La veterana y prestigiosa periodista Pilar Requena, vinculada a RTVE desde 1987 y especializada en información internacional durante más de 30 años, visitará Casa Mediterráneo el jueves 20 de enero a las 19 h. en un nuevo encuentro presencial en la sede de la institución dentro del ciclo “Periodistas y el Mediterráneo”, que también podrá seguirse en streaming por las redes sociales. Requena abordará la actualidad de Europa y el Mediterráneo y los retos a los que se enfrentan sus sociedades. La profesión periodística y sus desafíos en la actual era tecnológica también serán analizados por la periodista.
Pilar Requena, responsable de la unidad de investigación de TVE y directora del programa ‘Documentos Tv’, ha sido redactora del área Internacional de los Telediarios (1987-1999), corresponsal de TVE en Berlín (1999-2004), reportera de ‘En Portada’ (2004-2020), desde octubre de 2018 responsable de la Unidad de Investigación de TVE y presidenta de la Red de Periodismo de Investigación de las televisiones públicas europeas (EBU) desde 2021. Ha cubierto multitud de acontecimientos internacionales, entre ellos diversos conflictos, y ha realizado decenas de reportajes y documentales sobre diferentes países y temas.
Colaboradora del Instituto Español de Estudios Estratégicos (IEEE), es ponente, conferenciante y autora de libros como ‘Angela Merkel, la canciller eterna’ (Flash, 2021), ‘La potencia reticente’ (Debate, 2017) que hace un recorrido por la historia reciente de Alemania, o ‘Afganistán’ (Ed. Síntesis, 2011). Su rigor y profesionalidad han sido reconocidos con galardones como el Premio Internacional de Periodismo Rey de España, el Premio Europeo Civis o el Salvador de Madariaga. A su labor periodística, suma una faceta docente como profesora de Relaciones Internacionales, Periodismo y Comunicación en diversas universidades.
En primer lugar le quería preguntar por sus primeras coberturas internacionales. ¿Con qué medios contaba entonces para realizar sus reportajes y cómo han cambiado las nuevas tecnologías la forma de hacer periodismo, tanto para bien como para mal?
Mi primera cobertura internacional fue la sustitución del corresponsal en Alemania. Es verdad que tenía una oficina, pero también es cierto que estaba realmente sola. Si quería montar tenia que llamar a un montador, si quería rodar, lo mismo. Si no recuerdo mal, la primera crónica fue una rueda de prensa de Helmut Kohl [canciller de Alemania entre 1982 y 1998], que acababa de volver de la Unión Soviética en el verano del 90, cuando todavía no había caído la URSS y ni siquiera había sido unificada Alemania. Regresó de una reunión con Gorbachov [entonces Presidente de la Unión Soviética], en realidad ya con la reunificación en el bolsillo. Y yo no tenía ni equipo, ni nada. Iba a montar con la ZDF, la televisión pública alemana, y aunque, es verdad que ellos tenían la rueda de prensa, ¿qué hacía con la entradilla? Entonces me fui a los compañeros de la ZDF, les expliqué la situación y me hicieron la entradilla con su micro. O sea, imagínate todo lo que tenías que mover para poder enviar una crónica. Esto, teniendo oficina, estando en un sitio que conocía, sabiendo el idioma, etcétera, etcétera.
La siguiente cobertura fue más complicada, porque al volver de esta sustitución me enviaron sola. Parece que lo de las primeras coberturas con equipo no existía para mí (risas), siempre tenía que buscarme la vida. Fue a Jordania durante la crisis del Golfo. Irak ya había invadido Kuwait y se trataba de una reunión entre Pérez de Cuellar [entonces Secretario General de la ONU] y Tarek Aziz [ministro de Exteriores de 1983 a 1991 y asesor cercano a Sadam Husein] para ver si se podía parar una posible guerra que estaba ahí en el horizonte. De hecho, habíamos tenido dos equipos allí hasta el sábado, a mí me enviaron un lunes, y se había levantado por el riesgo de que hubiese un conflicto. Pero claro, de repente se encontraron con que había una reunión importante y que era necesario estar allí. Entonces me mandaron a mí sin equipo porque dijeron que no daba tiempo. Yo llego, evidentemente el equipo que consigo es el peor de todos los que hay, porque era lo único que quedaba libre. Un equipo que no me dice que está rodando en Betacam casero. ¡Imagínate eso para luego enviarlo por satélite! Y ahí sí que dependía completamente de una productora para montarlo, tenía que ir a la televisión jordana para enviarlo, incluso casi de noche. Luego el directo lo tenía que hacer en otro sitio. Era lo que teníamos que hacer entonces. Por supuesto, no tenías teléfono móvil. Tú lo que hacías por la mañana era ir a la productora y desde allí o desde el hotel llamabas a Madrid, informabas de lo que ibas a hacer y ya nadie te localizaba. Es verdad que eso te daba una ventaja. Tú hacías tu propia historia y nadie podía llamarte en mitad del camino para cambiarte los planes.
