Sin embargo, la madre no aparece en ningún documento oficial soviético, no tiene ningún alias como espía, con lo cual se supone que ella no llegó a participar en el espionaje. 

Que Ethel pudiera saber que su marido estaba espiando para los soviéticos es posible, pero esto no lo vamos a saber nunca, porque ellos siempre defendieron su inocencia. Los hijos, en un principio, hicieron mucha campaña a favor de la exoneración tanto del padre como de la madre, pero al final se han tenido que rendir ante la evidencia de que su progenitor sí espió para los soviéticos, pero no ella. De ahí que estén realizando una campaña activa por rehabilitar la memoria de la madre e intentando que haya una revisión del caso en cuanto al padre para que el Gobierno de Estados Unidos reconozca, de una vez por todas, que las condenas a la silla eléctrica fueron excesivas, sobre todo basándose en toda la documentación desclasificada por la CIA y el FBI, en la cual queda claro que hubo datos manipulados y falsos testimonios por parte del equipo de la fiscalía.

Otro de los asuntos que menciona en su libro son los 638 intentos de asesinato de Fidel Castro, según cifran los servicios de inteligencia cubanos. ¿Entre los métodos, algunos realmente descabellados, para acabar con su vida cuáles destacaría? 

Hace relativamente poco tiempo los servicios secretos cubanos revelaron que, a lo largo de su vida, Fidel Castro había sufrido 638 intentos para eliminarlo. Cuando leí este dato me quedé perplejo, porque una de dos, o la gente que intentaba acabar con él no tenía demasiada pericia o este hombre estaba tocado por la mano de Dios. Empecé a indagar y lo primero que me encontré fue un documento desclasificado por la CIA titulado “Las joyas de la familia”, en el cual se detallan varios de estos intentos de atentado, pero no solamente contra Castro, sino también contra otros líderes políticos que en aquel momento el Gobierno estadounidense había determinado que eran molestos para su política exterior. 

En el caso de Castro se trataron de utilizar diferentes métodos, a cuál más rocambolesco. Por ejemplo, se sabía que a Fidel le gustaba practicar buceo deportivo en la zona del Caribe. Uno de los intentos de la CIA consistió en tratar de reproducir la vaina de un molusco con cartón piedra u otro material para albergar en su interior una bomba potente para que le llamara la atención a Castro cuando buceara y al ir a retirarlo le explotase.

Otra de las tentativas de asesinato fue mediante puros, porque Castro era un fumador bastante sibarita. Intentaron envenenar cigarros con sustancias como botulina para que cuando fumara cayera fulminado. Otro de los intentos fue a través de píldoras que contenían veneno. Como a Castro le gustaba mucho beber té o café, uno de los agentes tenía que dejarlas caer dentro de la bebida caliente. Eran píldoras inodoras, insípidas y no dejaban ningún tipo de rastro, con lo cual cuando ingiriera la bebida el veneno haría efecto y moriría. 

También hubo otros intentos de atentado con francotiradores e incluso la mafia norteamericana estuvo involucrada. La CIA, en un momento dado, solicitó ayuda a la mafia estadounidense, que estaba bastante resentida con Castro porque una de las primeras medidas que adoptó cuando accedió al poder fue nacionalizar, desde compañías telefónicas hasta todos los hoteles que las familias mafiosas tenían en Cuba. Aquello infligió un duro revés económico a la mafia. Hubo numerosos intentos de acabar con su vida, a cuál más rocambolesco.

Otro episodio de aquellos tiempos que no tiene desperdicio es el viaje de Kruschov a Estados Unidos. Está plagado de anécdotas como su disgusto al cancelarse su visita a Disneyland por motivos de seguridad. ¿Qué efecto tuvo la gira estadounidense del mandatario soviético en las relaciones entre ambos países y en la imagen que de él tenía la opinión pública norteamericana?

Es delicioso (risas). ¿Tú te puedes imaginar al jefe de un gobierno comunista como era el soviético, que durante muchos años estaba haciendo campaña contra el consumismo norteamericano, que de golpe y porrazo llega a Estados Unidos y pilla un monumental enfado porque le dicen que no puede conocer a Mickey Mouse? 

