La próxima sesión del ciclo Geoestrategia y el Mediterráneo pondrá el foco en Egipto, el más poblado de los países árabes, con 104 millones de habitantes en su territorio y otros diez millones en el extranjero, la tercera economía de África que desempeña un destacado papel estratégico en el Mediterráneo, el mundo árabe y el continente africano. Su protagonismo en la escena internacional, con su posicionamiento en la vecina Libia y en otros conflictos de la región, así como su influencia política, económica y cultural serán abordados en un encuentro el próximo 30 de noviembre a las 19 horas en la web de Casa Mediterráneo que contará con la participación del Embajador de España en Egipto, Ramón Gil-Casares, y la profesora de Estudios Árabes e Islámicos de la Universidad de Murcia, Pilar Garrido.
Previamente al encuentro, que será moderado por el General en la Reserva Demetrio Muñoz, mantuvimos una entrevista telefónica con el Sr. Gil-Casares, diplomático con amplia experiencia internacional que, entre otros cargos, ha sido Embajador en Washington, Secretario de Estado de Asuntos Exteriores y Embajador-Director de la Escuela Diplomática, para conocer el estado actual de las relaciones bilaterales entre España y Egipto, los intereses económicos, la situación del turismo, la importancia de la lengua y la cultura españolas y la incidencia de la pandemia en el país.
¿Cómo definiría las relaciones diplomáticas actuales entre España y Egipto?
Las relaciones son buenas, un término que a mí siempre me preocupa un poco porque significa que no son excelentes, ni estratégicas como las que cabría pensar que deberíamos tener dos países que estamos en el extremo occidental y oriental del Mediterráneo. Es verdad que ha habido una serie de cuestiones que ha hecho que no pudieran tener la cercanía que llegaron a tener en algún momento, en la época del final del Presidente Mubarak, cuando hubo una visita de Estado de sus Majestades los Reyes o visitas del Presidente Mubarak a España, pero luego se produjo la Primavera Árabe, la llegada de los Hermanos Musulmanes, el golpe de Estado contra los Hermanos Musulmanes, la presidencia de Al Sisi… Por nuestro lado, entramos en una crisis económica y luego los constantes cambios de gobierno nos impidieron a las dos partes mirarnos tan cerca como deberíamos haberlo hecho. Las relaciones son buenas, tenemos una corriente de simpatía y un nivel de inversión grande, a nosotros nos interesa mucho Egipto y a Egipto le interesa mucho España también, pero no hemos tenido ese armazón que haya sustentado unas relaciones con mayor contenido.
La señora Ministra de Asuntos Exteriores vino aquí en el mes de octubre y propuso un relanzamiento que era necesario; hacía tiempo que no venía un ministro de exteriores a Egipto, y no teníamos una gran visita de alto nivel, de Jefe Estado, desde 2015, cuando nos visitó el Presidente Al Sisi. En cuanto las visitas a Egipto, ha habido algún Ministro de Exteriores que ha venido, pero por motivos de reuniones internacionales. No teníamos ninguna reunión bilateral del contenido que ha tenido la de la Ministra y parece que eso va a motivar el relanzamiento de estas relaciones.
España otorga bastante importancia estratégica a Egipto en una triple vertiente: mediterránea, del mundo árabe y africana. ¿Podría explicarnos las razones de su relevancia?

Ramón Gil-Casares, Embajador de España en Egipto.
Egipto es el gran país del Mediterráneo oriental, por empezar por la dimensión mediterránea. Imagínese usted, las cifras bailan entre 100 y 104 millones de habitantes, creciendo a un millón por año. Es el país más poblado de esta zona, con unas circunstancias especiales, según las cuales más del 90% de la población vive en menos del 10% del territorio, porque es un desierto cruzado por El Nilo, un Nilo que es el mismo que el de la época de los faraones, sólo que ahora en vez de ser nueve millones como eran a principios del siglo XX, son 104 millones, lo que crea una serie de problemas y de tensiones que reflejan la necesidad de apoyar la estabilidad de este país.