Llegaba a la una y media o a las dos para montar, porque montabas en la productora, que era desde donde enviabas la pieza o desde la televisión jordana, como he comentado. Cuando desde Madrid me decían que habían visto una noticia y querían que la tratara, yo les contestaba que lo que tenía era lo que les había comunicado por la mañana y era lo que iba a enviar. En ese sentido eras más libre de buscar tus propias noticias y eso siempre pasó hasta que aparecieron el teléfono móvil e Internet. ¿Qué ocurría? Que te tenías que buscar tus historias sobre el terreno. ¿Qué era lo malo? Que muchas veces no habías podido contactar con las fuentes antes de ir y te tenías que buscar la vida. Pero bueno, estaba la parte positiva de que podías hacer tus propias historias. No te llamaban para entrar cada hora, ni en el 24 horas o incluso en la radio si te necesitaban. Y no te estaban todo el día diciendo: “Hemos visto esta noticia en la web de tal medio -ahora mismo, encima por Twitter- o queremos esto”. Eso no te pasaba en los primeros años. Tenía sus ventajas y sus inconvenientes. En aquella época es verdad que te buscabas la vida, pero eran tus historias. Y te daba más tiempo a buscarlas, a reflexionar y a decir: “Esto es lo mío. Si te gusta, bien, y si no, no me mandes”.

Pilar Requena – © María Gilabert / Revista Casa Mediterráneo
¿Qué ocurre ahora? Tienes unas enormes ventajas a la hora de poder localizar, ya no sólo por Internet, sino también por las redes sociales, a mucha gente a través de Twitter y de Facebook. Eso antes era imposible. Ahora tienes incluso la posibilidad de ver y conocer a la gente por Zoom o por una llamada de teléfono, puedes obtener información en Internet, es decir, vas mucho más preparada en ese sentido. En cuanto a los envíos, ocurre lo mismo. Ahora mismo hay mucha gente que está entrando por Internet o por parábola. Puedes llegar y enviar desde cualquier sitio del mundo. Antes no era así, tenías que ir a EBU [Unión Europea de Radiodifusión], a una productora, a Reuters y algunas otras que entonces existían. Si no disponían de dispositivos para que enviases tus crónicas, volvías y luego las enviabas y las emitías con retraso o no ibas porque no había manera de enviarlas. Ahora se puede ir a cualquier sitio y si hay Internet se envía a través de la red y si no, incluso te puedes llevar a una parábola portátil. Ahora hasta puedes enviar con tu propia mochila, con que tengas Internet y tarjeta de datos. Todo eso era inconcebible cuando yo empecé.
Por lo tanto, sí, hay ventajas e inconvenientes. Pero sobre todo la ventaja que encuentro es la capacidad de información que puedes obtener a través de las redes sociales y de internet, que antes no tenías; la posibilidad de contactar con la gente y de enviar desde cualquier sitio del mundo con tus propios medios. Pero el gran inconveniente y eso creo que está haciendo daño al periodismo, porque hemos dejado que nos controle, es la cantidad de fakenews y desinformación, de noticias falsas, que circulan por las redes y el poco filtro que hacemos los medios tradicionales por la falta de conocimientos de muchos compañeros hoy día. Si tienes determinada información y conocimientos puedes detectar dónde está la desinformación y la fakenews. Pero si no te dedicas a leer ni a recabar información sobre lo que estás cubriendo, te la cuelan. Entonces, por una parte están aquéllos que hacen fakenews y desinformación adrede para meternos un gol, y por otra, nosotros mismos, que no hacemos de filtro.
Otra desventaja que encuentro es lo que te he comentado: que te pueden llamar en cualquier momento, tener que cubrir la página web de la televisión o si trabajas para un medio escrito, escribir para su web y hacer el artículo. Eso te impide, realmente al final, realizar una cobertura seria, tener tus propias fuentes, porque no te da tiempo a conseguirlas y construir tu propia noticia, ya que vas dependiendo de lo que Madrid te vaya contando. En ocasiones parece que quieran mostrar que saben más que tú por lo que leen de las agencias… Y esto, al final, lo que consigue es unificar la información y no ofrecer diferentes perspectivas en los distintos medios de comunicación.