La opinión pública estadounidense, en un principio, acogió a Kruschov con bastante escepticismo y con un rechazo considerable porque el mandatario, años antes de emprender esta gira, hizo unas declaraciones sobre su pretensión de vencer a Norteamérica. Concretamente dijo: “Os venceremos”. Pero el periodista encargado de traducir la frase, no se sabe bien si por una equivocación o malintencionadamente, la tradujo por: “Os enterraremos”. Si a esto le sumas toda la tensión que había en la década de los 50 con la Guerra de Corea y todo el tema del armamento nuclear, cuando Kruschov llegó a Estados Unidos hubo una campaña feroz por parte de la prensa diciendo que aquél que en un futuro no muy lejano iba a apretar el botón que desencadenaría el armagedón nuclear se estaba paseando como Pedro por su casa por el país. De ahí que, en un principio, la gente manifestara un rechazo contundente contra la figura de Kruschov. Lo que pasa es que luego, poco a poco, a medida que se fue desarrollando el viaje y también gracias a la mediación del Gobierno estadounidense la gente le fue viendo una cara más amable.

La verdad es que el viaje, aunque no tuvo ningún tipo de trascendencia en cuanto al logro de algún acuerdo diplomático relevante, sí que endulzó un poco la figura de Kruschov en Estados Unidos. No obstante, al poco tiempo ocurrió el incidente del U2, cuando la Unión Soviética derribó el avión espía pilotado por Gary Powers sobre su territorio y aquel hecho dinamitó de nuevo estas incipientes relaciones ligeramente endulzadas entre los dos países. 

Pere Cardona

Gary Powers era un piloto estadounidense adscrito a la CIA. En 1960, el avión espía U2 que pilotaba fue abatido cuando sobrevolaba la Unión Soviética. Dos años más tarde fue liberado de la prisión rusa en la que se encontraba, en un intercambio de espías. La actuación de Powers resultó heroica, sin embargo fue objeto de descrédito por las autoridades estadounidenses durante años. ¿Por qué razón? 

Porque cuando Gary Powers fue derribado, Estados Unidos de repente se encontró con un problema: Sus aviones espía U2 hasta aquel momento estaban volando a una altitud que era superior al alcance de los misiles soviéticos, con lo cual todas las misiones para fotografiar bases o enclaves secretos dentro de su territorio eran poco arriesgadas. Pero un buen día, Gary Powers cruza la frontera soviética y es derribado. En ese instante el Gobierno americano no entiende cómo ha podido ser abatido el avión, porque los misiles soviéticos no tenían esa capacidad de alcance. Y tampoco pueden dar a conocer a la opinión pública que el avión ha sido derribado por los soviéticos, porque eso implicaría darle ventaja a su enemigo. Hasta ese momento podían hacer lo que les viniera en gana sobre territorio soviético, pero a partir de ahora ya no. 

Cuando Gary Powers fue juzgado en la Unión Soviética y luego regresó a Estados Unidos, la prensa también tuvo un comportamiento bastante poco amable con él. Lo que la prensa estaba difundiendo hasta aquel momento era que el avión había caído, o bien fruto de un error de pilotaje humano, o bien producto de algún tipo de fallo mecánico que Powers no había sabido suplir con su pericia. Además, para acabar de redondear el tema, lo que la prensa le afeó mucho a Gary Powers fue que en el momento del impacto llevaba consigo la consabida monedita de plata hueca con una aguja impregnada en veneno curare para que, si era capturado, se pudiera suicidar y no revelara ningún tipo de información al enemigo. Gary Powers decidió no utilizarla, no suicidarse. La prensa norteamericana se lo reprochó y además difundió una mentira: que todos los pilotos estaban obligados a suicidarse en caso de caer prisioneros en manos enemigas; lo que era totalmente falso. Los pilotos tenían la potestad de decidirlo. La prensa hizo una campaña bastante agresiva en su contra. 

Posteriormente, el Congreso citó a Gary Powers a una de sus famosas sesiones para intentar averiguar qué fue lo que pasó. Y como resultado, el propio Congreso no sólo lo exoneró de cualquier tipo de culpa, sino que también lo condecoró con la Estrella de Plata. De todas formas, su hijo, Gary Powers Junior, al que tuve la suerte de poder entrevistar, está dedicado en cuerpo y alma a narrar la historia de su padre por todo Estados Unidos, porque a día de hoy todavía queda un poso de desconocimiento. La mayoría de la gente aún cree que Gary Powers cometió un fallo de pilotaje y que el avión se estrelló por su culpa y no por haber sido derribado. En este sentido, Gary Powers Junior está llevando a cabo una labor similar a la de Robert Meerepol [hijo del matrimonio Rosenberg] para acabar de limpiar la memoria del padre.

