Revista Casa Mediterráneo

Sandro Pozzi: “Trato de no dejarme llevar por todas estas estructuras retóricas que construyen los políticos”

en diciembre 16, 2021

Como corresponsal en Bruselas y Nueva York de medios relevantes como Europa Press, El País o La Sexta, el veterano periodista Sandro Pozzi ha cubierto durante los últimos 25 años algunas de las historias más importantes de nuestro tiempo: la elección de Barak Obama como primer presidente negro de Estados Unidos, la crisis financiera global, el lanzamiento del iPhone, la OPI de Tesla y Facebook, la devastación de Sandy Hook o el juicio de El Chapo. Algunas de las características de Pozzi son su capacidad para cubrir con solvencia noticias de última hora bajo presión, su visión a largo plazo para escribir artículos de fondo en profundidad y su habilidad para analizar las repercusiones de una noticia global en el ámbito local.

Sandro Pozzi estará en el ciclo “Periodistas y el Mediterráneo” el viernes 17 de diciembre a las 11 h. en un encuentro con estudiantes que se celebrará en las aulas de Periodismo de la Universidad Miguel Hernández (UMH) en Elche, grado que colabora en la organización del evento junto a Casa Mediterráneo. Con el objetivo de acercar la visión, experiencias y análisis de la actualidad y del periodismo a los futuros profesionales de la información, Sandro Pozzi hablará de sus vivencias como corresponsal en una charla con la periodista Sonia Marco.

Aunque su fortaleza está en la economía, las finanzas y los negocios, Pozzi ha escrito extensamente sobre política y temas de interés general. Ha trabajado en el extranjero durante los últimos veinticinco años y ha adquirido un conocimiento profundo del funcionamiento de instituciones internacionales como la UE, la OTAN, la ONU, el FMI o el Banco Mundial. Actualmente, vive y trabaja en España donde colabora con diversos medios de comunicación como Canal Sur, La Sexta, La Información o 7TV Andalucía. En una entrevista, Sandro Pozzi nos cuenta parte de su experiencia como corresponsal y su visión sobre el periodismo que se hace en Estados Unidos y en España.

Usted es un periodista especializado en economía y finanzas que se ha dedicado también en los últimos 25 años a la información internacional, colaborando con diversos medios desde Bruselas y Nueva York. ¿Desde su actual destino en España, qué enfoque le da a la información internacional dirigida a un público local?

Trato de encontrar siempre la manera en que el conflicto de Ucrania afecte a alguien que viva en Sevilla. Precisamente los temas de los que he informado hoy [por 14 de diciembre] en el programa matinal de Canal Sur en el que colaboro han sido: Ucrania, Francia y el Rey emérito. Realmente todavía es muy pronto para hablar de las elecciones francesas, aunque es relevante por el líder político de ultraderecha -y estoy en contra de darle voz a esta gente-. De manera que he tratado más el tema de Ucrania, he comentado que está en el aire el proyecto del oleoducto con Alemania, que ya se está reflejando en el precio del gas natural, lo que repercute en la inflación, un problema global con numerosas implicaciones. Por ejemplo, en vez de hablar de inmigrantes, en Hungría y Brasil, conducidos por gobiernos populistas, cambian la retórica y ahora hablan de economía. Estamos contando que los españoles sufrimos inflación, pero es un asunto que afecta a todo el mundo y puede haber revueltas. Si no, la gente se cree que es un problema que sólo le afecta a ella. Eso es básicamente a lo que me dedico ahora.

¿Con qué medios colabora en la actualidad?

Ahora colaboro, en una escala de pequeño a grande, con la televisión 7TV, una cadena local privada que con el paso de los años ha comprado emisoras locales en los pueblos, con lo cual se considera una televisión regional, pero el público que tiene es muy específico, gente que vive en los pueblos. De manera que el tipo de espectadores a los que me dirijo es de un perfil que no tiene nada que ver con el que tenía antiguamente. Comento de todo lo que tiene que ver con la actualidad andaluza, una vez a la semana; y una vez al mes voy a un programa específico dedicado a la economía en el que hay un catedrático de Economía de la Universidad de Sevilla, de la que ha sido rector, y gente de perfil económico.