Creo que una de las grandes ventajas del periodismo, y para eso estamos realmente, es para ofrecer diferentes perspectivas. Es decir, los datos son sagrados, pero la visión a partir de esos datos es libre y cada medio tiene su propia línea editorial. Mientras no se manipule y no se haga desinformación, a mí me apetece leer diferentes visiones sobre unos mismos datos. Como ciudadana, me dan un mayor abanico de lo que ha pasado, detalles que no me ofrecen otros… Por eso digo que ahora veo la información mucho más unificada, pero creo que es fruto de tener que cubrir tantos asuntos y tan frecuentemente, lo que te impide tener tu propia historia. Y así al final, no avanzas, vas, no a lo fácil, pero sí a lo rápido, porque es lo que te están exigiendo.
Otro factor relevante radica en que los medios tradicionales, por razones económicas, están guiados por el interés de muchos directores y directivos que han dejado de ser periodistas, como lo eran tradicionalmente. Antes las familias que dirigían los medios eran periodistas o tenían la pasión del periodismo. Ahora, muchos medios de comunicación se han convertido en una forma de hacer dinero. La información se ha mercantilizado. Y eso es lo peor que le puede pasar al periodismo, porque al final puede acabar con él. El periodismo es el oxígeno y la savia de la libertad y la democracia, y como no funcione lo vamos a pagar caro y nos vamos a arrepentir en el futuro. Muchos medios han acabado en manos de fondos buitres o de empresarios que lo único que quieren es ganar dinero y si no lo ganan los cierran.
Eso es muy desalentador y descorazonador para aquéllos que hemos conocido el periodismo de calle, que sigue existiendo pero de otra manera que creo que no nos beneficia. O sea, no hemos sabido coger las ventajas del desarrollo tecnológico, ni controlar las desventajas, en la mayoría de los casos. Y luego tenemos otro problema: los medios han dejado de enviar a los periodistas sobre el terreno. O sólo se los envía como moscas a la miel, cuando la hay. Y me refiero a cuando estalla un asunto morboso, un conflicto, una guerra, algo que vende en un momento determinado y luego se abandona. Un ejemplo reciente es Afganistán. Lo advertimos desde el primer momento. A los medios les encantan los barbudos, pero cuando llevan un mes en el poder, dejan de interesar. Salvo AP [Associated Press] y grandes medios internacionales, ya has visto a los españoles, que llevan desde septiembre sin volver a Afganistán a pesar de que el país sufre una grave crisis humanitaria.
Además, soy de las que siempre ha defendido que en caso de guerra es mucho más importante cubrir el pre y posconflicto, que el momento de la contienda. ¿Por qué? Porque el transcurso del conflicto es lo que es y la cobertura, la que todos conocemos: mujeres, niños y ancianos que sufren las consecuencias y se convierten en refugiados o desplazados internos. Y luego está la parte de los tiroteos, teniendo en cuenta además que hoy en día, la mayor parte de las guerras ha cambiado, son híbridas y asimétricas, sin los frentes localizables que antes había.
Sin embargo, el preconflicto, donde se ve que pueden desencadenarse los acontecimientos y puedes movilizar a la sociedad para, a lo mejor, evitarlos, no lo cubrimos. Y el posconflicto, etapa muy importante para saber si hay una oportunidad de que esa paz o alto el fuego se consoliden, tampoco lo atendemos. Si todos contribuyésemos a seguir la información, a advertir de por dónde van los acontecimientos, ayudaríamos mucho más de lo que lo hacemos cubriendo sólo contiendas bélicas. Las guerras no son más que morbo y espectáculo, con gente que muere y se desplaza a la que olvidamos luego muy fácilmente, porque volvemos a casa y nos dedicamos a esperar a la siguiente.
Estoy convencida de que si hiciésemos más cobertura del pre y el posconflicto, evitaríamos guerras, porque tendríamos a una sociedad informada que no se tragaría, ni permitiría que los gobiernos tomasen decisiones de intervenir en lugares donde sabemos que va a ser un desastre. Y, sin embargo, lo que hacemos es que provocamos que haya intervenciones o nos las tragamos porque justamente vamos cuando empiezan los conflictos y decimos: ¡Qué horror, que intervenga alguien! Pero la intervención es peor. Lo que tendríamos que pedir es no llegar a esa situación. Y los casos de Libia o de Siria son un claro ejemplo. Gadafi era un dictador, pero merecía un juicio. No se le debería haber ejecutado como se hizo, con el beneplácito y la participación de alguna que otra potencia occidental. ¿Qué se ha conseguido en Libia realmente? Destrozar el país.