Egipto es el líder del mundo árabe en materia intelectual, cultural y religiosa. Hay instituciones como la Universidad de Al-Azhar que son las que al final deciden desde la fecha en la que empieza el Ramadán hasta las que establecen las grandes fatuas y las líneas maestras del pensamiento islámico. En Egipto nacieron a principios del siglo XX los Hermanos Musulmanes, que es el movimiento del Islam político que al final derivó incluso en el terrorismo de origen islámico. Es decir, es un país muy complejo que marca mucho en la agenda árabe. Por un lado, todos los países árabes aunque sean más ricos miran a Egipto, tienen muchos emigrantes egipcios e invierten bastante en el país. Y por otro lado, Egipto está involucrado en todos los grandes procesos y crisis que hay en este momento en el noreste africano. Egipto está en las negociaciones que hay entre Israel y Palestina, tiene una frontera de 1.000 kilómetros con Libia, que está atravesando una crisis por todos conocida, y la influencia que tiene en ese país es esencial, en el sur limita con Sudán y por El Nilo llega hasta Etiopía, con la que mantiene diferencias en materia de agua. Egipto siempre ha mandado mucho, desde el Presidente Nasser hasta el actual Presidente Al Sisi, en los temas africanos, en la Unión Africana, de manera que juega un papel esencial para nosotros. Por eso, para España tener buenas relaciones con Egipto y ver que progresa y se consolida es una razón esencial también para la estabilidad de nuestro país.
En los ámbitos económico y comercial, España es el cuarto país europeo por volumen de exportaciones a Egipto y el séptimo destino de las exportaciones egipcias a nivel global. ¿Cómo valora las relaciones económicas y comerciales entre ambos países?
Así es y, sin embargo, queda mucho por lograr. Nos encontramos en un volumen de alrededor de 3.000 millones de dólares de comercio anual, hay una serie de inversiones españolas, pero no es comparable con las de muchos de nuestros socios, que han mantenido unas relaciones más estrechas que nosotros. En primer lugar, por supuesto, con Italia, Francia y Alemania, con los que tiene una relación desde hace mucho tiempo y grandes inversiones, pero también Estados Unidos o Inglaterra. En este momento, Egipto va a gozar y está gozando de los llamados “dividendos demográficos”. Un país que crece a un millón de personas al año tiene una capacidad de consumo grande y está demostrado que en cuanto se ordene ese crecimiento crecerá muchísimo. Hay grandes oportunidades. Es un país que está involucrado en este momento en una renovación general de infraestructuras, se están creando varias grandes ciudades, entre otras una nueva capital para ver si se desconcentra El Cairo, donde vivimos 22 millones de personas, y hay muchas posibilidades para las empresas españolas.
En la actualidad tenemos empresas españolas en todos los grandes sectores, desde el agua, hasta las energías renovables, el transporte -en especial el sector ferroviario-, el turismo, que es una parte muy importante del desarrollo egipcio… pero tenemos que hacer un esfuerzo mayor y en este sentido el viaje de la Ministra valió para plantear la posibilidad de un nuevo impulso a partir del año que viene.
¿En Egipto se percibe interés por la cultura y la lengua españolas? El Instituto Cervantes tiene sedes en El Cairo y Alejandría y un número considerable de egipcios se forma en universidades y centros de negocios españoles.
En Egipto en estos momentos hay trece universidades, públicas y privadas, que tienen la enseñanza en español a nivel curricular, es decir, no es que simplemente lo incluyan como idioma extranjero, sino que uno se licencia o se doctora en literatura española y eso da una gran cantidad de estudiantes que tiene mucho interés por el español y que lo habla estupendamente. Además en Egipto, como en muchos países africanos, los niños que van a la escuela y especialmente los que van a la universidad son bilingües, con estructuras muy distintas, el árabe y el inglés o el francés, y un tercer idioma les es mucho más fácil. Estos jóvenes que se lanzan al español acaban hablándolo con una perfección verdaderamente sorprendente. Hay una tradición de hispanismo egipcio desde hace mucho tiempo, aquí se hicieron las primeras traducciones de El Quijote y están muy orgullosos de eso, y luego tienen una gran corriente de simpatía, como le pasa a todo el mundo árabe, por esa idea romántica que hay en ellos del Al-Andalus. Son muy conscientes del momento álgido de la cultura árabe, que fue el Califato de Córdoba. El Cairo y Alejandría tuvieron mucha relación con Córdoba y eso lo saben. Hay una corriente de emigrantes españoles de la España musulmana. Por aquí hay un famoso apellido que es Al Morsi, como el del Presidente, que son los que vienen de Murcia. Vinieron muchos murcianos y de ahí que los cementerios árabes estén llenos de referencias a españoles que jugaron un papel importante durante los siglos XIII, XIV y XV en este país.