Su libro también recoge los desesperados intentos de fuga de miles de personas de la República Democrática Alemana hacia la parte Occidental, algunos con éxito y muchos otros con un fatal desenlace. ¿Qué métodos de los utilizados para escapar destacaría y cómo consiguió reunir tantas historias personales de quienes los protagonizaron?

Conseguí reunir tantas historias personales a pico y pala, como se dice vulgarmente (risas). Hay muchas historias que están sacadas de registros policiales, de archivos alemanes y otras las he podido escribir de primera mano al contactar con algunos de los supervivientes que me han querido dar su versión y con antiguos oficiales, contrastándolas. Historias hay para parar un tren. Desde gente que el mismo día que se construyó el muro intentó cruzar a nado los canales hasta quien fabricó globos aerostáticos en el garaje de su casa para poder cruzar la frontera, minisubmarinos… 

Otro caso llamativo fue el de los hermanos Bethke: el primero de ellos se fugó cruzando a nado la frontera; el segundo, por una tirolina que construyó por encima del muro desde la zona oriental hasta la occidental, lanzó una flecha que llevaba una cuerda atada y se deslizó a través de ella; y el tercero fue rescatado por estos dos una vez que ya estaban en la zona occidental, mediante unos ultraligeros con los que cruzaron la frontera. Camuflaron los ultraligeros como si fueran aviones soviéticos, con las típicas estrellas rojas, porque los guardas de la República Federal Alemana [los Grenztruppen] tenían prohibido disparar contra cualquier nave que fuera soviética y gracias a ello consiguieron cruzar. Aterrizaron en un parque, recogieron al hermano y emprendieron el camino de vuelta casa. Este vuelo lo grabaron; años más tarde alguien lo digitalizó y se subió a YouTube. 

También hubo gente que utilizó camiones. Hay una historia que me encanta que titulé “La vaca de Troya” porque fabricaron la estatua de una vaca cuyo interior tenía capacidad para albergar a una persona. Cuando alguien quería fugarse y disponía del dinero que costaba hacerlo, se camuflaba dentro de esta estatua y la pasaban por la frontera en una camioneta con la excusa de que acudía a una feria cárnica o era un elemento decorativo para una carnicería. También las famosas bobinas de cable eléctrico se ahuecaban y cabían varias personas. Se utilizaron miles de dispositivos diferentes. Los tres capítulos sobre el Muro de Berlín los resumo en una frase: “La imaginación al poder”. Conocemos todos estos intentos de fuga, pero hay muchos otros que se desconocen, o bien porque quedaron abortados por la policía de la República Democrática y los taparon para que no trascendieran o bien otros muchos otros tantos, al igual, no llegaron ni a implementarse, pero sí fueron planificados y sus artífices no los dieron a conocer. 

Asimismo, se construyeron túneles entre las dos zonas, que la gente cruzaba, y hubo fugas en bicicleta. Hubo cuarenta mil formas diferentes de cruzar el muro. La mayoría de ellas ha sido reflejada en el libro, pero hay otras tantas que no se conocen.

Su libro arroja luz sobre el período de la Guerra Fría a través de historias desconocidas para gran parte de la opinión pública, tanto de los mandatarios de la época como de ciudadanos anónimos o conocidos pero salpicados de falsedades. ¿Cuál ha sido su objetivo con este ingente trabajo de investigación y divulgación?

Lo que he querido transmitir con este libro es dar voz a los auténticos protagonistas de la Guerra Fría. Evidentemente, hay gente a la que no he podido conceder la palabra. Los grandes mandatarios como Churchill, Stalin o Roosevelt, desgraciadamente, ya no están entre nosotros y no los he podido entrevistar, pero sí he sido capaz de recoger tanto sus memorias, como apuntes y lo que dejaron en sus fundaciones o bibliotecas personales. He querido incidir en recoger muchas historias personales de individuos anónimos o poco conocidos que protagonizaron hechos, para mí, inverosímiles y que son las que realmente dan carácter a la Historia, no solamente de la Guerra Fría, sino a la Historia en general. 

Esto es lo que más me apetecía hacer, un libro diferente para narrar la Guerra Fría desde un punto de vista que hasta el momento -lo digo modestamente- no he encontrado. No he hallado un volumen en el que se puedan encontrar 18 o 19 episodios personales sobre la Guerra Fría como los que narro en éste. 

‘Osos, átomos y espías’ puede adquirirse en librerías y en la web de la editorial Principal de los libros.

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