Hay un conflicto continuado, no se han podido celebrar las elecciones que estaban previstas para el pasado 24 de diciembre. Ya veremos si no vuelve a estallar una guerra civil. Y además es terrible lo que está ocurriendo con los inmigrantes que se quedan enganchados en el país, a quienes torturan, secuestran, asesinan y que antes encontraban trabajo allí porque había dinero. Había muchas cosas subvencionadas por parte del régimen dictatorial de Gadafi, que además había iniciado reformas económicas, y la población libia lo que hacía era poner a trabajar a los migrantes, a los que trataba muy mal, que era por lo que nos tendríamos que haber movilizado. Pero bueno, no los asesinaban. Ahora es un horror. Muchas veces los matan personas de sus propias nacionalidades porque son los que controlan, junto con los libios, el tráfico de seres humanos. Entonces, ¿que hemos conseguido? Nada. Aunque el dictador hubiese matado a miles de personas, pongamos durante estos años, nunca hubiera destrozado el país como ahora lo está, ni hubiese llegado a asesinar a tanta gente como la que ha muerto en este conflicto. Lo mismo ha ocurrido en Siria. Si no se tiene un recambio, hay que esperar, presionar y buscar un reemplazo u otra forma de acabar con las dictaduras, pero ésta no funciona. Y lo que se ha promovido ha sido el yihadismo y el terrorismo yihadista.
Se alimenta y luego se convierte en una bestia incontrolable.
Claro y además lo tenemos ahora mismo a las puertas de nuestras casas, en todo el Mediterráneo. Se ha conseguido todo lo contrario. Y encima lo advertimos, porque los que conocemos el terreno, esos países, cómo se mueven el yihadismo y los terroristas… los que conocemos Afganistán lo llevábamos avisando desde hace años.
Ahí se demuestra la importancia informar desde el terreno, porque no es lo mismo conocer la situación de un país desde fuera, sobre todo cuando la información está tan uniformizada que puede ser incluso manipulada. El reportero Gervasio Sánchez sostiene que una guerra no termina cuando lo dice Wikipedia. Las consecuencias del conflicto perduran durante décadas. Por eso es tan importante, como usted señala, informar antes y después, algo que no se hace.
Claro, es que eso es lo fundamental. A veces se refieren a mí como “reportera de guerra” y me niego a que me llamen así, porque no lo soy ni me gustan las guerras. Es más, cuando cayó el Muro de Berlín pensé, ingenua de mí, que iba a ejercer la profesión en un mundo en paz, prácticamente. Podrían estallar algunos conflictos, pero como la Guerra Fría acababa, vislumbraba un futuro de paz y de unidad en Europa. Estaba feliz porque eso era lo que yo quería. Y resulta que en febrero de 1991 estoy cubriendo mi primera guerra, la del Golfo, desde Jerusalén, y no me lo podía creer, yo que soy contraria. Pero, evidentemente, no me voy a negar a cubrir una guerra en las zonas donde trabajo, me guste o no, porque considero que soy la que tiene las claves, los conocimientos y los contactos, la que puede realmente valorar qué está pasando y advertir de lo que estamos haciendo. Sin embargo, no voy a ir a un lugar que desconozca, ya que no aportaría nada, en ese caso es mucho mejor que lo haga el compañero que conozca la zona. No obstante, si la guerra se amplía uno o dos años y se necesita hacer turnos, entonces iré porque tengo unos conocimientos mínimos de cómo cubrir un conflicto, pero antes pediré tiempo para preparármelo.
Creo que lo que ha pasado en los últimos años en muchos conflictos, por no decir en la mayoría, es que ha habido un gran número de periodistas que ha ido a cubrirlos sin tener ni idea de esa guerra, ni del país. Se lanzaban como paracaidistas.
Tengo constancia del caso de una periodista a la que su medio la envió a cubrir un acontecimiento en un país y le pidieron la crónica nada más aterrizar en el aeropuerto. Para eso, sería mejor informar desde Madrid con la información de los teletipos de agencia.