También colaboro con el programa de Canal Sur “Despierta Andalucía”, que se emite en la franja de 7 a 10 de la mañana, con lo cual sólo lo ven personas mayores jubiladas y amas de casa. En la tertulia, formada por una mesa con periodistas, trato temas internacionales dirigidos a este tipo de público. Y en La Sexta colaboro en ‘Al rojo vivo’, donde me dirijo a un perfil completamente diferente. Ahí la clave es que Ferreras me tiene a mí porque lo que hago es darle contexto a los acontecimientos. Por ejemplo, sobre el caso del niño de Canet de Mar en Cataluña al que están acosando por reivindicar que reciba al menos 25% de las clases en español, el presentador me hace una pregunta genérica acerca de cuántos idiomas hablamos en mi casa. A partir de ahí le cuento lo que pienso de ese caso, que me parece ridículo. Si hablamos de la inflación, le doy mi perspectiva económica, porque técnicamente mi fuerte es la economía, pero debido también a mi perfil internacional, me tiene de comodín. Además colaboro con La Información, aunque no estoy escribiendo mucho y voy a empezar a colaborar con un periódico local que llevan unos chavales a los que quiero ayudar, que se llama ‘Sevilla actualidad’.

Está bastante ocupado…

Bueno, pero esto no genera muchos ingresos, me aporta más visibilidad que otra cosa y me mantiene activo, así no desaparezco. Al mismo tiempo trato de seguir respondiendo a las inquietudes de la comunidad que me sigue en Twitter, que es la que realmente me mantuvo a flote durante los últimos dos años

¿Hay mucha diferencia entre las retribuciones que se pagan en España y las de los medios estadounidenses?

Yo creo que no se debe comparar porque cuando los medios comparan se están justificando. Creo que cada uno debe tener su propio precio, valorarse a sí mismo en función de, evidentemente, su experiencia profesional, de dónde está y de para quién trabaja. Yo lo que no voy a hacer es trabajar gratis, salvo que eso tenga un trueque. Por ejemplo, en las conferencias en la Universidad de Huesca en las que he participado no cobré, aunque fui a gastos pagados, pero me aportó algo, me dio satisfacción estar con los chavales, sé que se trata de una institución que puede tener pocos recursos, que no lo hace con ánimo de lucro… 

Y si un medio local no me puede pagar lo que normalmente cobraría a otro medio mayor, no le voy a decir que no. Evidentemente, no voy a trabajar todos los días para ellos, pero haré cosas puntuales. Tienes que modular eso; no que no voy es a trabajar gratis, y me refiero por una miseria de sueldo, porque se estarían aprovechando de mí.

De hecho, ha estado 25 años trabajando fuera de España y tomó la decisión de volver desde Nueva York, donde el nivel de vida es tan caro, por no disponer de un sueldo digno que le permitiera vivir allí.

Por eso dejé El País. Estuve veinte años trabajando con ellos en diferentes sitios. Por las circunstancias de la vida he cubierto los acontecimientos más importantes que han ocurrido en las últimas dos décadas: la Guerra de Irak, la de Afganistán, Kosovo, la crisis financiera… he hecho de todo. He cubierto seis elecciones presidenciales y otras tantas legislativas, he estado en conciertos privados de Paul McCartney (a los que no entra todo el mundo).