A ello hay que añadir un segundo intercambio de relaciones académicas que son las grandes escuelas de negocios. Hay muchísimos egipcios que estudian en el Instituto de Empresa, el IESE, en Madrid y en Barcelona. Le voy a contar un dato: Con una de estas escuelas decidimos hacer un llamamiento a los estudiantes que se habían graduado y se presentaron 150 que habían estado estudiando entre Madrid y Barcelona, con un gran conocimiento de España y una gran simpatía por el país, que están involucrados en todos los sectores de la sociedad, los bancos, la administración… Fue impresionante, hasta ese momento a esas personas no las teníamos localizadas. Explotar esa corriente de simpatía y de conocimiento que hay en Egipto, que es un país líder del mundo árabe y del Mediterráneo oriental, es esencial y tenemos que cuidarla muy especialmente.
Por último, ¿qué envergadura está teniendo el impacto de la pandemia de Covid-19 en Egipto? ¿Está siendo pronunciada la caída de los ingresos por el turismo, por el descenso del tráfico marítimo a través del Canal de Suez y por la reducción de las remesas del extranjero?
Eso es así. Pero déjeme hablarle primero de una cuestión sanitaria muy sorprendente que está pasando en Egipto y es que el Coronavirus no está afectando todo lo que inicialmente pensábamos. En este momento, reconocidos hay 6.000 muertos. Dice la OMS que quizás tal como se miden las cifras habría que multiplicarlo por diez, pero aunque así fuera, en un país con 104 millones de habitantes las cifras no son grandes. La gente no se está muriendo de Covid, está resistiendo. La mayoría de la población es muy joven y lo resiste mucho mejor, probablemente sean asintomáticos, pero también hay gente de mayor edad y no se están produciendo las muertes que se esperaban. Es un fenómeno que ni ellos mismos saben a qué se debe, ni la OMS. No obstante, la repercusión sí que ha sido grande. Hay un gran número de egipcios que trabaja en los países del Golfo y por motivo del Covid, Emiratos, Kuwait y Arabia Saudita ha decido invitar a salir a todos estos emigrantes; primero, por cuidar su propia salud interna y en segundo lugar porque también ellos han sufrido una reducción de los ingresos por el petróleo y quieren preservar los empleos para sus nacionales. Esto ha motivado la llegada de millones de egipcios de vuelta a su país.
También como decía usted, la caída del petróleo ha hecho que bajasen las entradas por el tráfico del Canal Suez. Primero, con el petróleo más barato y a los precios en los que estaba el Canal de Suez a veces no era competitivo y la gente prefería dar la vuelta a través de África, con lo que tuvieron que ajustar un poco los precios. En segundo lugar, ha descendido el comercio internacional y hay menos tráfico marítimo. Y en tercer lugar se encuentra la llegada de turistas. Egipto llegó a tener en el año 2019 la cifra de 13 millones de turistas, una de las más altas de su historia y eso ha bajado drásticamente, ha caído más del 80%.
En zonas como El Nilo sobre todo es muy difícil que se recupere inmediatamente porque cuando uno va a Luxor o a Asuán a ver los grandes templos o del Valle de los Reyes los turistas están muy juntos y eso ya no lo puede permitir el tipo de turismo que va a haber a partir de ahora. Se han recuperado en el norte, en el Mediterráneo, y un poco en el Mar Rojo, a donde acude el turismo de playa, de buceo, que hay mucho en este país, porque han aislado una serie de instalaciones hoteleras, han puesto restricciones de público, han animado la llegada de personas de Europa oriental y así han llegado ucranianos, polacos y checos. Todavía no ha llegado el turismo masivo que ellos esperan de Alemania y de Italia, que son los grandes proveedores de turistas a este país, por precaución. Han hecho un gran esfuerzo en ese sentido y están intentando recuperarlo. Los españoles no vienen aquí a la playa, sino a los cruceros por El Nilo de norte a sur, la cultura y los grandes templos, donde no puede haber gran separación social y eso impide que se desarrolle el turismo.