Desde luego, sería mucho mejor, vas a tener más información incluso y es mucho más honesto con la audiencia. Todos tienen acceso a los teletipos, cosa que antes no pasaba. Me acuerdo que en Jordania, por ejemplo, y luego en la Guerra del Golfo y en Jerusalén el teletipo estaba o en el hotel que hacía de centro de prensa o en tu propio hotel. Por lo tanto, ibas pasando páginas, pero cuando tenías tiempo. Recuerdo que en Jerusalén le echaba un ojo por la noche para ver si habían coincidido los teletipos con lo que había estado informando todo el día. Ahora tienes acceso desde tu propio ordenador, al igual que en Madrid. Con lo cual, al final, los que realmente cubren de verdad sobre el terreno y te dan todos los datos son las agencias, a las que no les queda otra. Pero muchos periodistas están en el hotel, salen un poquito a ver lo que se llama el color y los datos los cogen de los teletipos. Y eso es, queramos o no la realidad, se reconozca o no. Y como luego tú dices, si te llaman prácticamente al aterrizar y luego a cada hora, no te queda otro remedio que echar mano de los teletipos para salir del paso, porque no te da tiempo a recoger información. Es una locura.
¿Y por qué esa tiranía de la inmediatez cuando no permite profundizar ni tratar con rigor un tema?
Pues porque se ha mercantilizado la información, se va a ganar dinero, y tenemos que ser más rápidos y mejores que los otros para que se nos vea. Entonces tendremos más audiencia, lo que supone más publicidad en aquellos que la tienen y necesitan prestigio; y en el caso de los medios escritos, tenemos que vender más. ¿Pero qué está pasando? Todo lo contrario. Los medios están perdiendo lectores y audiencia, porque la gente no es tonta, quiere una información diferente y no la encuentra.
Si lees en el periódico del día siguiente lo que ya has visto por las redes o en una web el día anterior, ya no te interesa el periódico, a no ser que te ofrezca un plus de información y de conocimiento. Si el medio o la web te están repitiendo cada hora lo mismo tampoco vuelves a mirarla.
Además, si el medio no te va a ofrecer una información propia y diferenciada, no te gastas el dinero.
Exacto, ¿para qué voy a estar ahora suscrito a un periódico si en las redes sociales veo lo mismo y no me ofrece mucho más? Es una pena, realmente.
Antes, en los años 90 en España había grandes corresponsales que se manchaban las botas, hablaban con las personas autóctonas… porque realmente el aspecto humano es lo que más interesa al ciudadano a la hora de conocer cómo está repercutiendo un conflicto en la población y es lo que le impulsa a movilizarse.
Así es. Cuando estaba en Berlín y me llamaban a veces del 24 horas, les decía que no, que lo sentía pero que estaba rodando para un Informe Semanal, para una pieza más grande del Telediario o que estaba haciendo una cobertura que se necesitaba cubrir, saliera después o no, para disponer tanto de la imagen como del conocimiento. Y muchas veces porque tenía reuniones con los asesores de Schröder [Canciller de Alemania entre 1998 y 2005], con los de Merkel [canciller alemana desde 2005 a 2021] o de quien fuera.
Son fuentes y contactos que debes tener si luego quieres, a la hora de la verdad y en el momento importante, acceder a esos políticos que necesitas para determinadas informaciones. Y luego, lo que tú dices, para conocer la sociedad. En los cinco años que estuve en Berlín, no sólo cubríamos Alemania, sino también el Este y el Norte de Europa, Holanda y Austria hasta Rumanía y Bulgaria. Lo que no cubríamos era el espacio pos soviético, ni los Balcanes, porque después de las guerras yugoslavas, se decidió que se fuese desde Madrid, ya que en Berlín no dábamos abasto. En ese periodo de tiempo, aparte de directos, en los que realicé coberturas dentro de Alemania, donde íbamos de un lado a otro porque entonces se viajaba y y se iba al lugar de la noticia, hice, si no recuerdo mal ocho ‘En Portadas’ y 19 ‘Informes semanales’. Dudo que ningún corresponsal ahora, ni siquiera entonces, haya hecho eso. Y luego, al final, seguro que tienen más minutos de posteridad que yo, porque entran cada hora en el ’24 horas’. Pero claro, el conocimiento que yo atesoraba en aquel momento de todo el Este de Europa, de toda Alemania y de todo lo que pasaba en ese espacio no es el que ellos tienen ahora.