Entonces, cuando te llaman un día y te dicen que te recortan un tercio el sueldo y ese sueldo no te da para cubrir el alquiler, entonces aunque te digan que te están pagando más que a otros colaboradores en España -y ahí vuelvo al tema de las comparaciones-, respondo que aquí los precios no son los mismos que los de Nueva York. Y cualquiera en España, además, no trabaja desde su casa haciendo de oficina del periódico, sino desde la redacción. Yo por ahí no entro. Y estuvieron un año sin corresponsal, en plena pandemia. ¿Sabes por qué? Porque cuando plantearon a la plantilla del periódico la opción de venirse a Estados Unidos, las condiciones eran las mismas que las que tenía Sandro. Con ese sueldo quizás te tienes que ir a vivir a un lugar a 30 kilómetros de Nueva York, pero ya no estás en la ciudad. 

Lo que pasa es que no todo el mundo puede decirlo: yo he ahorrado mucho en mi vida, vivía en mi apartamento, financiado gracias a mis padres que me ayudaron a comprarlo, no tenía que pagar alquiler, con lo cual ese argumento no era tal, porque no tenía que pagarlo. Pero en condiciones normales de un corresponsal, sí que hay que sufragarlo. De hecho, estaban abusando de esta situación. Puedo dar ese paso de volver a España y reconstruir mi vida porque tengo un colchón para hacerlo y una red familiar, pero si tú te vas ahora a las redacciones de cualquier periódico o medio de comunicación, la mayoría de la gente que está trabajando ahora en periodismo es o porque sus padres se lo financian porque viven con ellos o porque están casados o conviven con alguien que tiene un sueldo digno. 

Sandro Pozzi en una conexión con Antonio García Ferreras en ‘Al rojo vivo’ de La Sexta.

Ante esta situación, en el periodismo que actualmente se hace en España hay carencia de investigación y de corresponsales que informen desde el terreno…

Es un desastre.

A lo largo de su extensa trayectoria profesional en Estados Unidos, ¿cómo vivió la elección de Barack Obama como primer Presidente negro del país?

El fenómeno Obama es un poco parecido a lo que pasó con Trump. Obama generó mucha expectación, alegría y entusiasmo a nivel global porque suponía la reacción a George Bush. Al igual que Trump ganó como reacción a Obama y Biden a Trump. Entonces el entusiasmo que había inicialmente hacia Obama era legítimo por eso y porque también estaba haciendo historia. Yo, como periodista, sinceramente no sentí una gran emoción y te digo por qué. Y esto cada vez que lo digo la gente me mira extrañada (risas). No me creía el discurso de Obama. Cuando tienes la suerte que he tenido yo de cubrir eventos, de haber visto a Clinton antes que a Obama, de haber escuchado a Merkel, a Sarkozy y a toda esta gente que son maestros del discurso… cuando alguien tiene un discurso tan bien estructurado he tendido a ser un poco escéptico sobre lo que realmente hay detrás de esas palabras. Eso ha sido siempre porque me considero totalmente apolítico, no me dejo llevar por una figura, por un discurso o por una ideología. Quizás porque siempre me he tenido que buscarme la vida y he dependido tanto de mi familia que al final trato de escuchar a los políticos lo mínimo posible, salvo por cuestiones profesionales. 

Soy escéptico porque los he visto en acción. En ocasiones, estás cubriendo a un presidente al que no consideras muy inteligente, como en el caso de George Bush. Sus speeches consistían en tres mensajes de los que no se desviaba en ningún momento, que es la misma táctica que usa Donald Trump. Por ejemplo, va a lanzar siempre mensajes como que “los mexicanos son unos asesinos”. Sin embargo, ¿cuál era la diferencia entre la política de inmigración de Bush, Trump y Obama? Ninguna. La única diferencia era la retórica. Entonces, como periodista no puedo centrarme en ello. Pongo como ejemplo la llamada “inflación transitoria” según el Presidente de la Reserva Federal, cuando llevamos desde abril con los precios disparados. Eso es todo palabrería. Al igual que cuando la OTAN invade Kosovo y lanza mensajes como que “han muerto por fuego amigo”, “daños colaterales” o “intervención quirúrgica”. ¿Por qué? Porque están lanzando misiles desde un avión y así no muere ninguno de tus soldados, pero matas a 30 niños. 