Necesitaba tenerlo para poder hacer documentales, ‘Informes semanales’… Mandaba también piezas para el ’24 horas’, pero largas. Lo que cuentes en un directo sobre un tema cada hora, lo puedes hacer desde Madrid sin ningún problema, pero el compactado que envío de cinco minutos de un asunto no lo puedes hacer desde Madrid. Puse mis condiciones y me negaba a determinadas cosas. Cuando entras en la dinámica de aceptarlo todo y salir cada hora queda muy bien, porque crees que te conoce la gente, lo cual es una tontería; ahora mismo, con todas las televisiones que hay, al final te conocen tu vecino y tu familia.
En 2011 publicó el libro ‘Afganistán’ (ed. Síntesis), con el que pretendía ir más allá de los aspectos meramente militares y bélicos. Estados Unidos se gastó más de dos billones de dólares en sus veinte años de presencia en el país (2001-2021).
Creo que llegaron incluso a tres billones de dólares.
¿Qué ha pasado con todo este dinero? A la vista de la crítica situación que atraviesa la población afganas tras la salida de EE.UU. y las fuerzas internacionales, ¿qué ha fallado para que de nuevo el país haya caído en manos de los talibanes?
Lo que ha fallado es que, sencillamente, Estados Unidos no fue a Afganistán a levantar el país, ni a hacerlo viable, sino que lo hizo por venganza. Y al final lo han confesado, claramente. Nunca tuvieron ningún interés. Realmente, Afganistán era la parte débil o la menos interesante para ellos en la guerra contra el terror. Su objetivo real era Irak. Entonces, cuando se fueron a Irak se acabó Afganistán. ¿Por qué se quedaron tanto tiempo? Porque había que disimular y también porque había una misión internacional. Pero bueno, los pasos que iba dando Estados Unidos indicaban que no tenía mayor interés, que se iba a ir y que con ellos al final nos iríamos los demás; ahí es donde nos tendríamos que haber plantado.
Sobre el dinero, si uno investiga y ve los datos de que cuánto ha repercutido en el país, una enorme cantidad ha ido a manos de empresas y contratas norteamericanas. Gran parte ha revertido en Estados Unidos de nuevo.
De de ese dinero habría que ver exactamente cuánto en realidad ha ido a parar a Afganistán y a asuntos civiles, en materia de derechos humanos, de educación, etc. La sorpresa es que mucho se ha destinado a comprar el armamento que se luego se ha proporcionado a las fuerzas de seguridad y las Fuerzas Armadas de Afganistán, pero que se trata de una inversión estadounidense que le permite mantener su maquinaria militar y sus empresas de armamento. Las contratas de seguridad eran americanas, básicamente. Ha habido grupos como los Wagner, de los que tanto se ha hablado, que estaban sobre el terreno ofreciendo seguridad a los americanos, de modo que por un lado entraba el dinero y por el otro salía hacia la otra parte.
Si ibas a los cuarteles de Estados Unidos en Afganistán, y lo sé porque estuve empotrada con las tropas americanas, toda la comida que había era norteamericana, no adquirían productos afganos que hubiesen servido para levantar en la agricultura del país, por ejemplo. Se traían el hot dog americano, sus helados, sus pavos… Cuando entrabas en su comedor parecía que estabas en Estados Unidos.
En Afganistán probablemente se invirtió bastante poco y, sobre todo, bastante menos de lo que hubiese sido necesario. Si se hubieran invertido los tres billones y lo aportado por los demás países directamente en Afganistán, el país no estaría en el estado en el que se encuentra ahora. Y aún así, con lo mucho o poco que se invirtió, estamos hablando de cifras que tenían que traer a un país de la Edad Media al siglo XXI, para lo que eran necesarios muchos más años que veinte.
Cualquier cifra se queda corta para las necesidades que tenía Afganistán. Pero lo peor es si te gastas esas cantidades y encima revierten en tu propio país a través de empresas, subcontratas y armamento. Habría que analizar estos hechos al detalle antes de afirmar que Estados Unidos se ha gastado 3 billones. Si lo comparamos con lo invertido por Europa, probablemente nos llevaríamos la sorpresa de que al final es más lo que han hecho sobre el terreno los europeos en cuanto a inversión que lo que han hecho los americanos. En cualquier caso, todo eso se ha perdido.
Tras la salida de EE.UU. de Afganistán, ha trascendido que en áreas rurales se está obligando a las niñas mayores de 15 años y a las viudas menores de 45 a matrimonios forzosos con los talibanes. También varios medios han publicado la noticia de la decapitación de una joven jugadora de voleibol o la paulatina desaparición de la mujer del espacio público. Ante estas atrocidades y atropellos de los derechos humanos, ¿por qué los medios de comunicación han quitado el foco del país dando paso a otras noticias?