Entonces, trato de no dejarme llevar por todas estas estructuras retóricas que construyen los políticos. Y luego con el paso de los años te das cuenta de que al final Obama era otro tipo de populista y cuando le preguntas a alguien por los resultados que ha obtenido, nadie es capaz de decirte algo que haya hecho bien. ¿Qué ha hecho bien aparte de ganar las elecciones y llegar a ser el primer presidente negro? 

Quizás la imagen que proyectaba y su discurso eran su baza fuerte, pero la gente al final lo que quiere es resultados. 

De hecho, eso se plasmó en las segundas legislativas. Perdieron la mayoría y esa desazón hacia el mensaje y las promesas incumplidas fue lo que detonó después la victoria de Donald Trump. Estoy convencidísimo de eso. Si te fijas, Donald Trump ganó por el apoyo de los sindicatos. Hubo un trasvase de votos del 30% de los sindicatos, que normalmente en un 93 % votaban demócrata, y eso fue lo que luego ha recuperado Biden y le ha dado la victoria.

En Estados Unidos la gente es más pragmática que ideológica.

La población estadounidense no duda a la hora de cambiar su voto cuando el partido al que ha votado le defrauda, algo que cuesta más que ocurra en países como España, donde el voto está más vinculado a una ideología, de la que es algo cautiva.

Eso es muy fácil de explicar. La política estadounidense, como en todo el mundo, se ha ido yendo hacia los extremos, pero si ves las tres pirámides que forman la política, una roja y otra azul, que representan a los dos partidos mayoritarios que hay en el país, se van distanciando y de repente se forma una pirámide invertida blanca y un montón de gente que es por la que todo el mundo se pelea en las elecciones. En Estados Unidos la gente es más pragmática que ideológica y Trump es así; sigue la máxima de: “Voy a obtener algo a cambio de esto”. Cuando Trump arremete contra los chinos es porque pretende obtener algo a cambio de la guerra comercial. Presiona siempre porque juega a dos bandos. El americano es así. Eso lo que hace es que el partido que está en la oposición tenga mucho más fácil cambiar el voto y hacer lo que vaya en contra del inquilino de la Casa Blanca. 

Y el mejor ejemplo lo tenemos en las recientes elecciones a gobernador de Virginia, un Estado en el que Biden ganó por diez puntos en las últimas elecciones, que durante doce años había sido republicano. Sin embargo, como Biden durante los primeros nueve meses de su gobierno no ha sido capaz de responder a las promesas que había hecho, que eran muchísimas e imposibles de cumplir, sobre todo las esenciales relativas al plan de infraestructuras, debido también a una ruptura interna en el partido demócrata, es mucho más fácil para el candidato republicano hacer una campaña contra las promesas no cumplidas en un público que está necesitado, que vender la ideología republicana. Y el votante opta por el candidato contrario al que ha incumplido sus promesas.

Los constantes ataques de Trump a la prensa estadounidense, tanto a través de Twitter como directamente en sus comparecencias, ¿le costó caro al entonces presidente de Estados Unidos, en un país donde la libertad de expresión es considerada un derecho fundamental por la ciudadanía?

Creo que no. Además yo, en este sentido, estoy en contra del periodista protagonista. Si estoy en una manifestación en medio y me detiene la policía no voy a insultarla, porque estaba en el sitio equivocado. Ya me las apañaré para que me liberen, no hago una noticia de eso. De hecho, a mí me han arrestado múltiples veces en Estados Unidos y El País nunca lo ha publicado. 

¿En Estados Unidos se da mucho protagonismo a los periodistas?

Los periodistas se dan protagonismo a sí mismos. Creo que lo que emiten las cadenas de televisión no es lo que piensa el público. De hecho, fíjate lo que ha pasado con Andrew Cuomo y su hermano Chris Cuomo [la CNN ha despedido a uno de sus presentadores estrella, Chris, por ayudar a su hermano Andrew a defenderse de las acusaciones de acoso sexual que le costaron la renuncia como gobernador del Estado de Nueva York]. En el fondo a nadie le ha dado pena que Chris haya desaparecido del mapa, al contrario, la gente se ha alegrado. Que Donald Trump ataque a los medios de comunicación es denunciable, pero conociendo al personaje se hace daño a sí mismo contra determinados medios, mientras que la opinión pública pasa porque el concepto que ésta tiene de la prensa es exactamente el mismo que tiene Trump. Es la institución peor valorada, por lo tanto, ¿crees que a mi vecino le importaba que Trump se metiera con la CNN? No, porque seguramente aunque mi vecino fuera demócrata no tiene en buena consideración a esa cadena. Cuidado con eso, creo que la percepción es equivocada. 

En España es igual. Yo nunca me he metido con el trabajo de nadie, pero todo el mundo se siente con el derecho de fustigarnos a los periodistas. Entonces, que Donald Trump o cualquier político se meta con los periodistas en el fondo a la población le da igual. ¿Te acuerdas lo que pasó hace dos semanas con la carta famosa del Parlamento diciendo que vetaran a un medio de comunicación? ¿Has visto a algún periodista poner el grito en el cielo? No, pues eso era exactamente lo que hacía Donald Trump. En el fondo la gente pasa de los periodistas y piensa que hay que darles caña y me parece bien porque es una señal de que estamos haciendo nuestro trabajo.

Respecto a la guerra comercial con China, a raíz de la pandemia se ha puesto de manifiesto que hay una gran dependencia de suministros y productos procedentes del gigante asiático. ¿Cómo se está viviendo ahora esta pugna?

Bueno, la guerra comercial con China es de hace décadas. Veo una cosa práctica, positiva, en lo que hizo Trump que te va a chirriar. Trump no es muy diferente de Alexandria Ocasio, de Bernie Sanders, de Macron o de cualquier populista y en el fondo lo que hizo con su retórica bestial de confrontación, tan pragmática y a la vez tan directa, fue poner sobre la mesa una serie de fisuras que había en todo el sistema internacional. Los problemas de financiación de la OTAN datan desde cuando yo estaba en Bruselas hace 18 años. Los problemas derivados de la adhesión de China a la OMC (Organización Mundial del Comercio) se produjeron desde el primer día de la negociación. Las fisuras internas que hay en el seno de la Unión Europea datan desde la última ampliación, que se hizo cuando me encontraba en Bruselas. 

Estamos hablando de hace 18 años. Lo único que hace Trump es calentar las partes que están en roce, hacer más evidente esa fricción. El problema de Trump es cómo lo hace, sin ninguna diplomacia. Es un bruto, un empresario del sector inmobiliario en Nueva York que a lo que se dedica es a sacar adelante sus edificios, de la mejor manera posible, lo más rápido y con el menor coste. Ésa es la táctica que él aplica a la política, lo que pasa es que en el fondo todos los europeos estaban deseando que Trump liara la que lió contra el dumping chino, porque los primeros que lo sufren son los productores de acero europeos. Entonces, de alguna manera, nadie se quejaba de que Trump mantuviera una guerra comercial con China, lo que pasa es que también tenía una guerra comercial con Europa. Como Trump es pragmático, le daba igual que se tratara de China, Europa, un rival o un aliado. 