Ya lo advertimos, dijimos que en el momento en que se pasase el primer apretón, iríamos enseguida al siguiente tema. No obstante, hay hechos que no están confirmados, como el relativo a la jugadora de voleibol. No estamos convencidos de que hayan sido los talibanes, sino la familia del novio o el marido, no es seguro. Muchas de estas informaciones hay que cogerlas con cuidado porque incluso a los que sabemos cuáles son las fuentes fiables, a los que conocemos el terreno, a los que tenemos contactos allí, algunas noticias nos las han colado. Incluso se la han colado a la fuente a la que seguimos, que se supone que es de confianza y que sabe del tema.
En cuanto a que en las zona rurales están casando a las niñas, no tenemos confirmación absoluta de cuántas son, ni de si es una práctica habitual o se produce en determinadas zonas. Está pasando, pero no sabemos el alcance. Es cierto que las niñas mayores de Primaria no están yendo a la escuela y que están condenadas a estar fuera del espacio público, pero si uno ve imágenes, las mujeres están plantando cara. No sólo se están manifestando, sino que algunas están saliendo también a la compra, moviéndose por diversos lugares y algunas incluso están trabajando en hospitales. Es decir, la situación no es tan radical todavía como antes, porque los talibanes lo que están esperando es dinero, que se les descongele. Evidentemente lo que sí se está indicando con las medidas que están tomando y con su comportamiento es que van camino de lo mismo. Pero también es cierto que al menos allí donde hay acceso a la prensa, están intentando disimular.
No obstante, hay asesinatos por las noches, desapariciones, palizas… El otro día le dieron una paliza a un periodista. Vemos cómo intentan disolver las manifestaciones de mujeres, pero si te das cuenta, ellas van sólo con pañuelo, van a manifestarse dando la cara, lo cual no pasó en los 90. Yo lo dije desde el primer momento: Atentos a las mujeres afganas, no se van a dejar dominar y puede haber consecuencias tan graves como que las vayan asesinando, porque no se van a dejar encerrar por segunda vez. En la etapa anterior las pilló por sorpresa, pero ahora lo saben y no lo quieren, sobre todo en las zonas más desarrolladas o en las ciudades, porque han vivido estos veinte años con cierta libertad. Aunque es verdad que Afganistán es el peor país para ser mujer. Por ejemplo, el número de muertes de mujeres y niños en el parto es altísimo. Las hay que se inmolan porque las casan de manera forzada. Hay matrimonios de niñas con hombres mayores. Sanitariamente, por tradición y por conservadurismo, allí donde controlan los talibanes y han controlado en todos estos años, no han dejado que las mujeres fueran al hospital porque no había doctoras. Pero a veces, los responsables no eran los talibanes, sino los propios maridos. Hay una serie de tradiciones que han tenido sometida y reprimida a la mujer. Pero en estos veinte años se ha abierto una puerta a la esperanza, a la liberación y hacia “una mejora” de los derechos de la mujer. Y éstas lo estaban aprovechando, sobre todo, en las ciudades y en las zonas más desarrolladas. Todo eso se ha esfumado, ha desaparecido.
Ahora mismo estamos viviendo una situación humanitaria extremadamente grave en Afganistán y no le estamos prestando ninguna atención. La deshidratación de niños, incluso de gente mayor, es tan terrible como que lleva a la muerte. Hay mucha gente que está muriendo de hambre. Hay personas que, ya ni siquiera vendiendo todo lo que tienen, pueden conseguir algo a cambio, porque no hay quien pueda comprarlo. En fin, la situación es terrible y seguimos sin encontrar una fórmula para que llegue ayuda a la población sin que haya que reconocer a los talibanes o sin que pase por ellos.
Hay agencias de la ONU sobre el terreno, como UNICEF, que consiguen hacer llegar alguna ayuda. Algunas ONG todavía siguen trabajando sobre el terreno, a pesar de que estén los talibanes, sobre todo porque han dejado esa “pequeñita posibilidad” en una intento de mostrar una cara que no es la real para ver si consiguen pasta, que es lo que les interesa. Ellos saben que sin dinero la población, antes o después, se va a terminar rebelando. Además no saben gestionar, porque en su mayoría son analfabetos, lo único que conocen es el Corán y cuatro cosas más. Y eso no sirve para gestionar un país y encima en las circunstancias en las que se encuentra. Ellos lo que sí han aprendido muy bien en estos viente años es la propaganda y la negociación, que desconocían en la época anterior.