La situación que hay ahora con Biden es exactamente igual que con Trump. Y si cambian las cosas no es porque haya un cambio de político, sino porque todas estas guerras comerciales lo que detonan son una serie de negociaciones, tanto en la OMC como entre los polos comerciales para resolver esas disputas. Lo que puede facilitar el nuevo presidente es que esa negociación tenga menos fricción, pero en realidad el contexto es el mismo. Si se resuelve el problema de la guerra comercial entre Boeing e Airbus no es porque Biden haya llegado a la Casa Blanca, es porque se trata de un litigio comercial que lleva décadas ahí y que, curiosamente, se ha resuelto cuando ha llegado Biden porque ha habido unos dictámenes en la OMC que se tienen que cumplir. Entonces, cuando se resuelve la guerra comercial en la OMC determinados aranceles tienen que desaparecer por una decisión judicial, porque al final esta organización es un tribunal. Europa va a proteger su patio, al igual que Estados Unidos va a proteger el suyo. 

Lo que la tecnología te permite es que tu público sea cualquier persona, independientemente de su edad y de dónde viva.

Por último, ante la llegada de los medios digitales, ¿la prensa en Estados Unidos ha sabido reconvertirse para no perder lectores y/o recuperar a los que se hayan ido?

La prensa en Estados Unidos, como te puedes imaginar, es inmensa. Los grupos tienen muchísimos medios locales, son como una especie de conglomerados que combinan las estructuras de sus medios locales y una estructura más nacional. Es un poco complicado de explicar. Pero si te vas a los medios de referencia, sí están haciendo un esfuerzo grande por adaptarse a las nuevas formas de contar las cosas. La última evolución que he visto en la prensa americana es cómo los medios de comunicación están haciendo contenidos para que salgan en Netflix, por ejemplo. Aprovechando que tienen estas grandes estructuras, a estas masas de conocimiento y de contenido que hacen a diario le están dando nuevos usos. Por ejemplo, The New York Times está realizando documentales que se pueden ver en Netflix. Pero claro, para eso tienes que hacer apuestas muy grandes y tener mucho dinero a disposición, no solamente estructura. 

Creo que además los medios americanos que tienen proyección internacional se dan cuenta de que pueden hacer algo sin mirar a lo que hace Netflix con sus series, es decir, tratar historias locales que se pueden leer en Sevilla, en Río de Janeiro o en Nueva York. Y eso es muy interesante porque al final lo que la tecnología te permite es que tu público sea cualquier persona, independientemente de su edad y de dónde viva. Creo que ahí está la nueva zona de creación de contenidos. Luego, cómo se diseña la web o la aplicación móvil depende del experimento que cada uno quiera hacer. En la última etapa en la que estuve en Nueva York se estaban intentando hacer muchas cosas en Tik Tok, pero no creo que les funcionara, entre otras razones porque es difícil que la gente acuda ahí a ver noticias. Aunque en Nueva York todos los alquileres de apartamentos se suben a Tik Tok con un vídeo breve, de una forma muy graciosa. Lo que debe saber el medio exactamente es qué plataformas debe usar para que su contenido resulte interesante, porque no todo encaja. 

Además está pasando algo parecido en el sector del turismo. Las nuevas tecnologías te permiten llegar a todo el mundo. La publicidad puede dirigirse a un chino en Sanghai diciéndole que estaría de lujo en un determinado hotel de España y se lo puedes vender también a alguien de Madrid para pasar el fin de semana. Ése es el potencial que tiene, que puede llegar a cualquier persona. La clave está en cómo llegar a cada uno para atraerlo, porque evidentemente a la persona de Madrid no le puedes vender lo mismo que a la de China, aunque a los dos les vaya a encantar la habitación que les estés ofreciendo. Ahí está el truco. Creo que Netflix ha sido muy astuta a la hora de elaborar contenido hiperlocal que tiene una proyección global. ¿Cuántas series tiene que hacer y cuánto dinero tiene que invertir para que una serie triunfe globalmente? Eso lo no pueden soportar los medios de comunicación. Ahora mismo, los medios de comunicación no apuestan por los titulares ni por las historias.

* Fotografía superior destacada: Sandro Pozzi – © Francisco Amador ‘Sevilla Actualidad’

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