El problema es que muchos periodistas, analistas e incluso políticos se han tragado esas mentiras de los talibanes al principio. Yo me hartaba de decir en Twitter: “No hay talibanes moderados. ¿Pero de dónde os sacáis eso? Os están tomando el pelo”. Talibán y moderación son palabras completamente contrapuestas. Y no hay que referirse a ellos como “el gobierno talibán”, en todo caso, “el régimen talibán”, ya que no es un gobierno legítimo; ha llegado a la fuerza al poder. Utilicemos los conceptos exactos para que las poblaciones no se lleven a engaño, porque si no, al final das por hecho cosas que no son ciertas, la gente se lo traga y cometemos el segundo error: darles carta de legitimidad, que es lo que no hay que darles.
Resulta asombroso que el mundo se crea la propaganda difundida por los talibanes, habiendo asistido a la anterior etapa de años 90, en la que las mujeres fueron totalmente anuladas de la vida pública.
Todo eso ocurre porque el desconocimiento del país, de los talibanes, de no haber hablado con uno de ellos en tu vida…
Pero tan sólo habiendo leído los periódicos todo eso se sabe.
Ya, pero la mayoría de la gente no lee. Yo escribí un libro, que era un manual realmente, para que la gente entendiese lo que estaba pasando en Afganistán y que se informase. Creo que el libro se está vendiendo más ahora que en aquel momento, cuando era más necesario leerlo para demandar a los gobiernos que no cometieran estupideces. En el libro acaba diciendo: “Si todo esto sigue así, Afganistán está condenado o a una guerra civil o al regreso de los talibanes al poder”. No me equivoqué. Tenemos el regreso de los talibanes al poder y terminaremos en una guerra civil. Ya te lo digo yo.
¿La población se puede rebelar ante la amenaza de morir de hambre o por falta de asistencia sanitaria?
La población no se va a rebelar ahora, sino que se va a esperar a que pase el invierno. Como no se tiene ni idea de lo que está pasando en Afganistán, todo el mundo da por desaparecida a la Resistencia Panshir, liderada por Ahmad Masud, hijo de Ahmad Shah Masud, pero los dirigentes de esa alianza no han muerto. Únicamente se largaron cuando entraron los talibanes en el Panshir, pero éstos sólo tienen controlada la carretera principal. Es verdad que en su entorno hay pueblos grandes y está la capital, pero el Panshir no es sólo la carretera principal, también hay montañas, valles adyacentes al valle y ahí parece ser que no han entrado. Puede ser que la resistencia esté ahí y hay indicaciones de que probablemente Ahmad Masud haya regresado o se encuentre en Tayikistán. Éstos no están parados. Probablemente están organizando la ofensiva para la primavera; en invierno allí no hay manera de moverse. Cuando llega el invierno en Afganistán se para todo, incluso las ofensivas, hasta la OTAN, como decía yo. De hecho, en invierno pocos periodistas íbamos, porque poco había que hacer, moverse era un horror. Entonces vamos a ver qué pasa en la primavera. Se trata de presionar a los talibanes, de no ponérselo fácil… pero claro, no a costa de la población.
Encontrar ese equilibrio es lo que todavía no hemos conseguido. Y lo peor de todo es que no veo ningún esfuerzo por parte de los poderes internacionales para intentar encontrarlo. ¿Por qué? Porque tampoco hay presión de las poblaciones de la comunidad internacional hacia sus gobiernos para que hallen una solución. Les da igual, ya se han olvidado de Afganistán. Es como si no existiera y como mucho, cuando muestras a las mujeres manifestándose, dicen: “¡Mira, qué valientes!”. Y no se trata sólo de valentía, sino de qué está pasando en este país. No sólo hay una carencia de información y una falta de interés por parte de los medios, sino también un desinterés por parte de los propios periodistas e incluso de los analistas. Y todo eso ocurre porque no hay una cobertura sobre el terreno, sumado al hecho de que la gente no lee.
Pones a disposición de los lectores un manual muy riguroso, hecho con normas científicas, pero escrito con la pluma del periodista, accesible, y aún así no lo leen. Si me apuras, prefieren otros otros libros con mucha menos información y mucho más contenido espectacular, que uno que realmente está explicando quiénes son los actores implicados, lo que está pasando en el país, cómo fue la intervención de la OTAN… Y los periodistas salen de la misma sociedad donde la gente lo que quiere es noticias rápidas, sencillas de digerir y, si puede ser, que tengan un poso de morbo.